¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
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sábado, 30 de junio de 2012
Noticia de Πoetas en El País, por Manuel Rico
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22 de octubre de 1998, Madrid Cómico (1)
Ah, aprovecho la ocasión para hablaros de una novedad editorial relacionada con los autores que venimos (al menos yo) conociendo a través de Madrid Cómico. Los Aires murcianos de Vicente Medina (sí, aquella horripilante obra poética costumbrista que en el año de 1898 y de forma reiterada fue celebrada en esta revista, y de la que hemos dado muestra en este blog, sigue la etiqueta Vicente Medina) está editada, mis atónitos ojos pueden dar testimonio de haber visto un ejemplar (si no dos) en la menguadísima sección de poesía de la Casa del Libro de Gran Vía. ¿Quién ha cometido la desfachatez de publicar esto? Quién ha de ser, la excelsa diputación de Murcia, o algún organismo similar. Vamos, vamos.
viernes, 29 de junio de 2012
Mañana, 19:30H Cafe Libertad 8, Jesús Malia y Javier Lostalé
Javier Lostalé ha disfrutado de πoetas (primera antología de poesía con matemáticas) y ha accedido a compañarme este
para hablarnos de él.
No te puedes perder esta ocasión.
sábado 30 de junio
19:30H
Café Libertad 8
para hablarnos de él.
No te puedes perder esta ocasión.
En 'Versiones' de Rosario Castellanos St.-John Perse (4)
IV
Tú venías, risa de las aguas, hasta estos rincones del continente. A lo largo del aguacero traspasado de iris y de haces luminosos, se abría la misericordia de las llanuras; los jabalíes hurgaban la tierra de máscaras de oro; los viejos hollaban las huertas con su bastón y, abajo, los valles azules poblados de abetos; el corno breve del meseguero regocijando en la noche la caracola del pescador... Los hombres tenían un verderón amarillo en una jaula de hueso verde.
Ah, hubo un más grande movimiento de las cosas a la ribera, de todas las cosas a su ribera; y como por otras manos nos enajenó, al fin, la antigua maga; la tierra y sus bellotas salvajes, la pesada trenza de Circe y el rubor del atardecer caminando en nuestros ciruelos domésticos.
Una hora ávida se empurpuraba en las lavandas marítimas. Los astros despertaban en el color de menta del desierto. Y el sol del pastor, al declinar bajp el zumbido de las abejas, bello como un poseso en las ruinas de los templos, descendió a los canteros hacia las compuertas de las carenas.
Allá venían, entre los hombres de labor y los herreros de la mar, los extranjeros vencedores de los enigmas del camino. Allá se exhalaba, antes de la noche, el olor de vulva de las aguas bajas. Los fuegos hospitalarios enrojecían en sus cestos de hierro. El ciego descubría al cangrejo marino de las tumbas. Y la luna, en el barrio de las pitonisas negras, se embiriagaba de agrias flautas y de clamores de estaño: ¡tormento de los hombres, fuego del anochecer! Cien dioses mudos sobre sus tablillas de piedra. Y la mar para siempre detrás de vuestras mesas de familia, y todo ese perfume de alga de la mujer, menos insípido que el pan de los sacerdotes... Tu corazón, de hombre, oh pasajero, acampará esta noche con la gente del puerto, como una caldera de llamas rojas sobre la proa extranjera.
Advertencia para el señor de los astros y de la navegación.
Tú venías, risa de las aguas, hasta estos rincones del continente. A lo largo del aguacero traspasado de iris y de haces luminosos, se abría la misericordia de las llanuras; los jabalíes hurgaban la tierra de máscaras de oro; los viejos hollaban las huertas con su bastón y, abajo, los valles azules poblados de abetos; el corno breve del meseguero regocijando en la noche la caracola del pescador... Los hombres tenían un verderón amarillo en una jaula de hueso verde.
Ah, hubo un más grande movimiento de las cosas a la ribera, de todas las cosas a su ribera; y como por otras manos nos enajenó, al fin, la antigua maga; la tierra y sus bellotas salvajes, la pesada trenza de Circe y el rubor del atardecer caminando en nuestros ciruelos domésticos.
