JULIA
¡Cómo dolió el anzuelo de la vida!
Fui fecundada y creí consumirme
en la sala de urgencias de una clínica.
Algunas mujeres saben cuando la semilla
se aferra a sus vientres y se alegran de saber esto.
Sólo supe que era feliz más tarde,
inducida por el sueño del formo
y el último indulto en la consciencia.
Las contracciones fortalecen a las madres, dicen.
A mí me dio el aliento ver a mi hija de espaldas
con la nuca cubierta de pelo.
Pude dormir de nuevo gracias a esa imagen.
Mi hija sonríe ahora.
Tiene el pelo del color de las luces de emergencia
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