As cousas nao têm significaçao: têm existencia
As cousas sao o único sentido oculto dascousas
ALBERTO CAEIRO
I. POR
cubiertas uniformes, perfiles clasicistas
sobre suaves fachadas; tan dulces como mieles
derramadas en vértigo de imperiales aristas.
Sus mágicas arterias, un huracán de gentes
extrañas, apiladas en los escaparates;
examinando perlas, rubíes transparentes,
o un topacio marino de fulgores granates.
Es éste barrio insigne; calesa represada
en formas y armonía, cuan torrente engarzado
con nobles materiales; la vida escalonada
sobre hirientes terrazas de torso perfumado.
Un sonoro desfile de lujosos salones
son estas avenidas; la bella Rua Augusta,
la vía Aurea o Da Prata; comercios y balcones
que encienden la visión con una ardiente fusta.
Entre rosas, cafés y bancos, el Rossío,
útero de las masas, tálamo ciudadano;
y tornando hacia el sur, en dirección al río,
Nuestro ya su delirio de arcadas luminosas
abiertas a las aguas; su leve escalinata
de corte veneciano y algas esplendorosas;
nuestra ya, para siempre, su faz de fría nata.
II. EN EL CHIADO
Arduamente serenos, dejando atrás corrientes,
volvemos nuestro andar hacia el Carmo y Almada;
sabor de tiempo añejo, recónditos ambientes
tiñen de Belle Epoque la vista encandilada.
En magno elevador ascendemos al Chiado;
se descubre el paisaje de viejas librerías,
comercios entrañables, aspecto delicado
junto a los restaurantes y las floristerías.
Se habla entre bastidores de música y pintura,
política o café, y esa ubérrima herida
que en alma de escritor pervive, y supura
la cárdena creación del vencido da vida.
Flota Eça de Queirós en finas cristaleras;
Garret tiene su calle; Pessoa, hierro verde,
lugar asegurado junto a las camareras.
Es el Chiado: ayer que es presente, y que muerde.
Como en un carrusel de gigolós y artistas,
efluvios aromáticos y ancianos elegantes,
gravitan los enjambres de anónimos turistas,
buscando los rincones de esencias rutilantes.
Estamos en el centro de
el barrio de la moda y la rancia nobleza,
de animadas tertulias, donde el chisme alterna
con la filosofía y el arte en su pureza.
Entre estos rosetones quisiera detenerme
para siempre; dormir, y en asiento invisible,
como Ricardo Reis, mutarme en hierro inerme;
oxidada figura de metal insensible.
‘Lisboa’, Colección Mirador, Ediciones de
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