Una hora ávida se empurpuraba en las lavandas marítimas. Los astros despertaban en el color de menta del desierto. Y el sol del pastor, al declinar bajp el zumbido de las abejas, bello como un poseso en las ruinas de los templos, descendió a los canteros hacia las compuertas de las carenas.
Allá venían, entre los hombres de labor y los herreros de la mar, los extranjeros vencedores de los enigmas del camino. Allá se exhalaba, antes de la noche, el olor de vulva de las aguas bajas. Los fuegos hospitalarios enrojecían en sus cestos de hierro. El ciego descubría al cangrejo marino de las tumbas. Y la luna, en el barrio de las pitonisas negras, se embiriagaba de agrias flautas y de clamores de estaño: ¡tormento de los hombres, fuego del anochecer! Cien dioses mudos sobre sus tablillas de piedra. Y la mar para siempre detrás de vuestras mesas de familia, y todo ese perfume de alga de la mujer, menos insípido que el pan de los sacerdotes... Tu corazón, de hombre, oh pasajero, acampará esta noche con la gente del puerto, como una caldera de llamas rojas sobre la proa extranjera.
Advertencia para el señor de los astros y de la navegación.
jueves, 28 de junio de 2012
Palabras que salen del DRAE en la 23ª edición comenzando por 's'
sabandeño, ña.
self-service.
sextil2.
(De sexto).
□ V.
aspecto sextil
1. m. Astr. El de dos astros cuando queda entre ambos una casa celeste vacía.
Supresión total.
1. m. Astr. El de dos astros cuando queda entre ambos una casa celeste vacía.
Supresión total.
short.
show.
sifosis.
speech.
sponsor.
(Voz ingl., y esta del lat. sponsor, fiador).
spot1.
spot2.
(Voz ingl., y esta acort. de spotlight).
1. m. Foco de luz potente y directa que se utiliza en fotografía, cine, teatro, etc., para iluminar una zona pequeña.
stábat.
Quedarán recogidas sus acepciones bajo stábat máter. Todas las demás voces, hacia atrás y hacia adelante, desaparecen del DRAE completamente.
stand.
standing.
stock.
subconservador.
subprograma.
Poemas de Antonio Machado en 'Galerías' (1)
INTRODUCCIÓN
Leyendo un claro día
mis bien amados versos,
he visto en el profundo
espejo de mis sueños
que una verdad divina
temblando está de miedo,
y es una flor que quiere
echar su aroma al viento.
El alma del poeta
se orienta hacia el misterio.
Sólo el poeta puede
mirar lo que está lejos
dentro del alma, en turbio
y mago sol envuelto.
En esas galerías,
sin fondo, del recuerdo,
donde las pobres gentes
colgaron cual trofeo
el traje de una fiesta
apolillado y viejo,
allí el poeta sabe
el laborar eterno
mirar de las doradas
abejas de los sueños.
Poetas, con el alma
atenta al hondo cielo,
en la cruel batalla
o en el tranquilo huerto,
la nueva miel labramos
con los dolores viejos,
la veste blanca y pura
pacientemente hacemos,
y bajo el sol bruñimos
el fuerte arnés de hierro.
El alma que no sueña,
el enemigo espejo,
proyecta nuestra imagen
con un perfil grotesco.
Sentimos una ola
de sangre, en nuestro pecho,
que pasa... y sonreímos,
y a laborar volvemos.
___
Desgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris!...
¡el agua en tus cabellos!...
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
Leyendo un claro día
mis bien amados versos,
he visto en el profundo
espejo de mis sueños
que una verdad divina
temblando está de miedo,
y es una flor que quiere
echar su aroma al viento.
El alma del poeta
se orienta hacia el misterio.
Sólo el poeta puede
mirar lo que está lejos
dentro del alma, en turbio
y mago sol envuelto.
En esas galerías,
sin fondo, del recuerdo,
donde las pobres gentes
colgaron cual trofeo
el traje de una fiesta
apolillado y viejo,
allí el poeta sabe
el laborar eterno
mirar de las doradas
abejas de los sueños.
Poetas, con el alma
atenta al hondo cielo,
en la cruel batalla
o en el tranquilo huerto,
la nueva miel labramos
con los dolores viejos,
la veste blanca y pura
pacientemente hacemos,
y bajo el sol bruñimos
el fuerte arnés de hierro.
