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miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Otro a una ausencia de Dios", romance de Sor Marcela de San Félix (2)

Otro a una ausencia de Dios

Ausente de mis ojos,
regalada esperanza,
sin mí no puedes irte
pues me llenas el alma.

Belleza por quien muero  5
y vivo enamorada,
¿por qué, mi bien, te ausentas
cuando presente abrasas?

¡Ay, dulce amado mío!
Si tu piedad es tanta,        10
¿cómo no te enternecen
mis amorosas ansias?

¿Por qué morir me dejas
con ausencia tan larga
cuando con más finezas  15
tierno me regalabas?

Cuando yo presumía
verme más levantada
al cielo de tu amor,
con desvíos me bajas.      20

Cuando más encendida
pudiste ver la llama,
con desdenes tan tristes
pretendes apagarla.

Cuando con mayor dicha  25
tu presencia gozaba,
tus regalos sentía
con mayor abundancia,

cuando con más afectos
a tu unión anhelaba,         30
me veo sola y triste,
tan lejos de gozarla.

Cuando con tal ternura
mi amor te requebraba,
significando tú                 35
que de esto te agradabas;

cuando yo de alegría
gozaba en abundancia
por tu apacible trato
lleno de gloria tanta;         40

cuando mis esperanzas
tanto se remontaban
que ya por posesiones
pudiera bien juzgarlas;

cuando en tan dulce sueño 45
estaba enajenada,
sin él, sin ti y sin mí,
me veo desvelada.

Cuando el estar conmigo,
esposo de mi alma,          50
que eran deleites tuyos,
creía confiada;

cuando al menor suspiro
venturosa te hallaba,
y con mayor dulzura        55
más te comunicabas;

cuando galán y tierno
las puertas me rondabas,
y con amor y celos,
cuidadoso acechabas;      60

cuando ya respondías,                                  
cuando apenas llamaba,
con dulzura a mis quejas,
con agrado a mis ansias;

cuando por verme triste 65
tanto me consolabas,
que en gustos y delicias
las penas se trocaban;

cuando de amor rendida
el alma te entregaba,        70
muriendo por morir
cuando vida me dabas;

cuando en otras mil cosas
que dejo de contarlas,
para tenerte siempre,       75
tú mismo me alentabas:

agora, dueño mío,
con ausencias me acabas,
con desvíos me afliges,
con rigores desmayas.     80

Confieso que te doy
ocasión por mil causas
para que te desvíes
con aspereza tanta,

pero bien sabes tú,        85
mi bien y mi esperanza,
que serte esposa fiel
desea toda el alma.

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