¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
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sábado, 27 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
Otro Foro de Patrañas
Los de Patrañas hacemos del ocio la única bandera. Del otium más exactamente, cuyo antónimo resulta que es nec-otium. No podemos olvidar que, como necio-necscius es antónimo de sabio-scius, el negocio niega la felicidad del tiempo personal, del tiempo para sí, del tiempo como placer, del ocio. A este Foro nos convocamos para hablar en directo, para escucharnos, para leer, para escribir, todo en directo, cuerpo a cuerpo, voz a voz. Y nos juntamos para salvarnos. Todos estáis convocados al Foro de Patrañas de hoy, día 26 de febrero, en lo de Mario. Y con cerveza.
En lo de Mario nos vemos.
Viernes, 26 de febrero, 22 h., Avd. Fuenlabrada, nº 12-posterior, Leganés.
Andrés Mencía
En lo de Mario nos vemos.
Viernes, 26 de febrero, 22 h., Avd. Fuenlabrada, nº 12-posterior, Leganés.
Andrés Mencía
jueves, 25 de febrero de 2010
Un poema de Leopoldo Panero: 'Escrito a cada instante'
Escrito a cada instante
Para inventar a Dios, nuestra palabra
busca, dentro del pecho,
su propia semejanza y no lo encuentra,
como las olas de la mar tranquila,
una tras otra, iguales,
quieren la exactitud de lo infinito
medir, al par que cantan...
Y su nombre sin letras,
escrito a cada instante por la espuma,
se borra a cada instante
mecido por la música del agua;
y un eco queda solo en las orillas.
¿Qué número infinito
nos cuenta el corazón?
Cada latido,
otra vez es más dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente desde dentro
va a pronunciar Su nombre.
Y otra vez se ensombrece el pensamiento,
y la voz no le encuentra.
Dentro del pecho está.
Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra exacta y tuya,
que repite en el alma el dulce y fijo
girar de las estrellas.
Para inventar a Dios, nuestra palabra
busca, dentro del pecho,
su propia semejanza y no lo encuentra,
como las olas de la mar tranquila,
una tras otra, iguales,
quieren la exactitud de lo infinito
medir, al par que cantan...
Y su nombre sin letras,
escrito a cada instante por la espuma,
se borra a cada instante
mecido por la música del agua;
y un eco queda solo en las orillas.
¿Qué número infinito
nos cuenta el corazón?
Cada latido,
otra vez es más dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente desde dentro
va a pronunciar Su nombre.
Y otra vez se ensombrece el pensamiento,
y la voz no le encuentra.
Dentro del pecho está.
Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra exacta y tuya,
que repite en el alma el dulce y fijo
girar de las estrellas.
miércoles, 24 de febrero de 2010
Jordi Doce esté en 'Poesía Caiptal'
PÁRAMO
Éstos son los dominios de la greda y la escarcha.
Más allá del cristal y los cabos de cera,
el alba es la insistencia creciente de sus ruidos,
el paso regular con que el tiempo revive.
Tras salir de la casa, torpes, desdibujados
por la vigilia, andamos por callejas
que extienden su ceguera sobre un páramo
incómodo, desnudo de sí, y nos sobresalta
el cuchillo del frío, el ladrido candente
de algún perro que lucha con el amanecer.
Inexorable, el plomo ha amordazado el cielo,
y una lluvia muy fina nos desgasta los ojos,
confunde nuestras ropas con la piel.
Otra vez el temblor, como la incertidumbre,
es un indicio en nuestros corazones,
un eco que revive viejas debilidades.
Andamos tercamente olvidados de todo.
De vez en cuando algún gesto amistoso,
alguna frase astuta nos recuerda
que la noche fue pródiga en sentencias,
en juicios caprichosos como la juventud
y proclamas que a nada comprometen.
Ahora, sin embargo,
tan próximo a la médula oscura de este mundo,
tan ajeno a los sueños y la bondad soñada,
doy en pensar, o intuyo acaso,
que demasiada urgencia, demasiada impotencia
nos llevan a este oficio para cuidar el mundo,
la cómplice atención de la mirada,
ese distanciamiento que exige toda página
para reconciliarnos con la vida.
CREDO
¿Y a qué, por quién
las preguntas?
La vida se disipa
en el sentido. No hay razones
o las razones nos evitan. Di mejor,
si es que decir te importa,
el fulgor de la tarde en el ramaje,
la floración del cielo y su descenso,
cuanto es asombro en la mirada
porque algo ha cruzado, y palpita,
y en el rumor ajeno de su sangre
pregunta y respuesta son una
con un golpe final que se te escapa.
martes, 23 de febrero de 2010
Comentamos el poema de Cántico 'Impaciente vivir'
(Para leer el poema, sígase la etiqueta Sobre Cántico.)
Como venimos diciendo, también en el poema anterior: ‘Todo en la tarde’, hay un hombre en la ciudad que se busca, un hombre condenado a encontrarse en la naturaleza que sin embargo habita y se deshabita en la ciudad. Este hombre es un viento ¿invernal, primaveral? (ambas estaciones marceras son). Un viento loco que salta por el asfalto al anochecer, que se agita en los cruces de caminos y se muestra incisivo con las esquinas. ‘¿Granito?/ Él lo acometerá’. Un viento loco que rebota en las piedras de la ciudad, de piedra en piedra, va.
Es natural, insisto, que si abrió esta sección con el alba la cierre con el anochecer. Y obsérvese, de nuevo, como a la noche le seguirá el día, como tantas veces ha sucedido hasta hoy, que abrirá en el siguiente bloque. Pero nótese que el propio mes aquí referido no es gratuito. No es enero el mes que inicia el año (no sé a qué pobre apresurado se le ocurrió poner las fechas), el año se acaba y comienza en marzo, es en marzo que la estación estéril da paso a la de la vida, es en marzo que vamos del invierno a la primavera y que la vida recomienza. Otra vez es posible la esperanza cuando llega marzo, otra vez son posibles los anhelos que enero y febrero mataron.
