Hace unos meses os solté mi rollo (o hice una exhortación, como prefiráis) contra el soneto...
(Perdonad la disgresión, pero me doy cuenta de que el DRAE no recoge las expresiones soltar el rollo ni tirarse el rollo. Apunto, pues:
Soltar el rollo: largar un discurso tedioso por repetido y sabido.
Ejemplos:
1)-Tocar la puerta, soltar mi rollo y vender o no vender la enciclopedia.
2)-Me encontré con Raúl y me soltó su rollo: que es por el trabajo que tarda tantos años en licenciarse en la universidad.
También decimos que soltamos el rollo cuando la impaciencia por decir nuestro discurso nos come.
Ejemplo:
1)-Salí a la pizarra, le solté el rollo al profesor y me quedé más a gusto...
Tirarse el rollo o enrollarse: acceder a compartir o dar algo a otro u otros.
Ejemplos:
1)-Tírate el rollo y compra una birras.
2)-Enróllate y ven conmigo, que no me mola ir solo.
Como se ve en sendas expresiones, pertenecen al habla coloquial, sobre todo la segunda es jerga juvenil.)
Volviendo al soneto. Abrimos la serie con Bartolomé Leonardo de Argensola (o Lupercio Leonardo de Argensola, que la autoría no está clara) en un verso sobre los afeites y la impostada belleza, y con Francisco de Medrano en un poema contra el artificio. La irónica intención espero fuera patente. En aquel momento no confesé de dónde salían estos versos, y creo que hoy conviene hacerlo: un precioso libro de la editorial Akal, a cargo de Elías L. Rivers, que lleva por título El soneto español en el siglo de oro. Lo digo no porque pretende eliminar confusión, sino porque en la recopilación de Rivers se admite la multiplicidad de fuentes y de ortografías y el caos es bastante notable y plausible, con lo que me remito a reproducirlo. Quien quiera saber la fuente de dónde extraigo el verso, que consulte la citada antología de Akal.
Al ir a copiar mi selección, primero he buscado los textos en internet (obviamente) y a partir del que aquí he encontrado, he traspuesto la versión del libro. Dos fuentes importantísimas para conocer el soneto del siglo de oro: Wikisource y la que ya te imaginas, sí, Cervantes Virtual. Así que comienzo el estudio del soneto por el Siglo de Oro español, en un primer acercamiento a través de la obra de Akal, pero luego...campo hay.
Pero, puestos a indagar en el soneto, ¿qué burla es esta de comenzar por el Siglo de Oro? ¿Es que el soneto no existe antes? En efecto, podríamos remontarnos aún más atrás y más lejos. Más lejos porque el soneto no nace en nuestra lengua, sino que nace en la lengua de Petrarca. Más atrás...hasta el duocento, a Jacopo da Lentini. Los textos de Lentini están accesibles en internet, pero el amigo (amici) italiano al que he pedido su traducción no puede satisfacerme tan ampliamente como yo quisiera (¡soy insaciable!). Mientras me mantengo en la búsqueda paciente de otro amigo que se preste a realizar la labor (perdona el lalaismo), te reproduzco un original de Lentini y la amable y libre traducción que el poeta Chus Arellano ha tenido a bien compartirme para que cuando menos nos hagamos una idea de la temática de aquellas primeras canciones. Gracias Chus.
Por último, el soneto que abre la continuidad de la serie lo he escogido por ser el único no en endecasílabos, está en alejandrinos. Para consultar otra variante, te ofrezco mi sonetillo, al que puedes acceder siguiendo la etiqueta "de sonetos". Al ataque, ya no te hago sufrir más.
SONETO A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, CON OCASIÓN DE HABERLE GUIADO EN LAS TORMENTAS DEL ALMA
Como el triste piloto que por el mar incierto
se ve, con turbios ojos, sujeto de la pena
sobre las corvas olas, que, vomitando arena
lo tienen de la espuma salpicado y cubierto,
cuando , sin esperanza, de espanto medio muerto,
ve el fuego de Santelmo lucir sobre la antena,
y, adorando su lumbre, de gozo l’alma llena,
halla su nao cascada surgida en dulce puerto,
así yo el mar sulcaba de penas y de enojos,
y, con tormenta fiera, ya de las aguas hondas
medio cubierto estaba, la fuerza y luz perdida,
cuando miré la lumbre, oh Virgen, de tus ojos,
con cuyo resplandor, quietándose las ondas,
llegué al dichoso puerto donde escapé la vida.
Pedro Espinosa
Y yendo al principio, un soneto de Lentini y la traducción de Chus Arellano:
Lo viso mi fa andare alegramente,
lo bello viso mi fa rivegliare,
lo viso mi conforta ispessamente,
l'adorno viso che mi fa penare.
Lo chiaro viso de la piú avenente,
l'adorno viso riso me fa fare.
Di quello viso parlane la gente,
che nullo viso a viso li po stare.
Chi vide mai cosi begli occhi in viso,
en si amorosi fare li sembianti,
ne bocca con cotanto dolce riso?
Quand' eo li parlo moroli davanti,
e pare mi chi vada in paradiso,
e tegnomi sovrano d'ogn' amanti.
Jacopo Lentini
La visión me hace andar alegremente,
la bella visión me hace renovar la esperanza,
la visión me consuela a menudo,
la graciosa visión me hace penar.
La clara visión de la más adorable,
la graciosa visión me hace sonreír.
De aquella visión hablan las gentes,
que ninguna otra visión le puede hacer frente.
¿Quién vio jamás tan bellos ojos en una visión,
ni hacer tan amoroso semblante,
ni boca con tan dulce sonrisa?
Cuando le hablo muero ante ella,
y paréceme que vaya el paraíso,
y me tengo por el más afortunado de los enamorados.
Traducción de Chus Arellano del poema de Lentini
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