¿Qué pides al amor que no sea tan sólo
La magia de un instante? Igual que el ambicioso a quien devora
Una sed insaciable, condenado por ella a deshacer en polvo
Cuanto alcanzan sus dedos, ¿no sabrás conformarte con su breve
destello, dulce por imprevisto
Y más precioso aún por su rareza? Olvidas a menudo estas sabias
palabras: un solo goce cierto vale el mundo;
Un don puro, la vida.
La verdad
No sé si es la verdad lo que quisiera que hubiese entre nosotros.
La verdad es cruel, y no nos pertenece: pertenece a las cosas.
Pero un hombre que miente, -lo sabemos ahora-,
Se revela a sí mismo.
Vínculos
Quise que nos unieran, como todos lo quieren, los goces y los sueños.
Ahora he llegado a verlos, sin embargo, como abismos sin puentes: ser
hombre es estar solo.
Pero no he renunciado todavía: quizás la soledad, y el desengaño,
Sean vínculos más fuertes.
Fe quebrada
No hay luz que no se quiebre, día que no descubra, cuando pasa, una
noche
En que fuera mejor no haber amado. Tanto afán destruido revela
amarga el alma, y es acaso también una proposición,
Pero para un instinto hecho al revés del nuestro. Quién tuviera la
fe, o un dios al que rezar que pudiese otorgarla,
Para poder amar sin interés, como un fin en sí mismo,
Esa limitación y esa amargura.
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