SOPLO
De los acartonados suspiros de la carne, nace la soledad,
la soledad que cruza nuestra cara con grandes lejanías.
Dios es un paraíso que circunda los sueños,
y nos deja morir
irremediablemente,
aunque nos autorice a soñar otra vez,
con la muerte en los ojos y una cruz a la espalda.
ESTOY RESUCITANDO
Es un poco de música o es un poco de viento;
no lo sé ciertamente.
Algo me da en la carne: ¿ Una luz, una estrella?
Estoy solo, sentado, dentro del pensamiento,
y hasta hablo y me escucho y me toco. Yo mismo,
no sé cómo explicar a la gente estas cosas.
Si estoy resucitando, alguien me lo dirá.
REBELIÓN DE UN RECIÉN NACIDO
Dios está limitando con mi incredulidad
constantemente.
Y mi incredulidad es tanto Dios, que estoy casi seguro
de poder adorarle.
Los hombres me cuentan sus historias,
pobres, tristes, insignificantes...
Los niños nacen
y nacen de algún modo las arañas.
Los niños y las arañas tienden a Dios sus redes.
Pero Dios no se rinde, no puede caer en la trampa.
Y sigue pisando redes y niños y arañas con la suavidad del aire,
con la suavidad del aire de un Dios Padre.
Y sigue pisando niños y redes como un viento huracanado,
digno hijo del aire.
Mas si llega a los hombres -como llega a los hombres-
la Humanidad es columpio de Dios.
Y se columpia Dios. Y arde. Y se columpia Dios. Y arde. Y...
quién sabe, si pidiendo perdón ahora
a cualquier hombre que encuentre por la calle,
Dios dejará de arder en mi incredulidad.
¡Quién sabe!
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