¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
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miércoles, 27 de julio de 2011
Poemas de Ada Menéndez en 'La mujer anochecía' (4, y fin)
Fumo demasiado mi dieta es rica en grasas no tengo
tiempo para fogones
los pies se me van cuando debo sentarme descansar es un lujo
no puedo permitirme cerrar los ojos no quiero bajar mis arritmias
ser autodestructiva es lo más constructivo que una mujer
mi amor
que una mujer puede aprender para degustarte
Plántame en un tiesto con mucho abono
menea las hojas de mi tallo
riégame soléame
pero hazlo con delicadeza
pincho y huelo mal
Me masturbo cuando él se marcha
aprovecho el deseo que desaparecerá
cuando regrese oliendo
a esclavitud
Ni un sofá tres plazas asientos deslizantes quiero oír más ni un
suelo de madera parquet último grito ni una
pared lisa que el gotelé es poligonero ni una
cocina amarilla o beige porque el blanco mancha que da gusto ni un
edredón haciendo juego con las cortinas de tu madre ni un
colchón látex donde perpetuar nuestras siluetas ni una
grifería monomando que así se friega más cómodo ni una
vajilla con soperas y cacitos y todos grabados bien bonitos ni
una mierda más de éstas quiero oír o me construirás
una casa sin mujer
'La mujer anochecía' está publicado por Amargod.
tiempo para fogones
los pies se me van cuando debo sentarme descansar es un lujo
no puedo permitirme cerrar los ojos no quiero bajar mis arritmias
ser autodestructiva es lo más constructivo que una mujer
mi amor
que una mujer puede aprender para degustarte
Plántame en un tiesto con mucho abono
menea las hojas de mi tallo
riégame soléame
pero hazlo con delicadeza
pincho y huelo mal
Me masturbo cuando él se marcha
aprovecho el deseo que desaparecerá
cuando regrese oliendo
a esclavitud
Ni un sofá tres plazas asientos deslizantes quiero oír más ni un
suelo de madera parquet último grito ni una
pared lisa que el gotelé es poligonero ni una
cocina amarilla o beige porque el blanco mancha que da gusto ni un
edredón haciendo juego con las cortinas de tu madre ni un
colchón látex donde perpetuar nuestras siluetas ni una
grifería monomando que así se friega más cómodo ni una
vajilla con soperas y cacitos y todos grabados bien bonitos ni
una mierda más de éstas quiero oír o me construirás
una casa sin mujer
'La mujer anochecía' está publicado por Amargod.
En la poesía, hay quien ha dado accidentalmente en las Matemáticas, por ejemplo Omar Khayyam(7)
RUBAIYAT
Díjome el corazón:"Quiero saber, quiero aprender. ¡Instrúyeme tú, Khayyam, que tanto estudiaste!".
Al pronunciar la primera letra del alfabeto, me replicó el corazón: "Ahora ya sé. Uno es la primera cifra del número que nunca acaba"
Permíteme comentar que el de Omar Kayyam es un caso decepcionante. No por este verso, sino porque un matemático y poeta tan sobresaliente como él no diera más en las Matemáticas en su poesía. Al matemático, decirle que busque ansiosamente el libro sobre Omar en la editorial Nivola, publicado por Ricardo... Moreno Castillo, eso, que fuera profesor mío en la universidad y casi compañero en el IES Betariz Galindo (yo impartí clases allí el curso 2008/2009, y él se incorporó el 2009/2010). Allí Ricardo Moreno nos da las soluciones de Omar Khayyam a la ecuación cúbica ¡como intersección de cónicas! Una preciosidad.
Díjome el corazón:"Quiero saber, quiero aprender. ¡Instrúyeme tú, Khayyam, que tanto estudiaste!".
Al pronunciar la primera letra del alfabeto, me replicó el corazón: "Ahora ya sé. Uno es la primera cifra del número que nunca acaba"
Permíteme comentar que el de Omar Kayyam es un caso decepcionante. No por este verso, sino porque un matemático y poeta tan sobresaliente como él no diera más en las Matemáticas en su poesía. Al matemático, decirle que busque ansiosamente el libro sobre Omar en la editorial Nivola, publicado por Ricardo... Moreno Castillo, eso, que fuera profesor mío en la universidad y casi compañero en el IES Betariz Galindo (yo impartí clases allí el curso 2008/2009, y él se incorporó el 2009/2010). Allí Ricardo Moreno nos da las soluciones de Omar Khayyam a la ecuación cúbica ¡como intersección de cónicas! Una preciosidad.
martes, 26 de julio de 2011
Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (8)
La soledad (1860)
XLI
Antes piensa y después habla,
y después de haber hablado,
vuelve a pensar lo que has dicho,
y verás si es bueno o malo.
XLII
Entre un rosal y una zarza
nació una flor amarilla,
con tantas y tantas penas
que se murió el mismo día.
XLIII
He preguntado llorando
a mi pobre corazón,
si es mentira su alegría
y si es verdad su dolor.
Y si es verdad su dolor,
y se ha puesto a suspirar,
diciéndome en sus suspiros:
es mentira y es verdad.
XLIV
Cuando se llama a una puerta
y ninguna voz responde,
es señal de que en la casa
son muy ricos o muy pobres.
XLV
Todo el que la piedra tira
y esconde después la mano,
es, aunque no lo parezca,
el más malo de los malos.
XLVI
Cuando pasé por tu casa,
«¿quién vive?» al verme gritaste,
sólo con la mala idea
de, si aún vivía, matarme.
XLVII
Yo no sé dónde he leído
que toda la vida es sueño;
y para ver si es verdad,
a solas vivo despierto.
A solas vivo despierto,
y he sacado en consecuencia
que por la noche se vive,
y que de día se sueña.
XLVIII
Dicen que te metes monja,
yo no lo quiero creer,
porque una cosa te falta
que yo nunca te daré.
XLIX
Por Dios, mujer, no me mires
con los ojos entreabiertos,
porque así me dices sólo
la mitad de tus secretos.
L
Todos los sabios del mundo
han sacado en consecuencia,
que el dinero y las mujeres
se parecen en la mezcla.
LI
Cuando el frío de la muerte
a helar comience mi sangre,
te llamaré en voz muy alta
para que vengas a hablarme.
Y cuando estés a mi lado
me dirás lo que ya sabes...
y así se concluirán
de una vez todos mis males.
LII
El querer es una hoguera
que en nuestro pecho se enciende;
por eso cuando queremos
toda nuestra sangre hierve.
LIII
«Desde Granada a Sevilla,
y desde Sevilla al cielo...»
pero no tú, desalmada;
tú irás antes al infierno.
LIV
¡Ay pobre de mí, que a fuerza
de pensar en mis vecinos,
me he salido de mi casa
olvidándome a mí mismo!
LV
Ánimo, corazoncito,
vuelve a recobrar la vida,
que aún te quedan en el mundo
muchas penas escondidas.
Muchas penas escondidas,
y entre ellas ¡ay! la más negra:
la de hallarte día y noche
a solas con tu conciencia.
LVI
En el cielo hay una estrella
que corre hacia todas partes,
mirando si hay en el mundo
dos corazones iguales.
LVII
Levántate si te caes,
y antes de volver a andar
mira dónde te has caído
y pon allí una señal.
LVIII
Si yo tuviera el dinero
de los que a mí me han vendido,
ellos fueran menos pobres
y yo sería más rico.
LIX
Por la noche pienso en ti,
y en ti pienso a todas horas;
y mientras tanto yo viva,
vivirá en mí tu memoria.
Vivirá en mí tu memoria,
a la vez triste y alegre,
pues has sido mujer buena,
lo cual rara vez sucede.
LX
Me desperté a media noche,
abrí los ojos, y al ver
que tú estabas a mi lado,
volví a dormirme y soñé.
XLI
Antes piensa y después habla,
y después de haber hablado,
vuelve a pensar lo que has dicho,
y verás si es bueno o malo.
XLII
Entre un rosal y una zarza
nació una flor amarilla,
con tantas y tantas penas
que se murió el mismo día.
