Amante desesperado del premio y obstinado en amar
¡Qué perezosos pies, que entretenidos
pasos lleva la muerte por mis daños!
el camino me alargan los engaños
y en mí se escandalizan los perdidos.
Mis ojos no se dan por entendidos,
y por descaminar mis desengaños,
me disimulan la verdad los años
y les guardan el sueño a los sentidos.
Del vientre a la prisión vine en naciendo,
de la prisión iré al sepulcro amando,
y siempre en el sepulcro estaré ardiendo.
Cuantos plazos la muerte me va dando
prolijidades son, que va creciendo,
porque no acabe de morir penando.
Exhorta a los que amaren, que no sigan los pasos por donde ha hecho su viaje
Cargado voy de mí: veo delante
muerte que me amenaza la jornada;
ir porfiando por la senda errada
más de necio será que de constante.
Si por su mal me sigue ciego amante
(que nunca es sola suerte desdichada),
¡ay!, vuelva en sí y atrás: no dé pisada
donde la dio tan ciego caminante.
Ved cuán errado mi camino ha sido;
cuán solo y triste, y cuán desordenado,
que nunca ansí le anduvo pie perdido;
pues, por no desandar lo caminado,
viendo delante y cerca fin temido,
con pasos que otros huyen le he buscado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario