TRANSIGENCIAS
Una mujer me preguntó: "¿Sabe usted cómo se hace para imprimir los libros sin cortarlos?". A mí no me gusta invadir el terreno ajeno y le contesté: "No; soy médico".
No se puede ser célebre sin que los demás se enteren.
Hay tres cosas que alejan al hombre de su hogar: los gritos de los niños, el humo de las cocinas que no tiran y los días de limpieza general; si las mujeres las evitan y el hombre no sucumbe a las tentaciones de fuera, el éxito será sorprendente.
La desconfianza es una virtud cuyos resultados prácticos desconocen los que practican el vicio contrario, o sea, la confianza.
El café es menos nocivo que cualquiera de sus substitutos; este es el secreto de los grandes trastornos que causa el café.
En una comida íntima, si se come bien, siempre se resuelve un problema.
Los disparates que se dicen antes de comer parecen mucho más gordos que los que se dicen de sobremesa; pero la gente que los dice, no.
He descubierto una nueva clase de alergia producida por los seres humanos; hay algunos cuya sola presencia me pone enfermo.
En tiempos de nuestros padres había mucha gente de buenas costumbres; pero nosotros hemos tenido la mala suerte de nacer en tiempos de los hijos de nuestros padres.
La lluvia y el viento molestan a casi todo el mundo; pero uno se consuela pensando que la lluvia es buena para los agricultores y que el viento es bueno para los molinos de viento.
No me gusta leer libros escritos por mujeres; sé que ellas pueden decir cosas muy interesantes, pero yo tengo la mala costumbre de pedirles otras que lo son menos.
Un hombre solo, sea como sea, no hace reír. Dos hombres iguales, sean como sean, hacen reír. Esto prueba que si todos los hombres fueran iguales el mundo sería muy divertido, o quizá que Dios nos ha hecho a todos distintos para que nos lo tomemos en serio.
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