XLIII
He preguntado llorando
a mi pobre corazón,
si es mentira su alegría
y si es verdad su dolor.
Y si es verdad su dolor,
y se ha puesto a suspirar,
diciéndome en sus suspiros:
es mentira y es verdad.
XLIV
Cuando se llama a una puerta
y ninguna voz responde,
es señal de que en la casa
son muy ricos o muy pobres.
XLV
Todo el que la piedra tira
y esconde después la mano,
es, aunque no lo parezca,
el más malo de los malos.
XLVI
Cuando pasé por tu casa,
«¿quién vive?» al verme gritaste,
sólo con la mala idea
de, si aún vivía, matarme.
XLVII
Yo no sé dónde he leído
que toda la vida es sueño;
y para ver si es verdad,
a solas vivo despierto.
A solas vivo despierto,
y he sacado en consecuencia
que por la noche se vive,
y que de día se sueña.
XLVIII
Dicen que te metes monja,
yo no lo quiero creer,
porque una cosa te falta
que yo nunca te daré.
XLIX
Por Dios, mujer, no me mires
con los ojos entreabiertos,
porque así me dices sólo
la mitad de tus secretos.
L
Todos los sabios del mundo
han sacado en consecuencia,
que el dinero y las mujeres
se parecen en la mezcla.
LI
Cuando el frío de la muerte
a helar comience mi sangre,
te llamaré en voz muy alta
para que vengas a hablarme.
Y cuando estés a mi lado
me dirás lo que ya sabes...
y así se concluirán
de una vez todos mis males.
LII
El querer es una hoguera
que en nuestro pecho se enciende;
por eso cuando queremos
toda nuestra sangre hierve.
LIII
«Desde Granada a Sevilla,
y desde Sevilla al cielo...»
pero no tú, desalmada;
tú irás antes al infierno.
LIV
¡Ay pobre de mí, que a fuerza
de pensar en mis vecinos,
me he salido de mi casa
olvidándome a mí mismo!
LV
Ánimo, corazoncito,
vuelve a recobrar la vida,
que aún te quedan en el mundo
muchas penas escondidas.
Muchas penas escondidas,
y entre ellas ¡ay! la más negra:
la de hallarte día y noche
a solas con tu conciencia.
LVI
En el cielo hay una estrella
que corre hacia todas partes,
mirando si hay en el mundo
dos corazones iguales.
LVII
Levántate si te caes,
y antes de volver a andar
mira dónde te has caído
y pon allí una señal.
LVIII
Si yo tuviera el dinero
de los que a mí me han vendido,
ellos fueran menos pobres
y yo sería más rico.
LIX
Por la noche pienso en ti,
y en ti pienso a todas horas;
y mientras tanto yo viva,
vivirá en mí tu memoria.
Vivirá en mí tu memoria,
a la vez triste y alegre,
pues has sido mujer buena,
lo cual rara vez sucede.
LX
Me desperté a media noche,
abrí los ojos, y al ver
que tú estabas a mi lado,
volví a dormirme y soñé.
lunes, 25 de julio de 2011
Carles Santaemília, 'Modos de concebir la tarde' (3, y fin)
LÍNEAS PARALELAS
Aran las olas
campos de espuma
siguiendo
las líneas de humo de una exhibición
aérea.
Son
estelas que se borran,
allá abajo,
en la mirada límbica
de los niños que observan,
o más abajo,
en las cuencas sin ojos
de las conchas
que me interrogan.
Y más abajo,
mi pie.
Enterrado en la arena,
deja de mirar. Siente
envidia de las olas, de las aves.
INABARCABLE
Este silencio
da que pensar,
este silencio
distancia.
El horizonte
desnuda tu ojo
desprovisto de cima,
y al acercarte
distancia.
Tu sien es vastedad
de niño cuando juega en su universo
de objetos parlanchines.
La vastedad es labio
entre tú y lo que asumes
de eterno en la mirada.
La vastedad es tiempo
en función de tu cuándo,
y tu dónde
la incógnita.
LA MISMA CARA
Nunca soy el que mira
sino el que ve y no cree.
Sólo una cruz
en la moneda que lanzo al aire,
hurtada por la nube
que media entre mis dudas de tahúr
y mis vanos propósitos de enmienda disfrazada
de piedad para con uno mismo, que es ya otro
cuando se mira.
PROPÓSITO
Porque el alba no es la costumbre,
hiere más su propuesta
de movilización
a este lado del bar y del bostezo.
Cansancio
en café sumergido,
en dolor convocado
a esta reunión de espectros
tan lúcidos,
tan nada luminosos.
Los planos dónde
de una casa sin techo,
dónde el andar,
dónde no ser
cuando el alba
es natural y ofrece
su nueva luz,
su insólito reclamo.
MIGRACIÓN INTERIOR
Remontar
el vuelo en cada huida,
sentir que eres paisaje o alba
desperezada.
Sobrevolar
los trigos arrasados del yo
y abandonarte
a un flujo migratorio de recuerdos.
Desovar traumas,
deseos incumplidos, y dejarlos
a la intemperie
donde asoma el reptil.
Y regresar
en la estación propicia,
libre, ligero,
por entre el aire azul de la mañana,
y al fin cantar dichoso,
posándote en la cumbre,
con nuevas, luminosas partituras.
Aran las olas
campos de espuma
siguiendo
las líneas de humo de una exhibición
aérea.
Son
estelas que se borran,
allá abajo,
en la mirada límbica
de los niños que observan,
o más abajo,
en las cuencas sin ojos
de las conchas
que me interrogan.
Y más abajo,
mi pie.
Enterrado en la arena,
deja de mirar. Siente
envidia de las olas, de las aves.
INABARCABLE
Este silencio
da que pensar,
este silencio
distancia.
El horizonte
desnuda tu ojo
desprovisto de cima,
y al acercarte
distancia.
Tu sien es vastedad
de niño cuando juega en su universo
de objetos parlanchines.
La vastedad es labio
entre tú y lo que asumes
de eterno en la mirada.
La vastedad es tiempo
en función de tu cuándo,
y tu dónde
la incógnita.
LA MISMA CARA
Nunca soy el que mira
sino el que ve y no cree.
Sólo una cruz
en la moneda que lanzo al aire,
hurtada por la nube
que media entre mis dudas de tahúr
y mis vanos propósitos de enmienda disfrazada
de piedad para con uno mismo, que es ya otro
cuando se mira.
PROPÓSITO
Porque el alba no es la costumbre,
hiere más su propuesta
de movilización
a este lado del bar y del bostezo.
Cansancio
en café sumergido,
en dolor convocado
a esta reunión de espectros
tan lúcidos,
tan nada luminosos.
Los planos dónde
de una casa sin techo,
dónde el andar,
dónde no ser
cuando el alba
es natural y ofrece
su nueva luz,
su insólito reclamo.
MIGRACIÓN INTERIOR
Remontar
el vuelo en cada huida,
sentir que eres paisaje o alba
desperezada.
Sobrevolar
los trigos arrasados del yo
y abandonarte
a un flujo migratorio de recuerdos.
Desovar traumas,
deseos incumplidos, y dejarlos
a la intemperie
donde asoma el reptil.
Y regresar
en la estación propicia,
libre, ligero,
por entre el aire azul de la mañana,
y al fin cantar dichoso,
posándote en la cumbre,
con nuevas, luminosas partituras.
viernes, 22 de julio de 2011
Carles Santaemília, 'Modos de concebir la tarde' (2)
CRASO OLVIDO
Para el estreñimiento
mi abuela aconsejaba
lavativa de geranios.
Olvidé preguntarle
qué hierbas curan
o alivian
un prolongado
extrañamiento de uno mismo.
COSMÉTICOS
Cada noche, dolor.
Cada sueño, tristeza.
Drenas el llanto
al acostarte.
Se oyen grifos
a otro lado del muro.
Cada noche, dolor.
Cada sueño, tristeza.
Encinta de llamas,
prendiendo las arrugas,
duerme la fe
de lo que nunca viviste.