Es decir, este poema no sobra. Repite ideas de ‘Todo en la tarde’, si usted quiere (que ya son ganas de fastidiar con comentarios precipitados), pero yo creo, más bien, que no repite, sino que concreta a la vez que nos presenta otra perspectiva de la misma idea (esto a lo que llamo cubismo, ya sabes, y si no búscalo por aquí). Allí es el hombre pobre rayo de luz que no penetra ni en sí ni en su casa sino que rebota hacia hacia el cielo, aquí es viento que inútil araña en las mismas piedras y tropieza y rebota de una hacia otra sin cesar en la oscuridad. ¿No es esto precioso? ¡Qué cabezón este Jorge y qué hermosuras nos brinda! En fin, cada verso de su Cántico es una patada bien dada a todos aquellos buscadores del éxito inmediato y sin esfuerzo. (Búsquese el poema Paréntesis, de Bernardo Canal Feijóo, en este mismo blog para entender este comentario. Sólo si quieres disfrutar.)
Como venimos diciendo, también en el poema anterior: ‘Todo en la tarde’, hay un hombre en la ciudad que se busca, un hombre condenado a encontrarse en la naturaleza que sin embargo habita y se deshabita en la ciudad. Este hombre es un viento ¿invernal, primaveral? (ambas estaciones marceras son). Un viento loco que salta por el asfalto al anochecer, que se agita en los cruces de caminos y se muestra incisivo con las esquinas. ‘¿Granito?/ Él lo acometerá’. Un viento loco que rebota en las piedras de la ciudad, de piedra en piedra, va.
Es natural, insisto, que si abrió esta sección con el alba la cierre con el anochecer. Y obsérvese, de nuevo, como a la noche le seguirá el día, como tantas veces ha sucedido hasta hoy, que abrirá en el siguiente bloque. Pero nótese que el propio mes aquí referido no es gratuito. No es enero el mes que inicia el año (no sé a qué pobre apresurado se le ocurrió poner las fechas), el año se acaba y comienza en marzo, es en marzo que la estación estéril da paso a la de la vida, es en marzo que vamos del invierno a la primavera y que la vida recomienza. Otra vez es posible la esperanza cuando llega marzo, otra vez son posibles los anhelos que enero y febrero mataron.
Es decir, este poema no sobra. Repite ideas de ‘Todo en la tarde’, si usted quiere (que ya son ganas de fastidiar con comentarios precipitados), pero yo creo, más bien, que no repite, sino que concreta a la vez que nos presenta otra perspectiva de la misma idea (esto a lo que llamo cubismo, ya sabes, y si no búscalo por aquí). Allí es el hombre pobre rayo de luz que no penetra ni en sí ni en su casa sino que rebota hacia hacia el cielo, aquí es viento que inútil araña en las mismas piedras y tropieza y rebota de una hacia otra sin cesar en la oscuridad. ¿No es esto precioso? ¡Qué cabezón este Jorge y qué hermosuras nos brinda! En fin, cada verso de su Cántico es una patada bien dada a todos aquellos buscadores del éxito inmediato y sin esfuerzo. (Búsquese el poema Paréntesis, de Bernardo Canal Feijóo, en este mismo blog para entender este comentario. Sólo si quieres disfrutar.)
lunes, 22 de febrero de 2010
Rosario Castellanos dialoga con...Antonio Machado
'Nadie elige su amor', recoge Rosario Castellanos en uno de sus 'Diálogos con los hombres más honrados'. El tal es Antonio Machado. Ahí va el poema que incita a Rosario:
¿Por qué, decisme, hacia los altos llanos,
huye mi corazón de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?
Nadie elige su amor. Llevome un día
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares.
De aquel trozo de España, alto y roquero,
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,
una mata del áspero romero.
Mi corazón está donde ha nacido,
no a la vida, al amor, cerca del Duero...
¡El muro blanco y el ciprés erguido!
¿Por qué, decisme, hacia los altos llanos,
huye mi corazón de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?
Nadie elige su amor. Llevome un día
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares.
De aquel trozo de España, alto y roquero,
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,
una mata del áspero romero.
Mi corazón está donde ha nacido,
no a la vida, al amor, cerca del Duero...
¡El muro blanco y el ciprés erguido!
sábado, 20 de febrero de 2010
jueves, 18 de febrero de 2010
José Cereijo, 19 de febrero, 19:30. Pub Joyce. Alacalá 59,Madrid
Hola amigos:
Este mes viene a vernos nuestro querido José Cereijo. Poeta confesional, a menudo, cultivador del haiku y el relato, su poesía transita por algunos de los lugares comunes de la poesía figurativa tan propia de los ochenta y noventa, sin por ello renunciar a una voz personal, honda y muy verdadera.
El encuentro con Cereijo tendrá lugar el viernes 19 de febrero, como siempre en el Pub James Joyce (Alcalá 59, Madrid). Comenzaremos a las 19:30 para terminar sobre las 20:45 (aprox.) Ojo con esto, porque en esta ocasión a las nueve tiene que estar todo desmontado en el reservado para comenzar con las cenas, por lo que seremos escrupulosos con el horario.
Para que podáis conocer un poco a este autor os dejamos su nota bibliográfica y algunos enlaces:
José Cereijo, nació en Redondela (Pontevedra), en 1957. Desde 1968 vive en Madrid. Ha publicado cuatro libros de poemas hasta la fecha: Límites (Colección Melibea, 1994), Las trampas del tiempo (Hiperión, 1999), los hikus: La amistad silenciosa de la luna (Pre-Textos, 2003) y Música para sueños (Pre-Textos, Valencia, 2007), además de un libro de relatos breves, Apariencias (Renacimiento, Sevilla, 2005).
Este mes viene a vernos nuestro querido José Cereijo. Poeta confesional, a menudo, cultivador del haiku y el relato, su poesía transita por algunos de los lugares comunes de la poesía figurativa tan propia de los ochenta y noventa, sin por ello renunciar a una voz personal, honda y muy verdadera.
