Santiago Gómez Valverde, en la dedicatoria de su último libro, Sed de vida, me dice que compartimos “la afición de vestir al silencio con palabras”. Para él, probablemente, el silencio es la falta, la escasez, el desnudo más ridículo y vergonzante. Todos los silencios son incómodos, tirantes. Ese calzoncillo ajustado que se nos sube, o esa braguita rebelde y juguetona. Nunca un tanga, claro.
Para Carlos Ávila, sin embargo, en La paz a ti debida, que sabe y defiende que el otro es la paz, hay matices:”Me gusta el silencio/cuando sabe a música”, ”pero como le aborrezco/al silencio de la duda”, ”Silencio en los teléfonos/incluso cuando hablas”.
Santiago y Carlos hablan de la vida, no de la poesía. Su poética es extensión de su pulso vital. Es una poesía que nace del otro, de nuestra experiencia en el otro. La oportunidad para enseñar lo que habitualmente escondemos. Hacer poesía es salvar el silencio.
Otra forma de concebir la poesía,
No es reflejo lo que se busca, sino sombra, y dos hombres de metro ochenta proyectan una sombra idéntica.
En versos de Vanesa Pérez-Sauquillo, de su poemario Invención de gato, “dentro todo es leyenda/negra como mi voluntad,/sombra de sombras”.
Bajo esta concepción, el verso no viene del otro, sino que nos lleva a él.
La poesia que describes es el fruto de las marionetas y la cueva de Platon, proyecciones, sombras, en definitiva el reflejo inerte y oscuro, de una realidad que se hace color y vida.
ResponderEliminarTe veo tan seguro que casi me convences, pero no. Hablaba de sombras y de espejos, de dos concepciones radicalmente distintas. Y ninguna de ellas es al modo platónico. No hablaba de inefabilidad, ese es el concepto platónico. Hablaba de una clara intención de ocultar la realidad concreta que inspira el poema. Esta forma huye de la anécdota y se centra en el concepto, que es la forma de trascendencia. O algo así. Si no tuviera tan mala memoria, citaría a Juan Ramón Jiménez o a Jaime Sabines. Pero citaré a León Felipe:
ResponderEliminarDeshaced este verso.
Quitadle los caireles de la rima
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma.
Aventad las palabras,
y si después queda algo todavía
eso
será la poesía.