POEMA
Cuando ya no nos queda nada,
el vacío del no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.
AGUARDÁBAMOS la palabra. Y no llegó. No se dijo a sí misma.
Estaba allí y aquí aún muda, grávida. Ahora no sabemos si la palabra es
nosotros o éramos nosotros la palabra. Mas ni ella ni nosotros fuimos
proferidos. Nada ni nadie en esta hora adviene, pues la soledad es la sola
estancia del estar. Y nosotros aguardamos la palabra.
ESCRIBIR es como la segregación de las resinas; no es acto,
sino lenta formación natural. Musgo, humedad, arcillas, limo, fenómenos del
fondo, y no del sueño o de los sueños, sino de los barros oscuros donde las
figuras de los sueños fermentan. Escribir no es hacer, sino aposentarse, estar.
MOMENTOS privilegiados en los que sobre la escritura
desciende en verdad la palabra y se hace cuerpo, materia de la encarnación.
Incandescente torbellino inmóvil en la velocidad del centro y centro mismo de
la quietud.
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