He llegado a los veinte años a mi patria
Odisea
La superficie líquida
parece desmentir los manuales
y los libros de historia, aquí no hay signos
del fuego que cruzaron las armadas
de distinta bandera, no arde el mar.
Una linterna rueda
hasta caer al mar y sumergirse.
La luz de la linterna va explorando
en su lento camino bajo el agua
la alteridad de tiempos que conviven
junto a bancos de peces y corales.
El débil foco apunta en su descenso
por el abismo negro de lo ignoto
al timón de un bajel, a una fragata
de la flota imperial; a una moneda
romana, a un casco godo, a un brazalete
egipcio... El mar contiene
en su gélida urna
lo pasado en continua permanencia.
En el silencio acuático se escucha,
lo mismo que un disparo, el estallido
de la oscura linterna. Los cristales
se pierden en un fondo
de tiempo sumergido.
___
La vida es como el jazz.
Improvisamos una partitura
y al cabo de un instante
varios músicos tratan
de armonizar sus notas con las nuestras,
de compartir el ritmo; y a la vez,
ser fieles a su propia melodía.
Yo disfruto tocando así contigo
y no me importa mucho
que el tema sea largo o sea corto,
tu instrumento de cuerda
o el mío de metal.
Lo que importa es que guste la canción,
que sea imprevisible.
Así nos conocimos.
La vida, como el jazz,
no puede reducirse a un pentagrama.
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