Cada noche, dolor.
Cada sueño, tristeza.
AROMA NOCIVO
Ese abrir las ventanillas
cuando asfaltan, de nuevo,
tu camino hacia dónde.
Ese desprecintar
un libro y el posarse
de tu hocico en la sima.
Ese deber del cole
tan pringoso de cola
como embriagador.
Ese aroma que látex
palpitando en la noche
de fuego y de colillas.
Ese reconfortarse, al fin,
con lo agrio y ajeno
de tus entrañas.
EN PERSPECTIVA
Alpinista del tedio,
subo contracorriente
las calles empedradas
de un pueblo con historia,
de un pueblo con silencio:
ruinas donde hubo escuelas,
ratas donde hubo niños,
gatos donde hay comida.
Rocas gigantes
hozan sobre la falda del castillo
y los pinos se citan
a un festín de sombra y de chicharras.
Si pudiésemos vernos desde arriba,
como se ven las cosas desde el limbo,
un hombre para el ave es haiku,
un borrón, un apunte en la oda del paisaje.
Si pudiésemos
vernos por fuera captaríamos
la imagen transparente de la calma
y ella sola sería nuestro espejo futuro.
Si pudiésemos vernos sin girar
la vista. Si pudiésemos
sentirnos plenitud
sin querer alcanzar la cumbre.
Para el estreñimiento
mi abuela aconsejaba
lavativa de geranios.
Olvidé preguntarle
qué hierbas curan
o alivian
un prolongado
extrañamiento de uno mismo.
COSMÉTICOS
Cada noche, dolor.
Cada sueño, tristeza.
Drenas el llanto
al acostarte.
Se oyen grifos
a otro lado del muro.
Cada noche, dolor.
Cada sueño, tristeza.
Encinta de llamas,
prendiendo las arrugas,
duerme la fe
de lo que nunca viviste.
Cada noche, dolor.
Cada sueño, tristeza.
AROMA NOCIVO
Ese abrir las ventanillas
cuando asfaltan, de nuevo,
tu camino hacia dónde.
Ese desprecintar
un libro y el posarse
de tu hocico en la sima.
Ese deber del cole
tan pringoso de cola
como embriagador.
Ese aroma que látex
palpitando en la noche
de fuego y de colillas.
Ese reconfortarse, al fin,
con lo agrio y ajeno
de tus entrañas.
EN PERSPECTIVA
Alpinista del tedio,
subo contracorriente
las calles empedradas
de un pueblo con historia,
de un pueblo con silencio:
ruinas donde hubo escuelas,
ratas donde hubo niños,
gatos donde hay comida.
Rocas gigantes
hozan sobre la falda del castillo
y los pinos se citan
a un festín de sombra y de chicharras.
Si pudiésemos vernos desde arriba,
como se ven las cosas desde el limbo,
un hombre para el ave es haiku,
un borrón, un apunte en la oda del paisaje.
Si pudiésemos
vernos por fuera captaríamos
la imagen transparente de la calma
y ella sola sería nuestro espejo futuro.
Si pudiésemos vernos sin girar
la vista. Si pudiésemos
sentirnos plenitud
sin querer alcanzar la cumbre.
jueves, 21 de julio de 2011
Carles Santaemília, 'Modos de concebir la tarde' (1)
Con Modos de concebir la tarde, Carles Santaemília ganó el V Premio Paiporta de Creación Poética. Y os lo comparto no por el premio, sino porque de toda la variada y siempre magnífica poesía de Carles, está es la que ha accedido a enviarme. Gracias, Carles.
Por cierto, valenciano Carles (allá le he conocido en las primera semana de poesía de Valencia), tendremos la suerte de que se una a una (¡cuadré el círculo!) de las convocatorias de Bolo en Madrid, el 4 de agosto de este corriente 2011 (no por vulgar, sino porque es el que fluye) en el Tapas y Fotos. Aprovecho para invitaros desde ya, será un acontecimiento.
De paso, pido disculpas a los animosos seguidores de Poesía Abierta por el poco contenido que estoy subiendo este verano. Ando en un proyecto editorial que me absorbe, pero no dudéis que volveré con fuerza.
Sin más demora ni de cristiana, algunos poemas del libro de Carles. Agotaré la selección en los días que siguen. Gracias, Carles. Disfrutadlo.
CUESTIONES
Deja caer su prenda
el tímido almanaque
y yo cierro los ojos
tapándome la herida.
Noche, o cómo te llames,
¿no me darías
un tiempo muerto
para ordenar los ramos
en la tumba precaria de mis otros?
Quienes fuiste preguntan
quién eres tú,
renacen en lo oscuro
y en el día más claro
mueren
nombrándote.
FUEGO AMIGO
Silencio roto
como avenida oscura
luego del crimen.
Sirenas del error.
Cegada de reproches,
veloz e inoportuna,
humea la memoria.
Y yo me inculpo.
TETRIS
En el juego del tetris, cada meteorito
disponía de un hueco reservado y tan dócil
que daba incluso puntos su caída completa,
pero a mí me sucede lo que a la ficha tonta,
que no sabe encarar su parcela de abismo.
CORRIENTE OCULTA
Tras el desierto
un oasis de lluvia
ácida.
Y luego este vacío,
en espera de un agua que lo llene,
rebase, inunde, generosa,
como cede sus casas la aldea sumergida,
acuario sin espejos, pantano en cuyo fondo
la corriente voltea las campanas
allá en el fondo, muy en lo hondo,
casi en penumbra,
donde no hay esperanza.
Tras el desierto
un oasis de bruma
sólida.
CÁPSULAS DEL TIEMPO
Un ascensor no es un ataúd
Si en el primero hablamos
del tiempo; en el segundo,
el tiempo habla
por nosotros.
Por cierto, valenciano Carles (allá le he conocido en las primera semana de poesía de Valencia), tendremos la suerte de que se una a una (¡cuadré el círculo!) de las convocatorias de Bolo en Madrid, el 4 de agosto de este corriente 2011 (no por vulgar, sino porque es el que fluye) en el Tapas y Fotos. Aprovecho para invitaros desde ya, será un acontecimiento.
De paso, pido disculpas a los animosos seguidores de Poesía Abierta por el poco contenido que estoy subiendo este verano. Ando en un proyecto editorial que me absorbe, pero no dudéis que volveré con fuerza.
Sin más demora ni de cristiana, algunos poemas del libro de Carles. Agotaré la selección en los días que siguen. Gracias, Carles. Disfrutadlo.
CUESTIONES
Deja caer su prenda
el tímido almanaque
y yo cierro los ojos
tapándome la herida.
Noche, o cómo te llames,
¿no me darías
un tiempo muerto
para ordenar los ramos
en la tumba precaria de mis otros?
Quienes fuiste preguntan
quién eres tú,
renacen en lo oscuro
y en el día más claro
mueren
nombrándote.
FUEGO AMIGO
Silencio roto
como avenida oscura
luego del crimen.
Sirenas del error.
Cegada de reproches,
veloz e inoportuna,
humea la memoria.
Y yo me inculpo.
TETRIS
En el juego del tetris, cada meteorito
disponía de un hueco reservado y tan dócil
que daba incluso puntos su caída completa,
pero a mí me sucede lo que a la ficha tonta,
que no sabe encarar su parcela de abismo.
CORRIENTE OCULTA
Tras el desierto
un oasis de lluvia
ácida.
Y luego este vacío,
en espera de un agua que lo llene,
rebase, inunde, generosa,
como cede sus casas la aldea sumergida,
acuario sin espejos, pantano en cuyo fondo
la corriente voltea las campanas
allá en el fondo, muy en lo hondo,
casi en penumbra,
donde no hay esperanza.
Tras el desierto
un oasis de bruma
sólida.
