a veces los niños
hacemos el amor
sobre una barra de pan
por debajo de la espalda
se extiende un campo
aunque no haya suelo
y sólo una hogaza nos sostenga
amasar sin ropa
las pieles que tiemblan
dedos, ojos y boca
se mezclan con las migas
levadura y agua tibia
fermentan despacio
en un rito alquímico de masticar
aquello recién horneado
es la metamorfosis del trigo
la que deja las manos manchadas:
harina y media medida de miedo
nos cogemos, nos sujetamos
el uno al otro
porque tememos caernos
por cualquiera de los bordes
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los niños somos parecidos a las moscas
creemos en las ovejas y volamos sobre el polvo
pero no somos ovejas
ni polvo
los niños somos parecidos a un rumor
vamos haciendo ruido pero nadie nos ve
los niños y los peces somos ajenos
nuestra memoria es eterna para el dolor del mundo
-y sólo nos crecen branquias
en los tiempos de asfixia-
gracias jesús, por hacerme hueco en tu espacio...
ResponderEliminarDe nada, Mar. Siempre con la poesía, y tú la tienes.
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