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jueves, 15 de marzo de 2012

Poemas de Alberto Lista

Alberto Lista (1775-1848) ejerció de matemático, periodista y crítico literario, además de ser poeta. Lo que he podido rastrear de su poesía no apunta a que incluyera nociones, conceptos, imágenes matemáticas en su verso. Me he limitado para mi selección a unos archivos, que ahora no soy capaz de volver a localizar, con epigramas, sonetos e idilios, respectivamente. De los idilios prescindo por completo, ni siquiera he podido aguantar la lectura de la primera estrofa de cada uno de ellos.

Así que siendo hoy jueves seguimos con sonetos, aunque esta vez no del siglo de oro, a los que volveremos. Aunque he de confesarte que lo que prefiero de Lista son sus epigramas, a pesar de que no alcanzan la pretendida e inherente brevedad, motivo por el cual he tenido que prescindir (en los casos en que señalo amputación) de una estrofa de 3 versos. Si quieres leerlos completos será en otro lugar.

El despedido
(Primera estrofa)

Me amaba ayer con furor,
según dijo, mi querida,;
hoy en carta muy cumplida
se despide de mi amor.

La fácil

¿Al primer asalto mía?
Por Dios que esto va, señora,
más pronto que yo quería.
Si ha de durar más de un día
resistid siquiera una hora.

___

(Primera estrofa de otro poema, acaba en ':' en vez de punto.)

Me agraviaste y pretendes,
que yo me rinda:
tú, que el puñal clavaste,
sana la herida.

___

(Caso igual al anterior)

Nunca esperes, ingrata,
paces conmigo:
desengañado amante
no es buen amigo.

___

Yo desdeñé celoso
su tierno halago;
y ella los dulces ojos
volvió llorando:
y juez los celos,
ella fue la inocente,
y yo fui el reo.

___

(Fragmento)

Si me niegan la dicha
de poseerte,
la gloria de adorarte,
mi bien, no pueden.

___

Borrar del pecho quise,
fiera, tu imagen;
y ya casi me alegro
de no olvidarte:

que es tu recuerdo
el más seguro aviso
del escarmiento.

___

(Fragmento)

Deja siempre una parte
libre del pecho,
y no, Filis incauta,
lo des entero.

___

(Fragmento, terminado en ";)

Un desdén agradable,
Filis, no daña,
cuando de ser vencido
deja esperanza.

LA ENVIDIA

Dulce es a la codicia, cuando alcanza
doblar el oro inútil, que ha escondido;
dulce al amor, feliz o desvalido,
meditar ya el placer, ya la esperanza.

Dulce es también a la feroz venganza,
que no obedece al tiempo ni al olvido,
los sedientos rencores, que ha sufrido,
apagar entre el fuego y la matanza.

A un bien aspira todo vicio humano:
teñida en sangre la ambición impía
sueña en el mando y el laurel glorioso.

Sola tú, envidia horrenda, monstruo insano
ni conoces ni esperas la alegría:
que ¿dónde irás, que no haya un venturoso?


LA ESPERANZA

Dulce esperanza, del prestigio amado
pródiga siempre, que el mortal adora,
ven, disipa piadosa y bienhechora
las penas de mi pecho acongojado.

Vuelve a mi mano el plectro ya olvidado,
y al seno la amistad consoladora;
y tu voz, oh divina encantadora,
mitigue o venza la crueldad del hado.

Mas ¡ay! no me presentes lisonjera
aquellas flores, que cogiste en Gnido,
cuyo jugo es mortal, aunque es sabroso.

Pasó el delirio de la edad primera,
y ya temo el placer, y cauto pido,
no la felicidad, sino el reposo.

LA RAZÓN INÚTIL

Es tarde ya para que amor me prenda
en su lazo halagüeño y fementido:
que aunque tal vez de la razón olvido,
el hielo de la edad ¿quién hay que encienda?

Es tiempo, ¡ay triste!, que a su voz atienda,
mi juvenil esfuerzo ya perdido,
después de haberla insano desoído,
cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda.

Así va: los humanos corazones
sufren en la verdad y en el engaño;
y sin gozar de sí nu un solo día,

venden la juventud a las pasiones,
la edad madura al triste desengaño,
y la vejez a la razón tardía.

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