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miércoles, 10 de abril de 2013

Poemas de Juan Antonio Villacañas

SOPLO

De los acartonados suspiros de la carne, nace la soledad,
la soledad que cruza nuestra cara con grandes lejanías.
Dios es un paraíso que circunda los sueños,
y nos deja morir
irremediablemente,
aunque nos autorice a soñar otra vez,
con la muerte en los ojos y una cruz a la espalda.

ESTOY RESUCITANDO

Es un poco de música o es un poco de viento;
no lo sé ciertamente.
Algo me da en la carne: ¿ Una luz, una estrella?
Estoy solo, sentado, dentro del pensamiento,
y hasta hablo y me escucho y me toco. Yo mismo,
no sé cómo explicar a la gente estas cosas.
Si estoy resucitando, alguien me lo dirá.

REBELIÓN DE UN RECIÉN NACIDO

Dios está limitando con mi incredulidad
constantemente.
Y mi incredulidad es tanto Dios, que estoy casi seguro
de poder adorarle.
Los hombres me cuentan sus historias,
pobres, tristes, insignificantes...
Los niños nacen
y nacen de algún modo las arañas.
Los niños y las arañas tienden a Dios sus redes.
Pero Dios no se rinde, no puede caer en la trampa.
Y sigue pisando redes y niños y arañas con la suavidad del aire,
con la suavidad del aire de un Dios Padre.
Y sigue pisando niños y redes como un viento huracanado,
digno hijo del aire.
Mas si llega a los hombres -como llega a los hombres-
la Humanidad es columpio de Dios.
Y se columpia Dios. Y arde. Y se columpia Dios. Y arde. Y...
quién sabe, si pidiendo perdón ahora
a cualquier hombre que encuentre por la calle,
Dios dejará de arder en mi incredulidad.
¡Quién sabe!

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