El encuentro con Cereijo tendrá lugar el viernes 19 de febrero, como siempre en el Pub James Joyce (Alcalá 59, Madrid). Comenzaremos a las 19:30 para terminar sobre las 20:45 (aprox.) Ojo con esto, porque en esta ocasión a las nueve tiene que estar todo desmontado en el reservado para comenzar con las cenas, por lo que seremos escrupulosos con el horario.
Para que podáis conocer un poco a este autor os dejamos su nota bibliográfica y algunos enlaces:
José Cereijo, nació en Redondela (Pontevedra), en 1957. Desde 1968 vive en Madrid. Ha publicado cuatro libros de poemas hasta la fecha: Límites (Colección Melibea, 1994), Las trampas del tiempo (Hiperión, 1999), los hikus: La amistad silenciosa de la luna (Pre-Textos, 2003) y Música para sueños (Pre-Textos, Valencia, 2007), además de un libro de relatos breves, Apariencias (Renacimiento, Sevilla, 2005).
Contrapoesía de poetas reversados, es una publicación de Ya lo dijo Casimiro Parker
Comenzaré por lo más sencillo. Gonzalo Escarpa ha tenido a bien mandarme sus textos en la antología en archivo '.doc', lo que me ha hecho comodísimo leerle y seleccionar sus textos. Gracias, Gonzalo. La muestra que os doy es deliberadamente breve, id al libro.
La poesía es una alarma. Consiste más o menos en decir algo que no se sabe decir. […] Aumentemos la confusión para verlo todo mucho más claro.
Un libro de poemas
es justo lo contrario
a un poema de libro.
Un libro de castillos
reúne hojas, castillos,
imágenes, un índice.
Un libro de poemas
sobre castillos puede
no tener ni castillos.
Un libro de poemas
es lo más parecido
a un poema de libros.
___________________________
Está uno asomado a la ventana
desde la que se ve la playa, y es
como si el mar barriese, y al revés:
como si lo que queda de la playa
aspirase las olas, en furiosa
doméstica y acuática limpieza.
La transparencia, Dios, la transparencia,
la enunciación, y todas esas cosas
[desde el mar se ve el mar y no la tierra/
desde la tierra el mar es más pequeño/
es el mar que se mete para dentro]
Está uno asomado a la marea
a punto de aclarar un gran misterio,
y todo sigue igual, y eso es lo bueno.
_______________________________
Yo no comprendo nada. No por eso
me rindo. Una cuestión
de técnica, sin más. No comprender
apenas nada ofrece
nuevas y limpias posibilidades:
ir ofreciendo el desconocimiento, hacerle
entrega al mundo de este interrogante,
que sea finalmente de todos tanta duda,
tanta perplejidad.
No comprendo siquiera
por qué, pero es inútil
tratar de resistirse a ese sosiego
que provoca partir
el pan del estupor
y, al repartirlo,
propagarlo, darlo
a luz, iniciarlo,
no poseer la sola
incomprensión de todos,
y no comprender nada,
y celebrarlo.
_____________________
La nieve es tan hermosa
como inútil.
Ya lo decía Shakespeare.
Bueno, no,
Shakespeare no.
Pero no importa.
_____________________
Un desorden cualquiera,
una avenida
valiente, sin nosotros. Adivina
de qué te estoy hablando.
Si mañana
una mirada rara o un insecto
te disparara nieve
o vino, ¿qué dirías? ¿Hay respuesta
para el ruido de un tren?
______________________________
OTEAR
sobre aquellos tejados
más lejos todavía
mucho más
levanta la mirada
sube
ven
detrás de las antenas
más allá
la belleza está ahí
donde no alcanza
el ojo
más lejos
mírala
ya se está yendo
miércoles, 17 de febrero de 2010
Poemas de Javier Villafañe en 'Hay que regar antes que llueva'
Usted sabe, sapo, que lo amo.
Se metió en mi vida mucho antes
que yo que apenas puedo averiguarme
dónde estoy, qué hago
qué quiero hacer pensando
un martes
que ferió su señorçia en el patio
controlando la tarde
gota a gota la lluvia, los insectos
todo zumbar etéreo y deambulando
por cercanías de su bocalabios.
A veces nos hace creer que está invernando
y no es cierto, anda por el Cielo
paseando con el Diablo.
______________________
Cuando despierto
la sed
empieza a beberme el cuerpo.
A la sed
doy a beber
hasta quedarme sediento.
Y quién nos apaga, sed
que nos vamos bebiendo
mano a mano, copa a copa
tus labios, sed, en mi boca
mi boca, sed, en tus labios
y entre una copa y la otra
el vino que nos desborda
tu sed, mi sed, ¿hasta cuándo?
Poemas de Javier Villafañe en 'Hay que regar antes que llueva', publicado en 2009 por El Suri Porfiado.
Se metió en mi vida mucho antes
que yo que apenas puedo averiguarme
dónde estoy, qué hago
qué quiero hacer pensando
un martes
que ferió su señorçia en el patio
controlando la tarde
gota a gota la lluvia, los insectos
todo zumbar etéreo y deambulando
por cercanías de su bocalabios.
A veces nos hace creer que está invernando
y no es cierto, anda por el Cielo
paseando con el Diablo.
______________________
Cuando despierto
la sed
empieza a beberme el cuerpo.
A la sed
doy a beber
hasta quedarme sediento.
Y quién nos apaga, sed
que nos vamos bebiendo
mano a mano, copa a copa
tus labios, sed, en mi boca
mi boca, sed, en tus labios
y entre una copa y la otra
el vino que nos desborda
tu sed, mi sed, ¿hasta cuándo?
Poemas de Javier Villafañe en 'Hay que regar antes que llueva', publicado en 2009 por El Suri Porfiado.