El alma que no sueña,
el enemigo espejo,
proyecta nuestra imagen
con un perfil grotesco.
Sentimos una ola
de sangre, en nuestro pecho,
que pasa... y sonreímos,
y a laborar volvemos.
___
Desgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris!...
¡el agua en tus cabellos!...
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
Un par de poemas de Francisco Pino, "El poeta siempre" y "Erratas fundamentales"
El poeta siempre
La fuerza del poeta en el olvido,
en tanto vive, estriba, esta es su paga,
ardiente libertad que nadie apaga
con ningún soplo pues se sopla a un ido.
Ido de sí, de todos desprendido,
el mundo, ajeno al suyo haga lo que haga,
le aparta porque teme que deshaga
el suyo cierto al falso apetecido.
Segregación y olvido son cimientos
del verdadero mundo del poeta
y así le nace de verdad vivido,
cosido a nadas y a embelesamientos.
Dios al olvido en vida le sujeta.
¿A quién máslibertad ha concedido?
Erratas fundamentales
Méquina dalicada
máquina delicada
lo infernal celestial
el arúspice el nilo
de donde viene todo
adonde corre todo
el error el milagro
la espuma esa simiente
Justamente lo justo
la poesía siembra
cien mil niños un viejo
Sal la sal esa gracia
¡Dos erratas! ¿Edén?
un azul esa noche
el sembrado el barbecho
¡Máquina delicada!
el punto el corazón
redondez esa mota
el polvo y el ombligo
¡Méquina dalicada!
La fuerza del poeta en el olvido,
en tanto vive, estriba, esta es su paga,
ardiente libertad que nadie apaga
con ningún soplo pues se sopla a un ido.
Ido de sí, de todos desprendido,
el mundo, ajeno al suyo haga lo que haga,
le aparta porque teme que deshaga
el suyo cierto al falso apetecido.
Segregación y olvido son cimientos
del verdadero mundo del poeta
y así le nace de verdad vivido,
cosido a nadas y a embelesamientos.
Dios al olvido en vida le sujeta.
¿A quién máslibertad ha concedido?
Erratas fundamentales
Méquina dalicada
máquina delicada
lo infernal celestial
el arúspice el nilo
de donde viene todo
adonde corre todo
el error el milagro
la espuma esa simiente
Justamente lo justo
la poesía siembra
cien mil niños un viejo
Sal la sal esa gracia
¡Dos erratas! ¿Edén?
un azul esa noche
el sembrado el barbecho
¡Máquina delicada!
el punto el corazón
redondez esa mota
el polvo y el ombligo
¡Méquina dalicada!
miércoles, 27 de junio de 2012
Palabras en riesgo de desaparecer del DRAE en la 23ª edición. Hoy por la t.
tangado, da.
En este caso solo se suprime una redundancia, pues tangar sigue quedando registrada.
telecinematógrafo.
Supresión.
testado2, da.
testar3.
(Der. regres. de testado2).
Supresión .
tinicla.
1. f.
Especie de cota de armas, que usaban los oficiales superiores del
Ejército, más larga y ancha que la cota, y con mangas más estrechas que
las del plaquín.
Supresión.
tiufado.
Supresión.
tour.
2. m. Gira, serie de actuaciones sucesivas de un cantante, grupo musical, etc., por diferentes localidades.
Supresión, sin embargo se crea la entrada tour de force.
tournée.
2. f. Excursión, gira o viaje por distracción.
3. f. Viaje profesional de un político, un viajante de comercio, etc., de itinerario y visitas predeterminados. La tournée del presidente. Una tournée de inspección.
Supresión.
tránsfugo.
trásfugo.
Supresión.
Guillermo López Gallego y José María Espinar en 'Los jueves poéticos'
11 (Guillermo López Gallego)
eres
miel
si
tú
eres
tú
eres
tú
según
creo
¿
a
quién
beneficia
la
metá
fora
?
Breve II (José María Espinar)
La esperanza
es un perro pastor
enloquecido
que abandona las ovejas
para cuidar lobos.
(Vanesa Pérez Sauquillo)
Hoy que tengo rugientes las palabras
no vengas a mi casa, hoy
no vengas
que espero algún combate ceniciento.
