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martes, 4 de diciembre de 2012

Versos de Clara Janés en su poemario "Los números oscuros" (1)

De la nada

Con las manos juntas me lanzo al agua y avanzo hacia la ceguera de los peces, mientras el oleaje me despoja de pensamientos, de inquietud y de ese latido que todavía se expande por mi cuerpo y llega hasta la boca y sabe que todo bocado es el vacío.

La ofrenda

En la cesta vacía, el aire deposita susurros y una música que el mimbre no puede retener.

***

Seguían cayendo los leves copos de corteza: todo era ofrenda para el sacrificio.

El poema [selección]

La mariposa negra voló en línea recta, dejando una estela de fuego como gotas de sangre, y el aire, inmóvil, traducía el firme signo de la fugacidad mientras yo me desvanecía en el vacío de las huellas.

De los ecos

Y de pronto, gotas de lluvia. Y en cada gota un secreto oculto en la transparencia, contra la que nada puede el bastón de las tormentas. Se sumen o dividan, su onda corpórea se despliega mansa y expectante y arrastra los ojos al linde de la pura resonancia

De las alas

Había un punto de luz, una vela encendida en la oscuridad. “Entra en el misterio –dijo una voz–, coge las alas, ¡vuela!” Era el canto de la sirena que emergía en las sombras y daba un doble salto en el aire sin considerar mi estado: mis piernas quebradas, mis brazos llenos de quemaduras. Entonces apareció la hoja finísima y afilada de la luna. Esta es la hora de las cabezas cortadas, pensé. “¡Vuela!”, repitió la voz. Y abrí el libro de Leonardo (Codex Atlanticus 70 b rectus) y vi cómo en una retícula las cuatro varillas articuladas en un punto podían describir el movimiento de plegarse y desplegarse;vi las poleas y los hilos que hacían de intermediarios; las fuerzas que podían contribuir al movimiento, los ángulos que describían... Supe que ya no podría volar, no entendía las ecuaciones.
Me tendí en el suelo. Quizá la voz me elevaría con su aliento, quizá me mecería en el aire antes de desaparecer.

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