Ana Delgado Cortés está en Poesía Capital, aquí dos poemas suyos en la antología
El hombre que me muerde
no muerde en mí la carne, el pecho, el labio
El hombre que me muerde
muerde de mí el instante
y sólo permanezco por su boca.
_______________________________
Mi último amante remonta el vuelo
de la falda de una rubia.
Ella no sabe de estratosferas,
pero en sus aires de mujer diez
él planea
–intuyo que planea futuros inmediatos–,
mientras yo, cada domingo,
me descoyunto al doblar las sábanas a solas
porque no me da de sí la envergadura
de estas alas que no vuelan los días pares.
martes, 16 de febrero de 2010
'Una batista floriada' para Inodoro Pereyra
Seguimos desgranando el 'Cántico' de Jorge Guillén
IMPACIENTE VIVIR
Salta por el asfalto,
Frente al anochecer,
El ventarrón de marzo,
Tan duro que se ve.
Las esquinas aguzan
Su coraje incisivo.
Tiemblan desgarraduras
De viento y sol. ¿Gemidos?
Una lid: cuatro calles.
La luz bamboleada,
Luz apenas, retrae
Las figuras a manchas.
Da el viento anochecido
Contra esquina y sillar.
Marzo arrecia. ¿Granito?
Él lo acometerá.
Entonces, por la piedra
Rebotando, se yergue
Con más gana la fuerza
Del vivir impaciente.
Poema de Jorge Guillén en su poemario 'Cántico'
Salta por el asfalto,
Frente al anochecer,
El ventarrón de marzo,
Tan duro que se ve.
Las esquinas aguzan
Su coraje incisivo.
Tiemblan desgarraduras
De viento y sol. ¿Gemidos?
Una lid: cuatro calles.
La luz bamboleada,
Luz apenas, retrae
Las figuras a manchas.
Da el viento anochecido
Contra esquina y sillar.
Marzo arrecia. ¿Granito?
Él lo acometerá.
Entonces, por la piedra
Rebotando, se yergue
Con más gana la fuerza
Del vivir impaciente.
Poema de Jorge Guillén en su poemario 'Cántico'
lunes, 15 de febrero de 2010
Rosario Castellanos dialoga con... Rubén Darío y Octavio Paz
'Saluda al sol, araña, no seas rencorosa', cita Rosario Castellanos a Rubén Darío en sus Diálogos con los hombres más honrados. Ahí va el poema de Rubén:
Filosofía
Saluda al sol, araña, no seas rencorosa,
da tus gracias a Dios, oh sapo, pues que eres.
El peludo cangrejo tiene espinas de rosa
y los moluscos reminiscencias de mujeres.
Sabed ser lo que sois, enigmas, siendo formas;
dejad la responsabilidad a las Normas,
que a su vez la enviarán al Todopoderoso...
(toca, grillo, a la luz de la luna; y dance el oso.)
Aunque después de Rubén llegó Octavio Paz para escribir este versito:
Elegía interrumpida
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas quedatiempo de sentarse,
alzar la cara, ver lahora
y enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber elagua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
—saluda al sol, araña, no seas rencorosa...—
Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío
Filosofía
Saluda al sol, araña, no seas rencorosa,
da tus gracias a Dios, oh sapo, pues que eres.
El peludo cangrejo tiene espinas de rosa
y los moluscos reminiscencias de mujeres.
Sabed ser lo que sois, enigmas, siendo formas;
dejad la responsabilidad a las Normas,
que a su vez la enviarán al Todopoderoso...
(toca, grillo, a la luz de la luna; y dance el oso.)
Aunque después de Rubén llegó Octavio Paz para escribir este versito:
Elegía interrumpida
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda
alzar la cara, ver la
y enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
—saluda al sol, araña, no seas rencorosa...—
Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío
sábado, 13 de febrero de 2010
jueves, 11 de febrero de 2010
Contrapoesía de poetas reversados, es una publicación de Ya lo dijo Casimiro Parker
Casimiro ha tenido la feliz ocurrencia, y la suerte, de publicar unos inéditos de Pedro Casariego Córdoba, amén de algunos textos de repaso de la obra conocida de Pe Cas Cor.
No contento con esto, ha incluido en el atrevido libro textos de Scala, y de los jóvenes Arturo Martínez y Gonzalo Escarpa, no menos atrevidos.
Pero sin lugar a dudas, siendo todos ellos tan intrépidos y audaces en su escritura, no lo es menos la propia edición. Debes tener el libro en las manos para apreciarlo, una joya. En próximas fechas te mostraré parte del contenido.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Poemas de Javier Villafañe en 'Hay que regar antes que llueva'
Dios con frecuencia
se provoca un sueño.
Sueña
que es hombre
es su sueñodeseo
ser hombre y sufrir
amar, morir
y tocar su esqueleto
y como su anhelo
es realidad soluble
espejo fiel del sueño
a veces despierta muerto
buscando entre las nubes
elpolvo de sus huesos.
_________________
En qué pensaba Dios cuando hizo la mosca
sus malolientes dleites relajados
el suicidio en un plato de sopa
su infaltable presencia en excusados
transitados
por caballeros que sin llegar aflojan
damas menstruosas
y niños con diarreas de verano
y soreteando por plazas y caminos
entre estiércol y charcos
imprevistos
se pregunta la mosca mientras va volando
¿y yo, en qué estaba pensando
cuando Dios me hizo?
___________________
Las uvas sostienen parrales y racimos
engolosinando gorriones y abejas
mientras La Tierra
gira en el abismo
y la sombraluz de las tinieblas.
Primero fue la uva, antes el vino
cuando la sed hostigaba la lengua
y el agua inauguraba el andar de los ríos.
El agua
delirio en el desierto
último recuerdo
de los náufragos. El agua
que no es nada
más que agua.
se provoca un sueño.
Sueña
que es hombre
es su sueñodeseo
ser hombre y sufrir
amar, morir
y tocar su esqueleto
y como su anhelo
es realidad soluble
espejo fiel del sueño
a veces despierta muerto
buscando entre las nubes
elpolvo de sus huesos.