CÁPSULAS DEL TIEMPO
Un ascensor no es un ataúd
Si en el primero hablamos
del tiempo; en el segundo,
el tiempo habla
por nosotros.
miércoles, 20 de julio de 2011
Poemas de Ada Menéndez en 'La mujer anochecía' (3)
Y mira que lo había borrado todo a conciencia centrifugado y vaciado y mira
me trabajé el cero absoluto a golpes con médicos y pastillas y mira
ya no creía en nada a fuerza de llorar caer y fracturarme y mira
ahora estás tú al máximo de mi volumen y mira
ahora he vuelto a escribir versos de nubes y columnas y todas de a cinco y mira
ahora creo en todo otra vez y más y mucho más y mira
eres loco y mira
soy loca y miremos
juntos esta locura desde el otro lado
Se me adelantaron la regla la primera vez los besos mal recibidos
joder y tú te me atrasaste joder treinta y siete años te me atrasaste
y yo con tantos besos mal dados tantos besos mal recibidos
y yo con tanta regla sin óvulos en fecundación y ya han pasado treinta y siete años
joder treinta y siete años sin ti
pero ahora joder ahora
joderemos el resto de nuestras vidas
Vestirme de blanco no sé si quiero
cariño no sé quererme de blanco
quiéreme coloreada del prao astur
pero de blanco cariño no sé quererme porque el blanco
cariño sé
no me quiere a mí
Dices que estoy en uno de esos días tan de nosotras
tienes razón
quiero ahogarte con la almohada darte un golpe seco
asfixiarte dejarte sin dientes
estoy en uno de esos días donde la delincuencia se me escapa
flotar en la bañera con mis ovarios hinchados y doloridos
deseo arrancar el sol del cielo escupir sobre el uniforme a rayas de la cajera
mi cuerpo sexy se ha escondido bajo un vestido negro
el pelo está grasiento no hay champú que limpie tanta mala leche
tienes razón estoy en uno de esos días tan de nosotras
uno de esos días
tan míos
Con camisa de fuerza vienen porque son
débiles mi amor te juro que lo son
no decaigas no desfallezcas sé fuerte sé un ejemplo de ira ni se te ocurra llorar
las lágrimas no se derrochan deben guardarse hay momentos mejores
para tu flaqueza hay momentos para nosotros para nuestra casa con
ventanas rotas por donde los locos
huimos
me trabajé el cero absoluto a golpes con médicos y pastillas y mira
ya no creía en nada a fuerza de llorar caer y fracturarme y mira
ahora estás tú al máximo de mi volumen y mira
ahora he vuelto a escribir versos de nubes y columnas y todas de a cinco y mira
ahora creo en todo otra vez y más y mucho más y mira
eres loco y mira
soy loca y miremos
juntos esta locura desde el otro lado
Se me adelantaron la regla la primera vez los besos mal recibidos
joder y tú te me atrasaste joder treinta y siete años te me atrasaste
y yo con tantos besos mal dados tantos besos mal recibidos
y yo con tanta regla sin óvulos en fecundación y ya han pasado treinta y siete años
joder treinta y siete años sin ti
pero ahora joder ahora
joderemos el resto de nuestras vidas
Vestirme de blanco no sé si quiero
cariño no sé quererme de blanco
quiéreme coloreada del prao astur
pero de blanco cariño no sé quererme porque el blanco
cariño sé
no me quiere a mí
Dices que estoy en uno de esos días tan de nosotras
tienes razón
quiero ahogarte con la almohada darte un golpe seco
asfixiarte dejarte sin dientes
estoy en uno de esos días donde la delincuencia se me escapa
flotar en la bañera con mis ovarios hinchados y doloridos
deseo arrancar el sol del cielo escupir sobre el uniforme a rayas de la cajera
mi cuerpo sexy se ha escondido bajo un vestido negro
el pelo está grasiento no hay champú que limpie tanta mala leche
tienes razón estoy en uno de esos días tan de nosotras
uno de esos días
tan míos
Con camisa de fuerza vienen porque son
débiles mi amor te juro que lo son
no decaigas no desfallezcas sé fuerte sé un ejemplo de ira ni se te ocurra llorar
las lágrimas no se derrochan deben guardarse hay momentos mejores
para tu flaqueza hay momentos para nosotros para nuestra casa con
ventanas rotas por donde los locos
huimos
En la poesía, hay quien ha dado accidentalmente en las Matemáticas, por ejemplo Ramón Gómez de la Serna(6)
GREGUERÍAS
Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.
El 4 tiene nariz griega.
El cinco es el número que baila.
Los números romanos exigían inscripciones triunfales.
El racimo es un triángulo pletórico y juguetón.
Hay un momento en el que el reloj prepara el compás para hacer su circunferencia.
El 8 es el reloj de arena de los números.
El 6 es el número que va a tener familia.
El 6 es el número langostino.
4 4 4 4 4:
números haciendo flexiones gimnásticas
El nueve es la oreja de los números
Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.
El 4 tiene nariz griega.
El cinco es el número que baila.
Los números romanos exigían inscripciones triunfales.
El racimo es un triángulo pletórico y juguetón.
Hay un momento en el que el reloj prepara el compás para hacer su circunferencia.
El 8 es el reloj de arena de los números.
El 6 es el número que va a tener familia.
El 6 es el número langostino.
4 4 4 4 4:
números haciendo flexiones gimnásticas
El nueve es la oreja de los números
martes, 19 de julio de 2011
Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (7)
La soledad (1860)
XXI
De mirar con demasía
se me han cegado los ojos,
y ahora que ciego me encuentro
es cuando lo veo todo.
Y ahora que lo veo todo,
estoy viendo de continuo
el mundo y sus desengaños
pasar dentro de mí mismo.
XXII
Si me quieres como dices,
¿por qué te apartas de mí?
agua que va río abajo,
en la mar viene a morir.
XXIII
No os extrañe, compañeros,
que siempre cante mis penas,
porque el mundo me ha enseñado
que las mías son las vuestras.
XXIV
Hace ya muy largos años
que en todas partes te veo,
pero no tal como eres,
sino según mi deseo.
XXV
Di a tu madre que sin falta
me venga a hablar esta noche,
que la quiero, una por una,
contar tus malas acciones.
XXVI
Mirando al cielo juraste
no me engañarías nunca,
y desde entonces el cielo
sólo con verte se nubla.
XXVII
En un calabozo oscuro
sufro penas sobre penas,
y a fuerza de estar a oscuras,
se ha vuelto mi pena negra.
XXVIII
Al saber que me engañabas,
fuime a la orilla del mar;
quise llorar y no pude,
y en ti me puse a pensar.
En ti me puse a pensar,
y por fin llegué a entender
cómo una mujer que quiere
puede olvidar su querer.
Puede olvidar su querer;
y al ver que esto era verdad,
mis lágrimas se perdieron
en lo profundo del mar.
XXIX
Tu aliento es mi única vida,
y son tus ojos mi luz;
mi alma está donde tu pecho,
mi patria donde estás tú.
XXX
Del fuego que por tu gusto
encendimos hace tiempo,
las cenizas sólo quedan,
y en el corazón las llevo.
XXXI
Pobre me acosté, y en sueños
vi lleno de oro mi cuarto:
más pobre me levanté
que antes de haberme acostado.
XXXII
¿Cómo quieres que yo queme
las prendas que me has devuelto,
si el corazón me lo has dado
tú misma cenizas hecho?
XXXIII
El pájaro que me diste,
preso lo tengo en su jaula,
y el pobre de día y noche
se muere, y por eso canta.
XXXIV
Llevas escrito en tu cara
que tienes mal corazón,
y es tan poca tu vergüenza
que aún vas por donde yo voy.
XXXV
Madre mía, compañera,
madre mía ¿dónde estás?
te llamo en el cementerio
y no quieres contestar.
No me quieres contestar,
cuando te vengo a pedir
el alma que te llevaste
al separarte de mí.
Al separarte de mí
me diste un beso de adiós,
y en tus labios toda mi alma,
madre mía, se quedó.
XXXVI
Si os encontráis algún día
dentro de la soledad,
no pidáis consuelo al mundo,
porque él no os lo puede dar.
XXXVII
Sé que me voy a perder
y ya sé que estoy perdido,
y solamente me pesa
que no te pierdas conmigo.
