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jueves, 15 de abril de 2010

Nicolás Valencia, compañero, aquí comienza 'Sala para fumadores'

Nicolás dijo: "hasta aquí" el día 17 de diciembre de 2008. Tiempo ha, ¿verdad? No tanto.
Nicolas no fué mi amigo, pero fue compañero de Patrañas. Y recuerdo que en esa última etapa de su vida, y tras mi publicación de 'la cinta de moebius', Nico se interesó a través de mi poesía por contactar conmigo. Nunca pudo ser que viniera a Madrid a algún evento que compartiéramos, ni a mí se me ocurrió pasar por Leganés a verle: las conversaciones telefónicas con él me resultaban un poco inquietantes.
En fin, que Nicolás se fue sin que pudiéramos hablar gustosa y sosegadamente. ¿Sus motivos? Nada sé, pero además no viene al caso. Sólo os cuento esto para que veáis en la publicación de 'Sala para fumadores' (Patrañas, 2009) que aquí compartiré con vosotros al completo, el merecido, tardío y personal homenaje a Nicolás. Yo no acudí a la despedida que le rendieron sus familiares y amigos, ni era mi lugar ni Nicolás me esperaba. Tampoco acudí a la presentación de 'Sala para fumadores' en Leganés, ni era mi lugar ni Nocolás me esperaba. Mi lugar, Nicolás, es éste. Aquí sí soy contigo, en las letras, nuestra patria común, que tú y yo somos verso tan solo. Nicolás, alguien con quien hablo más de muerto que de vivo. Perdóname la tardanza. ¡Va!

La Canción
Caminaron un sin fin de millas, tanto como para rodearlo
todo, y serpentearon de norte a sur, de este a oeste,
tanto como para no dejar sin comienzo a cada cosa que
habría de existir.
Anduvieron y alzaron sus voces en cánticos tan sólo
audibles para ellos mismos, sus dioses y la propia tierra.
Esas voces reverberaron de aquello sin nombre en su
piel y en su mente, afirmando su ya existencia.
Así lo cuentan los ancianos a todo aquel que se presta.
El escuchador arde entonces por preguntarles acerca
de la luz, la emoción, el dolor y el amor, porque no
quiere dormir para siempre en la dicha, en la satisfacción
del que no vibra.
El "Tiempo de ensueño" se repite una y otra vez en instantes,
que algunos iluminan porque se da gracias a los
hombres, que son los que portan la antorcha y recogen
los frutos.
Habrá un cambio cuando cada uno de nosotros tema
todo aquello que no fue cantado, sino fabricado para
nuestro engorde.

DE LO QUE OCURRIÓ AL COMIENZO

Desmemoria
Sólo recuerdo que olvido,
siento que no dejo huellas en el camino.
Recuerdo que tengo un pasado
trufado de llanto y risa
luces y sombras, rechazos y besos
y sed y hartura.
Hoy repican las campanas,
es tiempo de pensar en el invierno.
En su frío y sus silencios.
Y en su frío.
Sólo recuerdo que olvido,
¿dejo huella en el camino?
¡Muéstrame el sendero a tus labios!

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