_________________
En qué pensaba Dios cuando hizo la mosca
sus malolientes dleites relajados
el suicidio en un plato de sopa
su infaltable presencia en excusados
transitados
por caballeros que sin llegar aflojan
damas menstruosas
y niños con diarreas de verano
y soreteando por plazas y caminos
entre estiércol y charcos
imprevistos
se pregunta la mosca mientras va volando
¿y yo, en qué estaba pensando
cuando Dios me hizo?
___________________
Las uvas sostienen parrales y racimos
engolosinando gorriones y abejas
mientras La Tierra
gira en el abismo
y la sombraluz de las tinieblas.
Primero fue la uva, antes el vino
cuando la sed hostigaba la lengua
y el agua inauguraba el andar de los ríos.
El agua
delirio en el desierto
último recuerdo
de los náufragos. El agua
que no es nada
más que agua.
Bárbara Butragueño está en Poesía Capital, aquí dos poemas suyos en la antología
I
La luz redondea mi vientre;
yacen a sus costados,
mis manos abiertas,
casi violadas,
rezumando la triste ternura
de quien no entiende.
Yo nací muda.
No viví guerras ni catástrofes,
y mis manos no han tocado
los huesos tristes de los muertos.
Todo cuanto sé
habita el vacío
que cubre la distancia de las cosas,
pues sólo conozco la violencia
de las flores,
la lava fría y soterrada
del lenguaje.
Soy ceniza en el viento abrasado que no soy.
Mi voz es yema del poema,
espacio intermedio entre la palabra y yo,
sin vocación de fuego.
sin cualidad de nada.
Cómo explicarle a mis manos
que nunca curarán la carne de los hombres.
Cómo decirlas que el único elemento
que les es propio
es sólo el magma de la nada,
eje del aire
que nada salva.
VI
Los días impares
me gusta perderme en diagonal.
Las calles
se vuelven piezas necesarias
de un tablero que invento
con haces de luz y hojas.
Lo diurno descansa
en un milímetro de noche,
aletea
riéndose grave
y de pronto comprendo
la urgencia del viento,
las manos escarchadas
de las plazas.
Comienza a granizar bajito
como si algo se hubiera roto
y hubiese que sonreír.
Los tejados húmedos se apilan a mi alrededor
como lomos de libros viejos y el silencio
sabe a madera
y la gente camina de lado,
encogida,
tratando de no romper
el discurso de las hojas.
martes, 9 de febrero de 2010
Terminamos el comentario de 'Todo en la tarde', poema del 'Cántico' de Jorge Guillén
(Para leer el poema y los antecedentes del comentario, sigue la etiqueta Sobre Cántico'.)
Pero, si ‘Atrevida un estrella/ luce a solas’ entre la multitud ‘¿Entonces?’…Si la ciudad invita al aislamiento del ser, ¿entonces? ‘Entonces se ensordecen/ Las sombras por los muros, / De su destino henchidos: / Muros en el crepúsculo’. Si el hombre se aisla en busca de su propia salvación, el hombre se emsombrece, a tal extremo queda degradado, y, por más, queda sordo en la prisión que por sí y para sí construye. ¡Ah!, entonces los muros son ciertamente muros, barerras que levantamos para separarnos de los demás. El momento en que se alcanza en plenitud el destino del muro es el crepúsculo, al fin de la jornada. Claro, ¿verdad? Si todos buscamos el aislamiento, el propio provecho, qué sostiene a la sociedad. Bueno, no sé si Jorge es tan político, jejeje, pero a esto apunta. Así es, por tanto, que al final, cuando los amarillos rayos del sol declinan y se acercan al rojo, cuando la luz que a todos nos alumbra tiende a apagarse y quedamos cada cual sumido en su propia sangre, que ‘Cristal no dejan ver/ Los balcones al sol’. Es otro modo de señalar el ocultamiento y el distanciamiento que imponen los muros. Por mejor decir, el ocultamineto y distanciamiento buscados, para los que nos servimos de los muros. En estas circunstancias, sordos nosotros, los rayos del sol no penetran en nos, no hay inteligencia que nos escrute. Y a vueltas con la perspectuva del cristal de balcón que hemos señalado ya en tantos momentos de Cántico, en esta oportunidad la visión es desde el exterior, de nuevo, pero esta vez el fulgor del cristal hace que no se vea hacia adentro y que desde afuera sólo veamos hacia fuera, hacía arriba, hacia el cielo: ‘Que inicia en los balcones/ La actualidad del cielo’, pero no para ver en esa gloria que prorrumpe otra cosa que los carmines en los que estallamos (cantan, dice, este Jorge que a todo da vuelta) y nubes, las mismas nubes que en la primera parte de este poema decíamos que nos limitaban.
En resumen, dice el poema que el hombre es un pobre bicho, un ser social al que la sociedad limita. Y que, entonces, él huye, busca mirar desde afuera y construirse su propia isla artificial de dicha, pero esta búsqueda del yo es una búsqueda que sólo nos conduce a volver a tropezar con las nubes, ¡cómo un hombre puede hallarse a sí mismo tan lejos de los demás hombres! He dicho.
Pero, si ‘Atrevida un estrella/ luce a solas’ entre la multitud ‘¿Entonces?’…Si la ciudad invita al aislamiento del ser, ¿entonces? ‘Entonces se ensordecen/ Las sombras por los muros, / De su destino henchidos: / Muros en el crepúsculo’. Si el hombre se aisla en busca de su propia salvación, el hombre se emsombrece, a tal extremo queda degradado, y, por más, queda sordo en la prisión que por sí y para sí construye. ¡Ah!, entonces los muros son ciertamente muros, barerras que levantamos para separarnos de los demás. El momento en que se alcanza en plenitud el destino del muro es el crepúsculo, al fin de la jornada. Claro, ¿verdad? Si todos buscamos el aislamiento, el propio provecho, qué sostiene a la sociedad. Bueno, no sé si Jorge es tan político, jejeje, pero a esto apunta. Así es, por tanto, que al final, cuando los amarillos rayos del sol declinan y se acercan al rojo, cuando la luz que a todos nos alumbra tiende a apagarse y quedamos cada cual sumido en su propia sangre, que ‘Cristal no dejan ver/ Los balcones al sol’. Es otro modo de señalar el ocultamiento y el distanciamiento que imponen los muros. Por mejor decir, el ocultamineto y distanciamiento buscados, para los que nos servimos de los muros. En estas circunstancias, sordos nosotros, los rayos del sol no penetran en nos, no hay inteligencia que nos escrute. Y a vueltas con la perspectuva del cristal de balcón que hemos señalado ya en tantos momentos de Cántico, en esta oportunidad la visión es desde el exterior, de nuevo, pero esta vez el fulgor del cristal hace que no se vea hacia adentro y que desde afuera sólo veamos hacia fuera, hacía arriba, hacia el cielo: ‘Que inicia en los balcones/ La actualidad del cielo’, pero no para ver en esa gloria que prorrumpe otra cosa que los carmines en los que estallamos (cantan, dice, este Jorge que a todo da vuelta) y nubes, las mismas nubes que en la primera parte de este poema decíamos que nos limitaban.
En resumen, dice el poema que el hombre es un pobre bicho, un ser social al que la sociedad limita. Y que, entonces, él huye, busca mirar desde afuera y construirse su propia isla artificial de dicha, pero esta búsqueda del yo es una búsqueda que sólo nos conduce a volver a tropezar con las nubes, ¡cómo un hombre puede hallarse a sí mismo tan lejos de los demás hombres! He dicho.
Inodoro Pereyra en 'País de vacas', con un final apoteósico
lunes, 8 de febrero de 2010
Rosario Castellanos dialoga con... Ramón López Velarde
"Soy un harén y un hospital/ colgados juntos de un ensueño", cita Rosario Castellanos a Ramón López Velarde en 'Diálogos con los hombres más honrados'. El poema de Ramón:
LA ÚLTIMA ODALISCA
Mi carne pesa, y se intimida
porque su peso fabuloso
es la cadena estremecida
de los cuerpos universales
que se han unido con mi vida.
Ámbar, canela, harina y nube
que en mi carne al tejer sus mimos,
se eslabonan con el efluvio
que ata los náufragos racimos
sobre las crestas del Diluvio.
Mi alma pesa, y se acongoja
porque su peso es el arcano
sinsabor de haber conocido
la Cruz y la floresta roja
y el cuchillo del cirujano.
Y aunque todo mi ser gravita
cual un orbe vaciado en plomo,
que en la sombra paró su rueda,
estoy colgado en la infinita
agilidad del éter, como
de un hilo escuálido de seda.
Gozo… Padezco… Y mi balanza
vuela rauda con el beleño
de las esencias del rosal:
soy un harén y un hospital
colgados juntos de un ensueño.
Voluptuosa Melancolía:
en tu talle mórbido enrosca
el Placer su caligrafía
y la Muerte su garabato,
y en un clima de ala de mosca
la Lujuria toca a rebato.
Mas luego las samaritanas,
que para mí estuvieron prestas
y por mí dejaron sus fiestas,
se irán de largo al ver mis canas,
y en su alborozo, rumbo a Sión,
buscarán el torrente endrino
de los cabellos de Absalón.
¡Lumbre divina, en cuyas lenguas
cada mañana me despierto:
un día, al entreabrir los ojos,
antes que muera estaré muerto!
Cuando la última odalisca,
ya descastado mi vergel,
se fugue en pos de una nueva miel
¿qué salmodia del pecho mío
será digna de suspirar
a través del harén vacío?
Si las victorias opulentas
se han de volver impedimentas,
si la eficaz y viva rosa
queda superflua y estorbosa,
¡oh, Tierra ingrata, poseída
a toda hora de la vida:
en esa fecha de ese mal,
hazme humilde como un pelele
a cuya mecánica duele
ser solamente un hospital!
LA ÚLTIMA ODALISCA
Mi carne pesa, y se intimida
porque su peso fabuloso
es la cadena estremecida
de los cuerpos universales
que se han unido con mi vida.
Ámbar, canela, harina y nube
que en mi carne al tejer sus mimos,
se eslabonan con el efluvio
que ata los náufragos racimos
sobre las crestas del Diluvio.
Mi alma pesa, y se acongoja
porque su peso es el arcano
sinsabor de haber conocido
la Cruz y la floresta roja
y el cuchillo del cirujano.
Y aunque todo mi ser gravita
cual un orbe vaciado en plomo,
que en la sombra paró su rueda,
estoy colgado en la infinita
agilidad del éter, como
de un hilo escuálido de seda.
Gozo… Padezco… Y mi balanza
vuela rauda con el beleño
de las esencias del rosal:
soy un harén y un hospital
colgados juntos de un ensueño.
Voluptuosa Melancolía:
en tu talle mórbido enrosca
el Placer su caligrafía
y la Muerte su garabato,
y en un clima de ala de mosca
la Lujuria toca a rebato.
Mas luego las samaritanas,
que para mí estuvieron prestas
y por mí dejaron sus fiestas,
se irán de largo al ver mis canas,
y en su alborozo, rumbo a Sión,
buscarán el torrente endrino
de los cabellos de Absalón.
¡Lumbre divina, en cuyas lenguas
cada mañana me despierto:
un día, al entreabrir los ojos,
antes que muera estaré muerto!
Cuando la última odalisca,
ya descastado mi vergel,
se fugue en pos de una nueva miel
¿qué salmodia del pecho mío
será digna de suspirar
a través del harén vacío?