XXXVIII
Tengo deudas en la tierra,
y deudas tengo en el cielo:
pagaré allá con mi alma;
ya pago aquí con mi cuerpo.
XXXIX
En sueños te contemplaba
dentro de la oscuridad,
y cuando abriste los ojos
todo comenzó a brillar.
Todo comenzó a brillar,
y entonces te llamé yo:
cerraste al punto los ojos,
y la oscuridad volvió.
XL
Cuando te estoy contemplando
quisiera poner en ti
en una, cuantas miradas
desde que vivo perdí.
XXI
De mirar con demasía
se me han cegado los ojos,
y ahora que ciego me encuentro
es cuando lo veo todo.
Y ahora que lo veo todo,
estoy viendo de continuo
el mundo y sus desengaños
pasar dentro de mí mismo.
XXII
Si me quieres como dices,
¿por qué te apartas de mí?
agua que va río abajo,
en la mar viene a morir.
XXIII
No os extrañe, compañeros,
que siempre cante mis penas,
porque el mundo me ha enseñado
que las mías son las vuestras.
XXIV
Hace ya muy largos años
que en todas partes te veo,
pero no tal como eres,
sino según mi deseo.
XXV
Di a tu madre que sin falta
me venga a hablar esta noche,
que la quiero, una por una,
contar tus malas acciones.
XXVI
Mirando al cielo juraste
no me engañarías nunca,
y desde entonces el cielo
sólo con verte se nubla.
XXVII
En un calabozo oscuro
sufro penas sobre penas,
y a fuerza de estar a oscuras,
se ha vuelto mi pena negra.
XXVIII
Al saber que me engañabas,
fuime a la orilla del mar;
quise llorar y no pude,
y en ti me puse a pensar.
En ti me puse a pensar,
y por fin llegué a entender
cómo una mujer que quiere
puede olvidar su querer.
Puede olvidar su querer;
y al ver que esto era verdad,
mis lágrimas se perdieron
en lo profundo del mar.
XXIX
Tu aliento es mi única vida,
y son tus ojos mi luz;
mi alma está donde tu pecho,
mi patria donde estás tú.
XXX
Del fuego que por tu gusto
encendimos hace tiempo,
las cenizas sólo quedan,
y en el corazón las llevo.
XXXI
Pobre me acosté, y en sueños
vi lleno de oro mi cuarto:
más pobre me levanté
que antes de haberme acostado.
XXXII
¿Cómo quieres que yo queme
las prendas que me has devuelto,
si el corazón me lo has dado
tú misma cenizas hecho?
XXXIII
El pájaro que me diste,
preso lo tengo en su jaula,
y el pobre de día y noche
se muere, y por eso canta.
XXXIV
Llevas escrito en tu cara
que tienes mal corazón,
y es tan poca tu vergüenza
que aún vas por donde yo voy.
XXXV
Madre mía, compañera,
madre mía ¿dónde estás?
te llamo en el cementerio
y no quieres contestar.
No me quieres contestar,
cuando te vengo a pedir
el alma que te llevaste
al separarte de mí.
Al separarte de mí
me diste un beso de adiós,
y en tus labios toda mi alma,
madre mía, se quedó.
XXXVI
Si os encontráis algún día
dentro de la soledad,
no pidáis consuelo al mundo,
porque él no os lo puede dar.
XXXVII
Sé que me voy a perder
y ya sé que estoy perdido,
y solamente me pesa
que no te pierdas conmigo.
XXXVIII
Tengo deudas en la tierra,
y deudas tengo en el cielo:
pagaré allá con mi alma;
ya pago aquí con mi cuerpo.
XXXIX
En sueños te contemplaba
dentro de la oscuridad,
y cuando abriste los ojos
todo comenzó a brillar.
Todo comenzó a brillar,
y entonces te llamé yo:
cerraste al punto los ojos,
y la oscuridad volvió.
XL
Cuando te estoy contemplando
quisiera poner en ti
en una, cuantas miradas
desde que vivo perdí.
miércoles, 13 de julio de 2011
Poemas de Ada Menéndez en 'La mujer anochecía' (2)
Las cuatro torres de Madrid desde la autopista de Burgos,
Los exhaustos caminan tiesos no comen no beben no van al bañono hacen nada por mantenerse
en pie
Corro galopo navego rauda como una bala sin pistola
lánzame apunta en la diana prometo atinar
pon el ojo maldeciré su traición prometo atinar
debo arrancarles de mis páginas como una bala sin pistola
Hay en mi casa un ambientador estupendo eficaz lavanda rosas jazmín
elimina cualquier mal verso adherido
los poetas olemos a basura
Las gatas callejeras se esconden bajo los contenedores intentan
no encontrar excusas
para arañar tu palmito de hombre
hombre cazador
Orgía de una mujer,
Reniego a ser una amante pinchada sobre el corcho de tu colecciónni junta ni revuelta aquí el único que se junta donde no debe
eres tú
revuelto como un huevo podrido revuelto
de ti mismo
Se levantan las noches para dar paso a los días
contigo te tú de ti para ti por ti
cambias mis pañuelos lavándolos a la piedra de tu piedra pura
más pura que la mía porque yo no tengo y si la tengo está sucia
verbalizamos el amor ese amor que no ruboriza cuando lo hacemos en voz alta
el amor sí
el amor que nos follamos
En la poesía, hay quien ha dado accidentalmente en las Matemáticas, por ejemplo Oliverio Girondo(5)
CANSANCIO
Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
martes, 12 de julio de 2011
Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (6)
La soledad (1860)
I
Las fatigas que se cantan
son las fatigas más grandes,
porque se cantan llorando
y las lágrimas no salen.
II
Al ver en tu sepultura
las siemprevivas tan frescas,
me acuerdo, madre del alma,
que estás para siempre muerta.
III
Los mundos que me rodean
son los que menos me extrañan:
el que me tiene asombrado
es el mundo de mi alma.
IV
Los que la cuentan por años
dicen que la vida es corta;
a mí me parece larga
porque la cuento por horas.
V
Cuando dices un embuste
la sangre salta a tu cara:
no digas más que verdades,
porque es tu sangre encarnada.
VI
Pasé por un bosque y dije:
«aquí está la soledad...»
y el eco me respondió
con voz muy ronca: «aquí está.»
Y me respondió «aquí está»
y sentí como un temblor,
al ver que la voz salía
de mi propio corazón.
VII
Dos males hay en el mundo
que es necesario vencer:
el amor de uno a sí mismo
y el rencor de la mujer.
VIII
Al darme la muerte, ingrata,
a ti misma te castigas,
pues tu castigo mayor
es quedarte con dos vidas.
IX
Yo me marché al campo santo
y a voces llamé a los muertos,
y para castigo mío
los vivos me respondieron.
X
Eres muy niña y ya clavas
en tu pañuelo alfileres:
ya dejan ver desde niñas
su inclinación las mujeres.
XI
Dentro de un tropel de penas
tengo mi cuerpo metido,
y nadie me da socorro
por más que a voces lo pido.
XII
Al verme triste a tu lado
no me preguntes qué tengo;
tendría que responderte,
y yo acusarte no quiero.
XIII
Yo tenga hecha con el cielo
una escritura perpetua
de no marcharme del mundo
hasta que la muerte venga.
Y hasta que la muerte venga
esperaré sin quejarme,
sólo por ver en el mundo
dónde concluyen los males.
XIV
No hagas daño, compañero,
ni a los que daño te hicieren,
porque aquel que a hierro mata
casi siempre a hierro muere.
XV
La muerte ya no me espanta;
tendría más que temer
si en el cielo me dijeran:
has de volver a nacer.
XVI
Si mis ojos no te dicen
todo lo que el pecho siente,
no es porque se están callados;
es porque no los comprendes.
XVII
Puedes hacer lo que quieras,
que a nada me opongo yo;
pero comprar mi dinero
con tu querer... ¡eso no!
XVIII
Yo no sé lo que yo tengo,
ni sé lo que me hace falta,
que siempre espero una cosa
que no sé cómo se llama.
