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jueves, 22 de diciembre de 2011

Más sonetos de Quevedo

Con el ejemplo del fuego enseña a Alexi pastor, cómo se ha de resistir al amor en su principio

¿No ves, piramidal y sin sosiego,        
en esta vela arder inquieta llama,        
y cuán pequeño soplo la derrama        
en cadáver de luz, en humo ciego?        

¿No ves, sonoro y animoso, el fuego
arder voraz en una y otra rama,        
a quien, ya poderoso, el soplo inflama        
que a la centella dio la muerte luego?        

Así pequeño amor recién nacido        
muere, Alexi, con poca resistencia,
y le apaga una ausencia y un olvido;        

mas si crece en las venas su dolencia,        
vence con los que pudo ser vencido        
y vuelve en alimento la violencia.

Dice, que como el labrador teme el agua cuando viene con truenos, habiéndola deseado, así es la vista de su pastora

Ya viste que acusaban los sembrados        
secos, las nubes y las lluvias; luego        
viste en la tempestad temer el riego        
los surcos, con el rayo amenazados.        

Más quieren verse secos que abrasados,   
viendo que al agua la acompaña el fuego,        
y el relámpago y trueno sordo y ciego;        
y mustio el campo teme los nublados.        

No de otra suerte temen la hermosura        
que tuyos mis ojos codiciaron,
anhelando la luz serena y pura;        

pues luego que se abrieron, fulminaron,        
y amedrentando el gozo a mi ventura,        
encendieron en mí cuanto miraron.

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