Llena de lava y rabia
recorto minuciosa
tus huellas de mi cuerpo.
Hoy que he enarbolado la bandera pirata
mantente lejos, tápate los ojos,
no llores ni blasfemes.
Al cabo de unas horas, o mañana
ven tranquilo a mi puerta
y arranca de tu flauta melodías
que maten a la bestia.
eres
miel
si
tú
eres
tú
eres
tú
según
creo
¿
a
quién
beneficia
la
metá
fora
?
Breve II (José María Espinar)
La esperanza
es un perro pastor
enloquecido
que abandona las ovejas
para cuidar lobos.
(Vanesa Pérez Sauquillo)
Hoy que tengo rugientes las palabras
no vengas a mi casa, hoy
no vengas
que espero algún combate ceniciento.
Llena de lava y rabia
recorto minuciosa
tus huellas de mi cuerpo.
Hoy que he enarbolado la bandera pirata
mantente lejos, tápate los ojos,
no llores ni blasfemes.
Al cabo de unas horas, o mañana
ven tranquilo a mi puerta
y arranca de tu flauta melodías
que maten a la bestia.
martes, 26 de junio de 2012
Javier Moreno acaba de publicar "Cadenas de búsqueda" (2)
UNIDADES DE MEDIDA
No se midió jamás la amistad en abrazos por segundo
ni el amor en besos cuadrados
ni el dolor en litros de lágrimas
¿Conoce alguien las coordenadas exactas
la longitud y la latitud del abismo?
En lo que se refiere a los afectos
la ciencia tiene sus límites, aunque siempre
podamos indagar elmeollo de la analogía:
Las placas tectónicas en su camino hacia el corazón
de la tierra
pierden el rumbo
chocan
y afloran
Así los recuerdos
Olvida el paraíso, la infancia:
esa extraña Pangea
Solo es cierta la deriva
Verbigracia
INFRALEVE
Salgo a la calle como quien
abandona un diccionario
como el viento que hojea los olmos
amarillos y no aprende nada
Busco la calidad de ese viento
aprender su ignorancia
pregonada a voces por el follaje:
la nube que escapa a la predicción meteorológica
el aroma a menta de tu infusión de la mañana
el modo tenue en que las ramas
se agitan y despiden mis pasos
En definitiva
la cantidad infinita de cosas
que pasan y nos evitan
Ni siquiera podría pagar por ellas
-como esas mujeres que son todo belleza
y que nadie ha visto nunca-
AMOR
Aproximadamente 593.000.000 resultados
(0,09 segundos)
MUERTE
Aproximadamente 170.000.000 resultados
(0,08 segundos)
Oh, muerte, dónde está tu victoria
No se midió jamás la amistad en abrazos por segundo
ni el amor en besos cuadrados
ni el dolor en litros de lágrimas
¿Conoce alguien las coordenadas exactas
la longitud y la latitud del abismo?
En lo que se refiere a los afectos
la ciencia tiene sus límites, aunque siempre
podamos indagar elmeollo de la analogía:
Las placas tectónicas en su camino hacia el corazón
de la tierra
pierden el rumbo
chocan
y afloran
Así los recuerdos
Olvida el paraíso, la infancia:
esa extraña Pangea
Solo es cierta la deriva
Verbigracia
INFRALEVE
Salgo a la calle como quien
abandona un diccionario
como el viento que hojea los olmos
amarillos y no aprende nada
Busco la calidad de ese viento
aprender su ignorancia
pregonada a voces por el follaje:
la nube que escapa a la predicción meteorológica
el aroma a menta de tu infusión de la mañana
el modo tenue en que las ramas
se agitan y despiden mis pasos
En definitiva
la cantidad infinita de cosas
que pasan y nos evitan
Ni siquiera podría pagar por ellas
-como esas mujeres que son todo belleza
y que nadie ha visto nunca-
AMOR
Aproximadamente 593.000.000 resultados
(0,09 segundos)
MUERTE
Aproximadamente 170.000.000 resultados
(0,08 segundos)
Oh, muerte, dónde está tu victoria
Dos sonetos, dos, de Quevedo
Comparación de las fábricas de la soberbia con las de la humildad
Es la soberbia artífice engañoso;
da su fábrica pompa, y no provecho:
ve, Nabuco, la estatua que te ha hecho;
advierte el edificio cauteloso.
