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martes, 26 de julio de 2011

Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (8)

La soledad (1860)

XLI

Antes piensa y después habla,
y después de haber hablado,
vuelve a pensar lo que has dicho,
y verás si es bueno o malo.

XLII

Entre un rosal y una zarza
nació una flor amarilla,
con tantas y tantas penas
que se murió el mismo día.

XLIII

He preguntado llorando
a mi pobre corazón,
si es mentira su alegría
y si es verdad su dolor.

Y si es verdad su dolor,
y se ha puesto a suspirar,
diciéndome en sus suspiros:
es mentira y es verdad.

XLIV

Cuando se llama a una puerta
y ninguna voz responde,
es señal de que en la casa
son muy ricos o muy pobres.

XLV

Todo el que la piedra tira
y esconde después la mano,
es, aunque no lo parezca,
el más malo de los malos.

XLVI

Cuando pasé por tu casa,
«¿quién vive?» al verme gritaste,
sólo con la mala idea
de, si aún vivía, matarme.

XLVII

Yo no sé dónde he leído
que toda la vida es sueño;
y para ver si es verdad,
a solas vivo despierto.

A solas vivo despierto,
y he sacado en consecuencia
que por la noche se vive,
y que de día se sueña.

XLVIII

Dicen que te metes monja,
yo no lo quiero creer,
porque una cosa te falta
que yo nunca te daré.

XLIX

Por Dios, mujer, no me mires
con los ojos entreabiertos,
porque así me dices sólo
la mitad de tus secretos.

L

Todos los sabios del mundo
han sacado en consecuencia,
que el dinero y las mujeres
se parecen en la mezcla.

LI

Cuando el frío de la muerte
a helar comience mi sangre,
te llamaré en voz muy alta
para que vengas a hablarme.

Y cuando estés a mi lado
me dirás lo que ya sabes...
y así se concluirán
de una vez todos mis males.

LII

El querer es una hoguera
que en nuestro pecho se enciende;
por eso cuando queremos
toda nuestra sangre hierve.

LIII

«Desde Granada a Sevilla,
y desde Sevilla al cielo...»
pero no tú, desalmada;
tú irás antes al infierno.

LIV

¡Ay pobre de mí, que a fuerza
de pensar en mis vecinos,
me he salido de mi casa
olvidándome a mí mismo!

LV

Ánimo, corazoncito,
vuelve a recobrar la vida,
que aún te quedan en el mundo
muchas penas escondidas.

Muchas penas escondidas,
y entre ellas ¡ay! la más negra:
la de hallarte día y noche
a solas con tu conciencia.

LVI

En el cielo hay una estrella
que corre hacia todas partes,
mirando si hay en el mundo
dos corazones iguales.

LVII

Levántate si te caes,
y antes de volver a andar
mira dónde te has caído
y pon allí una señal.

LVIII

Si yo tuviera el dinero
de los que a mí me han vendido,
ellos fueran menos pobres
y yo sería más rico.

LIX

Por la noche pienso en ti,
y en ti pienso a todas horas;
y mientras tanto yo viva,
vivirá en mí tu memoria.

Vivirá en mí tu memoria,
a la vez triste y alegre,
pues has sido mujer buena,
lo cual rara vez sucede.

LX

Me desperté a media noche,
abrí los ojos, y al ver
que tú estabas a mi lado,
volví a dormirme y soñé.

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