Lo veo
y aún no sé
si es real la visión
porque habla
de lo que no sabe
y con una voz impropia.
En sus pétalos
la gota de rocío
es ofrenda
del alba;
dice belleza
ajena al marchitarse,
pero el aroma
deja una huella de finitud,
y una despedida
recorre el aire.
Día y noche
por el pensamiento
se confunden
el instante y la huida,
la huida y el naufragio.
Olvido, solo
olvido de la muerte
es la irisación
que desvela la luz
en un punto de agua.
En el
aullido, noche,
pero la plata de su filo
rasga la tiniebla
y, en el claro celeste,
aquel recuerdo soñado
surge
y se convierte
en ráfaga
sin fin
en el
desierto.
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