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jueves, 10 de febrero de 2011

Selección de versos del 'Trabajo ilegal' de Óscar Oliva

En el día más alto

1

El año va bajando escaleras que conducen al mar.
Noviembre da un manotazo helado sobre mi carne.
Sobreviviente del día que pasa como una tormenta,
aparezco entre las maldiciones
y desgracias de un pueblo que no tiene paz.

Aparejado con el día
que levanta su cabeza por entre botes de naranjas podridas,
el rostro de la soledad, arde;
y yo,
envuelto en trapos aparentemente limpios, ¡quisiera vivir mil años...!

2

Otra vez como entonces, como ayer,
¡no sé qué hacer, qué decir, qué contestar!
Me viene un ansia de trastornar las cosas.
Las cuatro esquinas me agarran por los hombros.
Los cuatro vientos me sostienen los pasos.
¿Quién arranca este verso que no tiene sonido,
que no tiene huesos clásicos en su pecho?
¿Quién se inclina ante la alegría como un esclavo?
La razón del papel es ser ceniza.
No hay más remedio para el hambre que el pan.
Ni más sol, este que se pudre en los rincones de la tierra.

Ni más esperanza que la voluntad mía, hasta que muera.

4

Amanece despacio: con el frío adentro, golpeando.

El nuevo día relumbra entre tanques de gas.
El que antecede a este, ¿en dónde estaba?
¿En el rincón de una hora sostenida por paredes inmóviles?
¿Qué gesto, madre mía, fue el primero marcó para siempre mi rostro?
No me reconozco escribiendo estas cosas.
Yo sé que soy otro,
que a mi estandarte no llega la miseria de lo fácil,
la calumnia de lo oscuro:
que mi palabra pesa lo que pesa mi sangre.
Yo sé que a mi lado, en las ciudades, lejos, en los campos,
hay, ¿cómo decirlo?,
un ansia de que el cielo sea humano,
que el día infiel se desplome como una casa destruida.

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