Hizo la frente del metal precioso;
armó de plata y bronce cuello y pecho;
y por trocar con el cimiento el techo,
los pies labró de barro temeroso.
No alcanzó el oro a ver desde la altura
la guija, que rompió con ligereza
el polvo en quien fundó rica locura.
El que pusiere el barro en la cabeza
y a los pies del metal la lumbre pura,
tendrá, si no hermosura, fortaleza.
Al repentino y falso rumor de fuego que se movió en la Plaza de Madrid en una fiesta de toros
Verdugo fue el temor, en cuyas manos
depositó la muerte los despojos
de tanta infausta vida. Llorad, ojos,
si ya no lo dejáis por inhumanos.
¿Quién duda ser avisos soberanos,
aunque el vulgo los tenga por antojos,
con que el cielo el rigor de sus enojos
severo ostenta entre temores vanos?
Ninguno puede huir su fatal suerte;
nada pudo estorbar estos espantos;
ser de nada el rumor, ello se advierte.
Y esa nada ha causado muchos llantos,
y nada fue instrumento de la muerte,
y nada vino a ser muerte de tantos.
Es la soberbia artífice engañoso;
da su fábrica pompa, y no provecho:
ve, Nabuco, la estatua que te ha hecho;
advierte el edificio cauteloso.
Hizo la frente del metal precioso;
armó de plata y bronce cuello y pecho;
y por trocar con el cimiento el techo,
los pies labró de barro temeroso.
No alcanzó el oro a ver desde la altura
la guija, que rompió con ligereza
el polvo en quien fundó rica locura.
El que pusiere el barro en la cabeza
y a los pies del metal la lumbre pura,
tendrá, si no hermosura, fortaleza.
Al repentino y falso rumor de fuego que se movió en la Plaza de Madrid en una fiesta de toros
Verdugo fue el temor, en cuyas manos
depositó la muerte los despojos
de tanta infausta vida. Llorad, ojos,
si ya no lo dejáis por inhumanos.
¿Quién duda ser avisos soberanos,
aunque el vulgo los tenga por antojos,
con que el cielo el rigor de sus enojos
severo ostenta entre temores vanos?
Ninguno puede huir su fatal suerte;
nada pudo estorbar estos espantos;
ser de nada el rumor, ello se advierte.
Y esa nada ha causado muchos llantos,
y nada fue instrumento de la muerte,
y nada vino a ser muerte de tantos.
lunes, 25 de junio de 2012
'Campos de Castilla' (2) de Antonio Machado, 'Campos de Soria' y 'A un olmo seco'
CAMPOS DE SORIA
VIII
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio:
tras las murallas viejas
de Soria -barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Alamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña;
alamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
A UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo, en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
VIII
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio:
tras las murallas viejas
de Soria -barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Alamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña;
alamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
A UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo, en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (29)
MANERA DE SER DEL HOMBRE EN GENERAL
El hombre suele tener un gran corazón y una pequeña inteligencia, al revés de lo que él supone; y en vez de seguir los impulsos del corazón se confía a su miseria intelectual.
Los hombres civilizados y los que no lo son, se imitan mutuamente; pero ninguno consigue copiar la perfección del otro.
Cuando se conoce la existencia de una noticia y se teme que puede ser mala, se tiene tanta prisa por saberla como si se teme que pueda ser buena. No es seguro que el hombre se incline más al bien que al mal.
El hombre solo se ríe de los otros hombres y ese es el secreto de la sociabilidad. A todos nos gusta divertirnos.
Hay mucha gente que cuando ha de hacer algo, hace algo; aunque no sea exactamente lo que ha de hacer.
Cada uno tiene su carácter, aunque no lo ejerza.
A ningún hombre le extraña que las mujeres no se enamoren de otro hombre determinado, porque los hombres, entre ellos, se conocen muy bien.
Los hombres siempre son más tontos de lo que parecen.
Hay hombres que nunca dicen lo que quieren decir; no es difícil entender lo que dicen, pero es difícil entenderlos a ellos.