XIX
Yo propio juez de mi causa
he venido a sentenciar,
que yo la muerte merezco,
tú la muerte... y algo más.
XX
Las estrellas que en el cielo
brillan con gran claridad,
¡cuántas noches de fatigas
las he querido contar!
Las he querido contar
sin llegarlo a conseguir,
que tengo los ojos malos
de llorar y de reír.
De llorar, cuando me acuerdo
que Dios de mí te apartó;
de reír, al acordarme
que pronto iré junto a Dios.
I
Las fatigas que se cantan
son las fatigas más grandes,
porque se cantan llorando
y las lágrimas no salen.
II
Al ver en tu sepultura
las siemprevivas tan frescas,
me acuerdo, madre del alma,
que estás para siempre muerta.
III
Los mundos que me rodean
son los que menos me extrañan:
el que me tiene asombrado
es el mundo de mi alma.
IV
Los que la cuentan por años
dicen que la vida es corta;
a mí me parece larga
porque la cuento por horas.
V
Cuando dices un embuste
la sangre salta a tu cara:
no digas más que verdades,
porque es tu sangre encarnada.
VI
Pasé por un bosque y dije:
«aquí está la soledad...»
y el eco me respondió
con voz muy ronca: «aquí está.»
Y me respondió «aquí está»
y sentí como un temblor,
al ver que la voz salía
de mi propio corazón.
VII
Dos males hay en el mundo
que es necesario vencer:
el amor de uno a sí mismo
y el rencor de la mujer.
VIII
Al darme la muerte, ingrata,
a ti misma te castigas,
pues tu castigo mayor
es quedarte con dos vidas.
IX
Yo me marché al campo santo
y a voces llamé a los muertos,
y para castigo mío
los vivos me respondieron.
X
Eres muy niña y ya clavas
en tu pañuelo alfileres:
ya dejan ver desde niñas
su inclinación las mujeres.
XI
Dentro de un tropel de penas
tengo mi cuerpo metido,
y nadie me da socorro
por más que a voces lo pido.
XII
Al verme triste a tu lado
no me preguntes qué tengo;
tendría que responderte,
y yo acusarte no quiero.
XIII
Yo tenga hecha con el cielo
una escritura perpetua
de no marcharme del mundo
hasta que la muerte venga.
Y hasta que la muerte venga
esperaré sin quejarme,
sólo por ver en el mundo
dónde concluyen los males.
XIV
No hagas daño, compañero,
ni a los que daño te hicieren,
porque aquel que a hierro mata
casi siempre a hierro muere.
XV
La muerte ya no me espanta;
tendría más que temer
si en el cielo me dijeran:
has de volver a nacer.
XVI
Si mis ojos no te dicen
todo lo que el pecho siente,
no es porque se están callados;
es porque no los comprendes.
XVII
Puedes hacer lo que quieras,
que a nada me opongo yo;
pero comprar mi dinero
con tu querer... ¡eso no!
XVIII
Yo no sé lo que yo tengo,
ni sé lo que me hace falta,
que siempre espero una cosa
que no sé cómo se llama.
XIX
Yo propio juez de mi causa
he venido a sentenciar,
que yo la muerte merezco,
tú la muerte... y algo más.
XX
Las estrellas que en el cielo
brillan con gran claridad,
¡cuántas noches de fatigas
las he querido contar!
Las he querido contar
sin llegarlo a conseguir,
que tengo los ojos malos
de llorar y de reír.
De llorar, cuando me acuerdo
que Dios de mí te apartó;
de reír, al acordarme
que pronto iré junto a Dios.
jueves, 7 de julio de 2011
Poemas de Sonia Bueno en 'Retales' (3, y fin)
devano mi camino. para hilar mis huellas —y habitar el
camino
___
des-anuda islas
vetea con óxido sus canales
blandos
la memoria emerge
___
en memoria de cera
el anzuelo
.
oxidado
.
ancla
h
sostengo un hilo /de luz. lo sigo. hasta encontrar la
salida.
y el hilo es un haz de hebras :avanzo tejiendo un laberinto
el laberinto
/donde no había entrado
¿h?
pesado. mal tejido ––un velo. un velo que no es un velo.
es una piedra. lisa. pesado. un velo mal tejido duele. pesa.
pesan sus hilos. sueltos. delante de los ojos. pesan dentro
de la cabeza. pesan. duelen. pesan.
y nada pesa
la aguja
b/aja/da
por la memoria
duele
rc
corte
tras
corte con mi ovillo
:lo
entraño
camino
___
des-anuda islas
vetea con óxido sus canales
blandos
la memoria emerge
___
en memoria de cera
el anzuelo
.
oxidado
.
ancla
h
sostengo un hilo /de luz. lo sigo. hasta encontrar la
salida.
y el hilo es un haz de hebras :avanzo tejiendo un laberinto
el laberinto
/donde no había entrado
¿h?
pesado. mal tejido ––un velo. un velo que no es un velo.
es una piedra. lisa. pesado. un velo mal tejido duele. pesa.
pesan sus hilos. sueltos. delante de los ojos. pesan dentro
de la cabeza. pesan. duelen. pesan.
y nada pesa
la aguja
b/aja/da
por la memoria
duele
rc
corte
tras
corte con mi ovillo
:lo
entraño
Autorretrato de Nicanor Parra
Amigos de Poesía Abierta, aunque lo parezca por falta de entradas, estoy de vacaciones de verano, es decir, trabajando en otras muchas cosas que no en el blog. Deseando volver a tener tiempo cuanto antes, seguimos compartiendo poesía. Ahí va Nicanor.
miércoles, 6 de julio de 2011
Poemas de Ada Menéndez en 'La mujer anochecía' (1)
Un ovni en mi balcón debería aterrizar le dejaría espacio suficiente entre
geranios y petunias lo cuidaría con mucho mimo permitiría
al extraterrestre sumarse a mi mesa siempre lentejas
en su plato y nunca sería un extranjero
no le faltaría nada porque a mí todo me sobra
el espacio me sobran las mantas me sobran
conversaciones monopolizadas por terrícolas
mi hombre de otro planeta giraría alrededor de mi eje
experimentando
me
En la alcantarillas viven agazapados seres diminutos peligrosos
te digo escúchame por favor ponte a resguardo te digo
ellos hablan sin descanso de forma circular se expresan
atando palabras te licúan el cerebro son muy perseverantes estos
políticos
Pégame la lengua al paladar no permitas vuelva a soltarse
se me escapa la vergüenza
Las niñas jugábamos a ser madres felices de críos cagones
las mujeres jugamos con críos cagones a ser sus madres
infelices de nosotras
Máximas prestaciones mínimo consumo te lo clavan en la cabeza creen saber
lo que tú quieres lo que tú necesitas creen
ser tu máxima prestación para tu mínimo consumo
precíntate al vacío
etiquétate
eres lo máximo para insatisfechos
consumirme es lo mínimo para tu necesidad
geranios y petunias lo cuidaría con mucho mimo permitiría
al extraterrestre sumarse a mi mesa siempre lentejas
en su plato y nunca sería un extranjero
no le faltaría nada porque a mí todo me sobra
el espacio me sobran las mantas me sobran
conversaciones monopolizadas por terrícolas
mi hombre de otro planeta giraría alrededor de mi eje
experimentando
me
En la alcantarillas viven agazapados seres diminutos peligrosos
te digo escúchame por favor ponte a resguardo te digo
ellos hablan sin descanso de forma circular se expresan
atando palabras te licúan el cerebro son muy perseverantes estos
políticos
Pégame la lengua al paladar no permitas vuelva a soltarse
se me escapa la vergüenza
Las niñas jugábamos a ser madres felices de críos cagones
las mujeres jugamos con críos cagones a ser sus madres
infelices de nosotras
Máximas prestaciones mínimo consumo te lo clavan en la cabeza creen saber
lo que tú quieres lo que tú necesitas creen
ser tu máxima prestación para tu mínimo consumo
precíntate al vacío
etiquétate
eres lo máximo para insatisfechos
consumirme es lo mínimo para tu necesidad
En la poesía, hay quien ha dado accidentalmente en las Matemáticas, por ejemplo Gloria Fuertes(4)
EL BURRO EN LA ESCUELA
Una y uno, dos
Dos y una, seis.
