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jueves, 31 de mayo de 2012

Enrique Larreta (11), sonetos

LO QUE PUEDE SER

Oculto en esta gruta arborescente
de laureles y adelfas, sé que habita
un incógnito dios, una infinita
presencia que es ausencia del presente.

Su virtual ansiedad. vida inmanente
de lo que puede ser, tiende y agita
presentidos colores o dormita
como el reptil oscuro. Lentamente,

lentamente. Muy quedo. No conmueva
tu mano los rocíos. En aquellos
desmesurados mundos invisibles

de lo que puede ser, a veces lleva,
la ventura, de espanto los cabellos,
en una paz de oráculos terribles.

EL LINYERA

Horizonte salvaje que espera así un momento.
Recomenzado engaño del pie que se apresura.
Es un claro fantasma, perdido en la llanura
inmensa, aquel errante fantasma polvoriento.

Los pájaros le anuncian y parece que un viento
sin viento le empujara. Su exangüe y dura
boca muerde la arena del aire y la tortura
de algún viejo recuerdo, con su remordimiento.

Su marcha, tristemente, desmesuradamente,
va dejando hacia atrás lo que fue su esperanza.
El confín se hace huella muy pronto. Su impaciente,

su irremediable andar es ritmo y semejanza
de su alma vagabunda. Nadie sabe su nombre
ni su país. ¡Qué importa! Pasos, pasos del hombre.

LA GUITARRA DEL GAUCHO

Yo no puedo olvidar de qué divino
rincón del mundo nos llegó tu pura
voz de amor, ni tu voz de sangre y vino
cuando eres negra caja de amargura.

Pero aquí te salieron al camino
otras cosas más anchas. La llanura
te embebió de tristeza. El remolino
de polvo y el redoble de la dura

sinfonía de potros que disparan
te enseñaron rasgueos. Hoy el viento
se queja en tu cantar. Dice un salvaje

rencor, tal vez. Es como si brillaran
dagas de orgullo gaucho en tu lamento.
Filos que, al fin, degüellan tu cordaje.

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