Los borrachos o los obcecados son los que se matan; los herederos son lo que desean la muerte de otro; los enemigos mortales son los que se desean mutuamente una larga vida para poderse seguir fastidiando.
Si todos fuéramos sabios, no se llegaría nunca, en las relaciones entre los hombres, a una situación dramática. Los protagonistas de los dramas, tanto en la vida real como en el teatro, siempre son tontos. Hay gente tan especializada en la tontería dramática, que llegan a dramatizar los más mimios incidentes; una piedra en el zapato, la muerte de un deudo, la pérdida de una fortuna o una gota de lluvia sobre un vestido nuevo.
Hay seres molestos y seres agradables; esto es cierto. Pero nuestros amigos no pertenecen todos a los últimos, ni nuestros enemigos a los primeros. Esto quiere decir que las razones de la amistad son independientes de la manera de ser la gente. Para ser amigo de otro basta con quererlo ser y considerarle como tal. Uno puede pelearse con sus amigos sin menoscabo de la amistad. El amigo no se puede definir y en esta imposibilidad estriba su profundo significado.
Todos sentimos el deseo ardiente de hacer algo para los demás, mientras no nos pidan nada.
Las personas que saben guardar un secreto son decepcionantes. Uno les confía una parte de sus fondos reservados a la caridad privada, y ellos los guardan en la caja fuerte de un banco.
El hombre suele tener un gran corazón y una pequeña inteligencia, al revés de lo que él supone; y en vez de seguir los impulsos del corazón se confía a su miseria intelectual.
Los hombres civilizados y los que no lo son, se imitan mutuamente; pero ninguno consigue copiar la perfección del otro.
Cuando se conoce la existencia de una noticia y se teme que puede ser mala, se tiene tanta prisa por saberla como si se teme que pueda ser buena. No es seguro que el hombre se incline más al bien que al mal.
El hombre solo se ríe de los otros hombres y ese es el secreto de la sociabilidad. A todos nos gusta divertirnos.
Hay mucha gente que cuando ha de hacer algo, hace algo; aunque no sea exactamente lo que ha de hacer.
Cada uno tiene su carácter, aunque no lo ejerza.
A ningún hombre le extraña que las mujeres no se enamoren de otro hombre determinado, porque los hombres, entre ellos, se conocen muy bien.
Los hombres siempre son más tontos de lo que parecen.
Hay hombres que nunca dicen lo que quieren decir; no es difícil entender lo que dicen, pero es difícil entenderlos a ellos.
Los borrachos o los obcecados son los que se matan; los herederos son lo que desean la muerte de otro; los enemigos mortales son los que se desean mutuamente una larga vida para poderse seguir fastidiando.
Si todos fuéramos sabios, no se llegaría nunca, en las relaciones entre los hombres, a una situación dramática. Los protagonistas de los dramas, tanto en la vida real como en el teatro, siempre son tontos. Hay gente tan especializada en la tontería dramática, que llegan a dramatizar los más mimios incidentes; una piedra en el zapato, la muerte de un deudo, la pérdida de una fortuna o una gota de lluvia sobre un vestido nuevo.
Hay seres molestos y seres agradables; esto es cierto. Pero nuestros amigos no pertenecen todos a los últimos, ni nuestros enemigos a los primeros. Esto quiere decir que las razones de la amistad son independientes de la manera de ser la gente. Para ser amigo de otro basta con quererlo ser y considerarle como tal. Uno puede pelearse con sus amigos sin menoscabo de la amistad. El amigo no se puede definir y en esta imposibilidad estriba su profundo significado.
Todos sentimos el deseo ardiente de hacer algo para los demás, mientras no nos pidan nada.
Las personas que saben guardar un secreto son decepcionantes. Uno les confía una parte de sus fondos reservados a la caridad privada, y ellos los guardan en la caja fuerte de un banco.
domingo, 24 de junio de 2012
Estos del RAE... ¿corrala, zulo, rapero? ¿Y yo?
Ayer tuve ocasión de ver en dos medios de difusión nacional una pequeña lista de voces que se incorporan al DRAE en la 23ª edición, que esperamos para 2014.