El pobre burrito
Contaba al revés.
¡No se lo sabe!
—Sí me lo sé.
—¡Usted nunca estudia!
Dígame ¿por qué?
—Cuando voy a casa
no puedo estudiar;
mi amo es muy pobre,
hay que trabajar.
Trabajo en la noria
Todo el santo día.
¡No me llame burro,
profesora mía!
PALABRAS Y NÚMEROS
En el cielo una luna se divierte.
En el suelo dos bueyes van cansados.
En el borde del río nace el musgo.
En el pozo hay tres peces condenados.
En el seco sendero hay cuatro olivos,
en el peral pequeño, cinco pájaros,
seis ovejas en el redil del pobre,
—en su zurrón duermen siete pecados—
Ocho meses tarda en nacer el trigo,
nueve días tan solo el cucaracho;
diez estrellas cuento junto al chopo.
Once años tenía,
doce meses hace que te espero,
por este paragua trece duros pago.
NÚMEROS COMPARADOS
Cuéntame un cuento de números,
háblame del dos y el tres
-del ocho que es al revés
igual que yo del derecho-.
Cuéntame tú que te han hecho
el nueve, el cinco y el cuatro
para que los quieras tanto;
anda pronto, cuéntame.
Dime ese tres que parece
los senos de cualquIer foca;
dime, ¿de quién se enamora
ese tonto que es el tres?
Ese pato que es el dos,
está navegando siempre;
pero a mí me gusta el siete,
porque es un roto en la vida,
y como estoy descosida,
le digo a lo triste: Vete.
Cuéntame el cuento y muy lenta,
que aunque aborrezco el guarismo,
espero gozar lo mismo
si eres tú quien me lo cuenta.
Una y uno, dos
Dos y una, seis.
El pobre burrito
Contaba al revés.
¡No se lo sabe!
—Sí me lo sé.
—¡Usted nunca estudia!
Dígame ¿por qué?
—Cuando voy a casa
no puedo estudiar;
mi amo es muy pobre,
hay que trabajar.
Trabajo en la noria
Todo el santo día.
¡No me llame burro,
profesora mía!
PALABRAS Y NÚMEROS
En el cielo una luna se divierte.
En el suelo dos bueyes van cansados.
En el borde del río nace el musgo.
En el pozo hay tres peces condenados.
En el seco sendero hay cuatro olivos,
en el peral pequeño, cinco pájaros,
seis ovejas en el redil del pobre,
—en su zurrón duermen siete pecados—
Ocho meses tarda en nacer el trigo,
nueve días tan solo el cucaracho;
diez estrellas cuento junto al chopo.
Once años tenía,
doce meses hace que te espero,
por este paragua trece duros pago.
NÚMEROS COMPARADOS
Cuéntame un cuento de números,
háblame del dos y el tres
-del ocho que es al revés
igual que yo del derecho-.
Cuéntame tú que te han hecho
el nueve, el cinco y el cuatro
para que los quieras tanto;
anda pronto, cuéntame.
Dime ese tres que parece
los senos de cualquIer foca;
dime, ¿de quién se enamora
ese tonto que es el tres?
Ese pato que es el dos,
está navegando siempre;
pero a mí me gusta el siete,
porque es un roto en la vida,
y como estoy descosida,
le digo a lo triste: Vete.
Cuéntame el cuento y muy lenta,
que aunque aborrezco el guarismo,
espero gozar lo mismo
si eres tú quien me lo cuenta.
martes, 5 de julio de 2011
Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (5)
Principia Augusto Ferrán su obra 'La soledad' con cantares populares. Ahí van los últimos que nos quedan por registrar.
Antes, me pregunto: ¿por qué lo popular tiene un sentido tan peyorativo hoy en día en lo referente a la cultura? Leyendo estos cantares no podemos pensar que es por su falta de valor artístico y literario, ni mucho menos. Es muy probable que cuando en España pensamos en cultura popular pensamos en aquellos años tan ignominiosos de la dictadura franquista, en sus niños prodigio y en una sociedad analfabeta, inculta y embobecida que fue la que la dictadura creó. Así es de entender que lo popular se entienda en un sentido despreciativo por ramplón y sensiblero. Pero España, afortunadamente no siempre fue así. Aunque hoy aún lo sea, una España cateta adicta al insulto, al exabrupto y a la pública exhibición, humillación e idolatría de las peores de sus gentes, España fue muy otra en en el pasado. Estas coplas, antiguas, de al menos mediados del siglo XIX, son una manifestación culta de una España ágrafa y en apariencia ignorante.
Cantares del pueblo
LXI
Me fui a misa a la Victoria,
me encomendé a la Humildad,
que estas fatigas me alivie
que no las puedo aguantar.
LXII
Flamenca, te lo he pedido
por la salud de tu madre,
que no pases por mi puerta,
que se redoblan mis males.
LXIII
Compañerito del alma
en el cementerio entré,
y levantando la losa
me encontré con tu querer.
LXIV
Al pasar por una calle
vi yo un acompañamiento:
¡pobrecillo de mi alma
cómo llevará su cuerpo!
LXV
Ya no quiero querer más
quiero seguir tu opinión;
que un querer con mucho extremo
es causa de perdición.
LXVI
No digas, donde te pongas,
que agua tienes de bautismo;
te escupirán a la cara
por lo que has hecho conmigo.
LXVII
Veinticinco calabozos
tiene la cárcel de Utrera;
veinticuatro llevo andados
y el más oscuro me queda.
LXVIII
Ábrase la sepultura,
que me quiero meter dentro;
que un hombre de mis hechuras
se compara con los muertos.
LXIX
Ven acá, mujer del mundo,
conviértete a la razón;
ningún hombre puede ser
tan cabal como el reló.
LXX
La víbora ponzoñosa
en medio de su bravío,
venga y coma de mis carnes
si yo te quiero fingido.
LXXI
Cuando dos quieren a una
y los dos están presentes,
el uno cierra los ojos
y el otro aprieta los dientes.
LXXII
A aquel que tiene la culpa
de que penas pase yo,
a pedazos se le caigan
las alas del corazón.
LXXIII
Dondequiera que te pongas
me tendrás que venerar,
porque yo he sido, queriendo,
la piedra fundamental.
LXXIV
En medio de mi fatiga
por querer, quise dormirme,
que el que vive como yo
cuando duerme es cuando vive.
LXXV
¿Qué importa que no te vea
si ya tengo un gran alivio?
Yo tengo mi corazón
todas las horas contigo.
LXXVI
Cuanto más hables más pierdes,
y a ti te obliga el callar;
que el hierro que yo te he echado
a la cara te saldrá.
LXXVII
En la raíz del querer
nació mi madre gitana,
y yo, como soy su hijo,
vengo de la misma rama.
LXXVIII
Hablas muy mal de lo bueno
y Dios te ha de castigar;
cuando de lo bueno hablas,
de lo malo ¿qué será?
LXXIX
Tus ojos son dos ladrones
que a un tiempo roban y matan,
la sepultura es tu pecho
y la salvación tu alma.
LXXX
Tengo mi cuerpo metido
en confusiones muy grandes,
que en un camino me encuentro
con dos veredas iguales.
Con dos veredas iguales,
y me paro en la mejor;
si tomo la que no quiero
ha de ser mi perdición.
Ha de ser mi perdición,
pero la cuenta me hago,
que me pierdo por mi gusto
y a nadie le causo daño.
LXXXI
No me espanta que al dormir
te hable con el deseo;
son mis fatigas tan grandes
que estoy durmiendo y te veo.
Que estoy durmiendo y te veo
que estás a la vera mía,
y me despierto llorando
que me ahogan las fatigas.
LXXXII
Anda y pregúntale a un sabio
cuál de los dos pierde más,
el que come de sus carnes
o el que publica su mal.