Si las victorias opulentas
se han de volver impedimentas,
si la eficaz y viva rosa
queda superflua y estorbosa,
¡oh, Tierra ingrata, poseída
a toda hora de la vida:
en esa fecha de ese mal,
hazme humilde como un pelele
a cuya mecánica duele
ser solamente un hospital!
domingo, 7 de febrero de 2010
sábado, 6 de febrero de 2010
viernes, 5 de febrero de 2010
jueves, 4 de febrero de 2010
'Tic tac, toc toc', de Isabel García Mellado ( y fin)
recordar estas piedras blancas y pequeñas
gritando silencios en columnas vertebrales
pálidas y estrechas,
tan desasistidas.
no sé por dónde acuden las palabras
ni por qué cada uno mastica una distinta
y eso es lo que nos hace sentir tan solos
no hay más que sombras paradas
sobre este precipicio
rodeadas por un viento inmóvil
que se convertirá más tarde en otra cosa
como tú y yo comiendo pipas
o una madre cuando duerme
____________________
a veces la ilusión
es una estrella que se funde
y tengo que volver a trepar la noche
en silencio y a lágrima viva
para cambiar la bombilla
sin ponerle reproches
lo he hecho tantas veces
y lo seguiré haciendo
pero sólo si sigo
encontrándote arriba
___________________
las naranjas son enormes
esta mañana todo brillaba con el color exacto
y no hacía falta ningún extremo
estaba allí la calma alrededor de todo
sobre el frío y nuestros supuestos errores
relativizando el cielo
y haciéndoles trajes caros a los prinicpios
los pensamientos se alinearon en una fila perfecta
las lágrimas, en todo caso, serían ordenadas y bienvenidas.
ahora hay un manojo de flores en cada silencio
un pájaro dormido y una vida como un río
con sus discursos de susurros y de peces
ahora una naranja rueda despreocupada
hasta unas manos diminutas
y el reloj engreído
que lo observa todo
Poemas de Isabel García Mellado en su poemario 'Tic tac, toc toc'. Tres poemas más de este libro cuelgan de Poesía Abierta, sigue la etiqueta Isabel García Mellado para localizarlos rápidamente.
gritando silencios en columnas vertebrales
pálidas y estrechas,
tan desasistidas.
no sé por dónde acuden las palabras
ni por qué cada uno mastica una distinta
y eso es lo que nos hace sentir tan solos
no hay más que sombras paradas
sobre este precipicio
rodeadas por un viento inmóvil
que se convertirá más tarde en otra cosa
como tú y yo comiendo pipas
o una madre cuando duerme
____________________
a veces la ilusión
es una estrella que se funde
y tengo que volver a trepar la noche
en silencio y a lágrima viva
para cambiar la bombilla
sin ponerle reproches
lo he hecho tantas veces
y lo seguiré haciendo
pero sólo si sigo
encontrándote arriba
___________________
las naranjas son enormes
esta mañana todo brillaba con el color exacto
y no hacía falta ningún extremo
estaba allí la calma alrededor de todo
sobre el frío y nuestros supuestos errores
relativizando el cielo
y haciéndoles trajes caros a los prinicpios
los pensamientos se alinearon en una fila perfecta
las lágrimas, en todo caso, serían ordenadas y bienvenidas.
ahora hay un manojo de flores en cada silencio
un pájaro dormido y una vida como un río
con sus discursos de susurros y de peces
ahora una naranja rueda despreocupada
hasta unas manos diminutas
y el reloj engreído
que lo observa todo
Poemas de Isabel García Mellado en su poemario 'Tic tac, toc toc'. Tres poemas más de este libro cuelgan de Poesía Abierta, sigue la etiqueta Isabel García Mellado para localizarlos rápidamente.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Poemas de Javier Villafañe en 'Hay que regar antes que llueva'
A riesgo de parecer pagado por El Suri Porfiado,a lo que, por cierto, no me opongo, os muestro en dos sesiones versos del tirititero y poeta bonaerense Javier Villafañe recogidos en el libro que El Suri pública (con textos póstumos) en el año 2009.
En fin, perdonad que no os ponga la portada del libro. ¡Hoy me da una pereza...! ¡Ah! Habrá una segunda tanda(y una tercera), cada semana, claro. ¡Ah!, y deciros que ya había publicado un poema de Villafañe en Poesía Abierta, desde Buenos Aires, el 6 de julio de 2009. (Siguiendo la etiqueta Javier Villafañe, llegas rápido.)
Cada cual atienda su juego
Un trece de mayo atentaron contra el papa y desde ese día -13- se hizo supersticioso. Ocurrió cuando su Santidad, en Roma, trabajando dignamente en su oficio, bendecía a millares de fieles. Sonreía su bello cuerpo atlético, campeón de natación de nube en nube, levantador de pesas de pecados veniales y mortales. Mientras tanto, en Madrid, en el Parque del Retiro, un tirititero trabajaba dignamente en su oficio y pasaba la gorra recogiendo pesetas para el vino nuestro de cada día, y Dios trabajando dignamente en su oficio, aplaudía con las enormes manos que inventaron montañas, mares, abismos y frágiles costillas para deleite y angustia del hombre. La dicha, la alegría de Dios pintiparado en la puerta del Cielo, mirando una función de títeres, fue en un santiamén desbaratada por el Diablo, que también trabajaba dignamente en su oficio y aprovechó el divertimento, el distraído encanto de Dios y poner un revólver en la diestra y decirle dulcemente al oído: "Remátalo al papa". Y ¡Pum! ¡Pun! ¡Pum! Y Juan Pablo II cayó de rodillas, sangrando, con los brazos en cruz sobre elpecho. Una ambulancia lo llevó al hospital. Dios iba rezando de urgencia. No pudo ver el final de la función. Se lo contó un Ángel, pero no es lo mismo.
El desesperanzado
Se le rompió la soga cuando se estaba ahorcando
y cayó de culo al suelo. Se levantó, miró la viga
el nudo que hizo tan despacio y pensando
el canario en la jaula, el malvón que había olvidado
de regar y salió a la calle con la mortaja puesta
y un ardor en el cuello
Hay más tiempo que vida
los pájaros lo saben cuando extienden
las alas y planean
también lo sabe le viento
al sostener el equilibrio de los álamos.
