Escribir el poema
es estar, a la vez,
dentro y fuera del mundo
y de nosotros mismos.
Consentir que el asombro
nos sitúe y nos sitie;
descerrajar el aire,
atrapar los disparos.
Escribir el poema
es sembrar el relámpago,
traducir el silencio,
atropellar la luz.
Ser poema es ser nada
si no hace vida en nadie.
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