El que publica su mal
por el pronto siente alivio,
y el que come de sus carnes
se da tormento a sí mismo.
LXXXIII
Por si acaso yo no muero
y me quieres encontrar,
vete a la iglesia mayor
y comiénzame a llamar.
Y comiénzame a llamar
que yo te responderé,
porque pediré licencia
al poderoso Divé.
El poderoso Divé
la licencia me dará,
por lo bien que te he querido
hasta el juicio final.
Hasta el juicio final
fatigas tendré por verte,
y ahora que más te quiero
de mí se acuerda la muerte.
De mí se acuerda la muerte,
cosa que no debe ser,
que me aparten de tu vera
y me quiten tu querer.
LXXXIV
En el querer no hay saber,
lo tengo experimentado;
de lo que siempre he huido
un Divé me ha castigado.
Si un Divé me ha castigado
una fue y dos no será,
que ya me he mirado en mí
y veo lo que el querer da.
Si esto es lo que el querer da,
yo no quiero más querer;
que tú me dieras mal pago
a mí se me emplea bien.
A mí se me emplea bien,
pero un consuelo tenía,
que si dejas mi querer
sabrás lo que son fatigas.
Sabrás lo que son fatigas,
y un Divé me ha de otorgar
que con los brazos abiertos
me has de venir a buscar.
Antes, me pregunto: ¿por qué lo popular tiene un sentido tan peyorativo hoy en día en lo referente a la cultura? Leyendo estos cantares no podemos pensar que es por su falta de valor artístico y literario, ni mucho menos. Es muy probable que cuando en España pensamos en cultura popular pensamos en aquellos años tan ignominiosos de la dictadura franquista, en sus niños prodigio y en una sociedad analfabeta, inculta y embobecida que fue la que la dictadura creó. Así es de entender que lo popular se entienda en un sentido despreciativo por ramplón y sensiblero. Pero España, afortunadamente no siempre fue así. Aunque hoy aún lo sea, una España cateta adicta al insulto, al exabrupto y a la pública exhibición, humillación e idolatría de las peores de sus gentes, España fue muy otra en en el pasado. Estas coplas, antiguas, de al menos mediados del siglo XIX, son una manifestación culta de una España ágrafa y en apariencia ignorante.
Cantares del pueblo
LXI
Me fui a misa a la Victoria,
me encomendé a la Humildad,
que estas fatigas me alivie
que no las puedo aguantar.
LXII
Flamenca, te lo he pedido
por la salud de tu madre,
que no pases por mi puerta,
que se redoblan mis males.
LXIII
Compañerito del alma
en el cementerio entré,
y levantando la losa
me encontré con tu querer.
LXIV
Al pasar por una calle
vi yo un acompañamiento:
¡pobrecillo de mi alma
cómo llevará su cuerpo!
LXV
Ya no quiero querer más
quiero seguir tu opinión;
que un querer con mucho extremo
es causa de perdición.
LXVI
No digas, donde te pongas,
que agua tienes de bautismo;
te escupirán a la cara
por lo que has hecho conmigo.
LXVII
Veinticinco calabozos
tiene la cárcel de Utrera;
veinticuatro llevo andados
y el más oscuro me queda.
LXVIII
Ábrase la sepultura,
que me quiero meter dentro;
que un hombre de mis hechuras
se compara con los muertos.
LXIX
Ven acá, mujer del mundo,
conviértete a la razón;
ningún hombre puede ser
tan cabal como el reló.
LXX
La víbora ponzoñosa
en medio de su bravío,
venga y coma de mis carnes
si yo te quiero fingido.
LXXI
Cuando dos quieren a una
y los dos están presentes,
el uno cierra los ojos
y el otro aprieta los dientes.
LXXII
A aquel que tiene la culpa
de que penas pase yo,
a pedazos se le caigan
las alas del corazón.
LXXIII
Dondequiera que te pongas
me tendrás que venerar,
porque yo he sido, queriendo,
la piedra fundamental.
LXXIV
En medio de mi fatiga
por querer, quise dormirme,
que el que vive como yo
cuando duerme es cuando vive.
LXXV
¿Qué importa que no te vea
si ya tengo un gran alivio?
Yo tengo mi corazón
todas las horas contigo.
LXXVI
Cuanto más hables más pierdes,
y a ti te obliga el callar;
que el hierro que yo te he echado
a la cara te saldrá.
LXXVII
En la raíz del querer
nació mi madre gitana,
y yo, como soy su hijo,
vengo de la misma rama.
LXXVIII
Hablas muy mal de lo bueno
y Dios te ha de castigar;
cuando de lo bueno hablas,
de lo malo ¿qué será?
LXXIX
Tus ojos son dos ladrones
que a un tiempo roban y matan,
la sepultura es tu pecho
y la salvación tu alma.
LXXX
Tengo mi cuerpo metido
en confusiones muy grandes,
que en un camino me encuentro
con dos veredas iguales.
Con dos veredas iguales,
y me paro en la mejor;
si tomo la que no quiero
ha de ser mi perdición.
Ha de ser mi perdición,
pero la cuenta me hago,
que me pierdo por mi gusto
y a nadie le causo daño.
LXXXI
No me espanta que al dormir
te hable con el deseo;
son mis fatigas tan grandes
que estoy durmiendo y te veo.
Que estoy durmiendo y te veo
que estás a la vera mía,
y me despierto llorando
que me ahogan las fatigas.
LXXXII
Anda y pregúntale a un sabio
cuál de los dos pierde más,
el que come de sus carnes
o el que publica su mal.
El que publica su mal
por el pronto siente alivio,
y el que come de sus carnes
se da tormento a sí mismo.
LXXXIII
Por si acaso yo no muero
y me quieres encontrar,
vete a la iglesia mayor
y comiénzame a llamar.
Y comiénzame a llamar
que yo te responderé,
porque pediré licencia
al poderoso Divé.
El poderoso Divé
la licencia me dará,
por lo bien que te he querido
hasta el juicio final.
Hasta el juicio final
fatigas tendré por verte,
y ahora que más te quiero
de mí se acuerda la muerte.
De mí se acuerda la muerte,
cosa que no debe ser,
que me aparten de tu vera
y me quiten tu querer.
LXXXIV
En el querer no hay saber,
lo tengo experimentado;
de lo que siempre he huido
un Divé me ha castigado.
Si un Divé me ha castigado
una fue y dos no será,
que ya me he mirado en mí
y veo lo que el querer da.
Si esto es lo que el querer da,
yo no quiero más querer;
que tú me dieras mal pago
a mí se me emplea bien.
A mí se me emplea bien,
pero un consuelo tenía,
que si dejas mi querer
sabrás lo que son fatigas.
Sabrás lo que son fatigas,
y un Divé me ha de otorgar
que con los brazos abiertos
me has de venir a buscar.
lunes, 4 de julio de 2011
Poemas de Antonio Machado en 'Humorismos, fantasías, apuntes' (3, y fin)
Hastío
Pasan las horas de hastío
por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.
Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tic-tac acompasado
odiosamente golpea.
Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado...
¡Qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!
Consejos
I
Este amor que quiere ser,
acaso pronto será;
pero ¿cuándo ha de volver
lo que acaba de pasar?
Hoy dista mucho de ayer.
¡Ayer es Nunca jamás!
II
Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar;
la monedíta del alma
se pierde si no se da.
[Anoche cuando dormía]
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mi,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
[¿Mi corazón se ha dormido?]
¿Mi corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos?
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.
Pasan las horas de hastío
por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.
Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tic-tac acompasado
odiosamente golpea.
Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado...
¡Qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!
Consejos
I
Este amor que quiere ser,
acaso pronto será;
pero ¿cuándo ha de volver
lo que acaba de pasar?
Hoy dista mucho de ayer.
¡Ayer es Nunca jamás!
II
Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar;
la monedíta del alma
se pierde si no se da.
[Anoche cuando dormía]
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mi,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
[¿Mi corazón se ha dormido?]
¿Mi corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos?
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.