Tiempovida
agua entre ramas
piedras de licuosos musgos
remansos apaciguando sombras
y un frescor transparente.
En fin, perdonad que no os ponga la portada del libro. ¡Hoy me da una pereza...! ¡Ah! Habrá una segunda tanda(y una tercera), cada semana, claro. ¡Ah!, y deciros que ya había publicado un poema de Villafañe en Poesía Abierta, desde Buenos Aires, el 6 de julio de 2009. (Siguiendo la etiqueta Javier Villafañe, llegas rápido.)
Cada cual atienda su juego
Un trece de mayo atentaron contra el papa y desde ese día -13- se hizo supersticioso. Ocurrió cuando su Santidad, en Roma, trabajando dignamente en su oficio, bendecía a millares de fieles. Sonreía su bello cuerpo atlético, campeón de natación de nube en nube, levantador de pesas de pecados veniales y mortales. Mientras tanto, en Madrid, en el Parque del Retiro, un tirititero trabajaba dignamente en su oficio y pasaba la gorra recogiendo pesetas para el vino nuestro de cada día, y Dios trabajando dignamente en su oficio, aplaudía con las enormes manos que inventaron montañas, mares, abismos y frágiles costillas para deleite y angustia del hombre. La dicha, la alegría de Dios pintiparado en la puerta del Cielo, mirando una función de títeres, fue en un santiamén desbaratada por el Diablo, que también trabajaba dignamente en su oficio y aprovechó el divertimento, el distraído encanto de Dios y poner un revólver en la diestra y decirle dulcemente al oído: "Remátalo al papa". Y ¡Pum! ¡Pun! ¡Pum! Y Juan Pablo II cayó de rodillas, sangrando, con los brazos en cruz sobre elpecho. Una ambulancia lo llevó al hospital. Dios iba rezando de urgencia. No pudo ver el final de la función. Se lo contó un Ángel, pero no es lo mismo.
El desesperanzado
Se le rompió la soga cuando se estaba ahorcando
y cayó de culo al suelo. Se levantó, miró la viga
el nudo que hizo tan despacio y pensando
el canario en la jaula, el malvón que había olvidado
de regar y salió a la calle con la mortaja puesta
y un ardor en el cuello
Hay más tiempo que vida
los pájaros lo saben cuando extienden
las alas y planean
también lo sabe le viento
al sostener el equilibrio de los álamos.
Tiempovida
agua entre ramas
piedras de licuosos musgos
remansos apaciguando sombras
y un frescor transparente.
martes, 2 de febrero de 2010
'Todo en la tarde' III, poema de Jorge Guillén en Cántico
III
Entonces se ensordecen
Las sombras por los muros,
De su destino henchidos:
Muros en el crepúsculo.
Sólo al fin, en la tarde
Venida a un amarillo
Propenso ya a los rojos
Que adelantan estío,
Cristal no dejan ver
Los balcones al sol.
Láminas antes diáfanas
Acumulan fulgor,
Tan favorable así,
Tan rico de reflejos
Que inicia en los balcones
La actualidad del cielo,
Pleno. Revelación:
Una gloria prorrumpe,
Se revela en su coro.
Carmines cantan. ¡Nubes!
(Volviendo atrás, a la segunda parte de este poema, fijémonos en las dos estrofas postreras. Quiero señalar que esa soledad y aislamiento que se logra en la turbamulta urbana se equipara a un espacio natural: 'Como si hubiera a solas/ En el tumulto campo,/ Follajes hay que salvan/ Su paz entre sus pájaros''. Y en tal aislamiento, van dorándose las torres. ¿? '¡Oh tú, dorado excremento del tiempo!', escribió Leopoldo María Panero. ¿Quien es este excremento dorado?¿Quién es esta torre dorada? Son el mismo, el hombre. Jorge se refiere al hombre que busca su soledad, al hombre-isla, Leopoldo María se refiere al hombre en sí, sin discriminar. Mirando a Jorge, Jorge está pensando en la inmensa minoría que se construye su torre de márfil. Esto dicho sin afán de ofensa, por supuesto, sino todo lo contrario. Hombre-isla, hombre-torre, dorado, por lo valioso y lo luminoso: hombre-estrella.)
Entonces se ensordecen
Las sombras por los muros,
De su destino henchidos:
Muros en el crepúsculo.
Sólo al fin, en la tarde
Venida a un amarillo
Propenso ya a los rojos
Que adelantan estío,
Cristal no dejan ver
Los balcones al sol.
Láminas antes diáfanas
Acumulan fulgor,
Tan favorable así,
Tan rico de reflejos
Que inicia en los balcones
La actualidad del cielo,
Pleno. Revelación:
Una gloria prorrumpe,
Se revela en su coro.
Carmines cantan. ¡Nubes!
(Volviendo atrás, a la segunda parte de este poema, fijémonos en las dos estrofas postreras. Quiero señalar que esa soledad y aislamiento que se logra en la turbamulta urbana se equipara a un espacio natural: 'Como si hubiera a solas/ En el tumulto campo,/ Follajes hay que salvan/ Su paz entre sus pájaros''. Y en tal aislamiento, van dorándose las torres. ¿? '¡Oh tú, dorado excremento del tiempo!', escribió Leopoldo María Panero. ¿Quien es este excremento dorado?¿Quién es esta torre dorada? Son el mismo, el hombre. Jorge se refiere al hombre que busca su soledad, al hombre-isla, Leopoldo María se refiere al hombre en sí, sin discriminar. Mirando a Jorge, Jorge está pensando en la inmensa minoría que se construye su torre de márfil. Esto dicho sin afán de ofensa, por supuesto, sino todo lo contrario. Hombre-isla, hombre-torre, dorado, por lo valioso y lo luminoso: hombre-estrella.)