Me sorprende que la Academia de la Lengua haya informado de estos cambios a los periódicos y no a blogueros y poetas como yo mismo que tan pendientes estamos del DRAE. En fin, aún no se han debido enterar de que existo. Hago este reclamo porque ya he anunciado términos que se recogen en la edición electrónica como avance y que ni siquiera aparecen en esas listas. Te recuerdo 'corrala' y 'zulo', en entrada anterior bajo la etiqueta DRAE, y hoy te aporto 'rapero', que en esta extensa lista que te enlazo del diario El País no aparece. Afortunadamente ya la Academia deja registro web de estas modificaciones.
Pero más que las voces que se incorporan (y también nuevas acepciones), que sorprendente es su ausencia, en algunos casos, lo que más me apena es no tener el listado de las que se suprimen, que las incluye en el revuelto de las centenas de modificaciones. Al parecer este dato lo dan en la propia edición en papel, según creo, pues ninguna tengo ni tendré, que los libros pesan demasiado en las mudanzas. Pero esta información es imprescindible para todo poeta amante de su quehacer, que no es otro que el de avivar las palabras, y cuáles mejor para emprender esta tarea que las moribundas. Real Academia de la Lengua, me reitero en la súplica, por favor, no supriman la 22ª edición, o dejen registro web de las entradas que no están al día y que desaparecen.
Espero que nuestra querida Academia de la Lengua me acabe por tener en cuenta cuando emprenda estas campañas de difusión. Impaciente espero sus novedades para mi solaz, gozo y aprendizaje y para tu entretenimiento y provecho.
Haciendo el trabajo que la RAE podría ahorrarnos sin esfuerzo, repaso el listado completo de las modificaciones (esa es mi intención) para detectar las palabras que caen. Por el momento, tras revisar desde la 'U', estas tres:
usamericano
venimécum
zancudas
Por seguridad, traigo aquí las acepciones que todavía registra el DRAE y recojo estas palabras bajo dos etiquetas. La primera, "palabras caídas", será un registro de las voces que vayan siendo suprimidas del DRAE, la segunda hará referencia a la última edición a la que pertenecieron, "22ª edición", en este caso. Agrego un pequeño comentario.
Si alguien quiere apoyarme en esta tarea, aquí el enlace donde se consultan las modificaciones.
Seguiré informando.
Me sorprende que la Academia de la Lengua haya informado de estos cambios a los periódicos y no a blogueros y poetas como yo mismo que tan pendientes estamos del DRAE. En fin, aún no se han debido enterar de que existo. Hago este reclamo porque ya he anunciado términos que se recogen en la edición electrónica como avance y que ni siquiera aparecen en esas listas. Te recuerdo 'corrala' y 'zulo', en entrada anterior bajo la etiqueta DRAE, y hoy te aporto 'rapero', que en esta extensa lista que te enlazo del diario El País no aparece. Afortunadamente ya la Academia deja registro web de estas modificaciones.
Pero más que las voces que se incorporan (y también nuevas acepciones), que sorprendente es su ausencia, en algunos casos, lo que más me apena es no tener el listado de las que se suprimen, que las incluye en el revuelto de las centenas de modificaciones. Al parecer este dato lo dan en la propia edición en papel, según creo, pues ninguna tengo ni tendré, que los libros pesan demasiado en las mudanzas. Pero esta información es imprescindible para todo poeta amante de su quehacer, que no es otro que el de avivar las palabras, y cuáles mejor para emprender esta tarea que las moribundas. Real Academia de la Lengua, me reitero en la súplica, por favor, no supriman la 22ª edición, o dejen registro web de las entradas que no están al día y que desaparecen.
Espero que nuestra querida Academia de la Lengua me acabe por tener en cuenta cuando emprenda estas campañas de difusión. Impaciente espero sus novedades para mi solaz, gozo y aprendizaje y para tu entretenimiento y provecho.
Haciendo el trabajo que la RAE podría ahorrarnos sin esfuerzo, repaso el listado completo de las modificaciones (esa es mi intención) para detectar las palabras que caen. Por el momento, tras revisar desde la 'U', estas tres:
usamericano
venimécum
zancudas
Por seguridad, traigo aquí las acepciones que todavía registra el DRAE y recojo estas palabras bajo dos etiquetas. La primera, "palabras caídas", será un registro de las voces que vayan siendo suprimidas del DRAE, la segunda hará referencia a la última edición a la que pertenecieron, "22ª edición", en este caso. Agrego un pequeño comentario.
usamericano, na.
venimécum.
zancudas.
Si alguien quiere apoyarme en esta tarea, aquí el enlace donde se consultan las modificaciones.
Seguiré informando.
viernes, 22 de junio de 2012
En 'Versiones' de Rosario Castellanos St.-John Perse (3)
MARCAS
III
Por otra parte la historia fue menos clara. Las ciudades bajas prosperaban en la ignorancia de la mar, sentadas entre sus cinco colinas y sus corzas de hierro. O se levantaban al paso del pastor, entre la hierba, con las mulas de litera y las yuntas del publicano, dejándose poblar -allá arriba- por todo un derramamiento de tierras fértiles sujetas al diezmo.
Pero otras, laxas, se adosaban a lo largo de las aguas con sus grandes muros de asilos y penitenciarias, color de anís y de hinojo, color de la hierba cana de los pobres.
Y otras, que sangraban como madres solteras, con los pies manchados de escamas y la frente maculada de liquen, descendían a los cenagales del puerto con su paso de limpiadoras de letrinas.
Puerto de varaduras puntales de escoria. Volquetes en los márgenes de las lagunas, sobre los entablamientos de maërl y de tinta negra.
Nosotros conocemos el final de los senderos, de las callejuelas; esas calzadas de herradura, esos fosos de servicio donde la escalera rota tuerce su alafbeto de piedra. Nosotros te hemos visto, rampa de hierro, y también hemos visto esta línea de sarro color de rosa, al estiaje de bajamar, allá donde las muchachas de los caminos, bajo los ojos de la infancia, despojan una noche de su lienzo mensual.
Aquí la alcoba popular y su litera de conchitas negras. La mar incorruptible lava sus manchas. Y es como una lengüetada de perra en las caries de la piedra. Viene con las líneas de sutura una ensoñación dulce de pequeñas algas violetas como la piel de la nutria...
Más arriba está la plaza sin brocal, pavonada de oro sombrío por la noche verde como una pava real de Cólquide -la gran rosa de piedra negra de las mañanas de algazara y la fuente con pico de cobre donde el hombre sangra como un gallo.
III
Por otra parte la historia fue menos clara. Las ciudades bajas prosperaban en la ignorancia de la mar, sentadas entre sus cinco colinas y sus corzas de hierro. O se levantaban al paso del pastor, entre la hierba, con las mulas de litera y las yuntas del publicano, dejándose poblar -allá arriba- por todo un derramamiento de tierras fértiles sujetas al diezmo.
Pero otras, laxas, se adosaban a lo largo de las aguas con sus grandes muros de asilos y penitenciarias, color de anís y de hinojo, color de la hierba cana de los pobres.
Y otras, que sangraban como madres solteras, con los pies manchados de escamas y la frente maculada de liquen, descendían a los cenagales del puerto con su paso de limpiadoras de letrinas.
Puerto de varaduras puntales de escoria. Volquetes en los márgenes de las lagunas, sobre los entablamientos de maërl y de tinta negra.
Nosotros conocemos el final de los senderos, de las callejuelas; esas calzadas de herradura, esos fosos de servicio donde la escalera rota tuerce su alafbeto de piedra. Nosotros te hemos visto, rampa de hierro, y también hemos visto esta línea de sarro color de rosa, al estiaje de bajamar, allá donde las muchachas de los caminos, bajo los ojos de la infancia, despojan una noche de su lienzo mensual.
Aquí la alcoba popular y su litera de conchitas negras. La mar incorruptible lava sus manchas. Y es como una lengüetada de perra en las caries de la piedra. Viene con las líneas de sutura una ensoñación dulce de pequeñas algas violetas como la piel de la nutria...
Más arriba está la plaza sin brocal, pavonada de oro sombrío por la noche verde como una pava real de Cólquide -la gran rosa de piedra negra de las mañanas de algazara y la fuente con pico de cobre donde el hombre sangra como un gallo.
jueves, 21 de junio de 2012
Al fin Francisco Pino en Poesía Abierta, comenzamos por un par de sonetos en esta primera muestra de su poesía
En otro octubre
María, a nuestro lado, ¿qué rugía?
Luz de octubre encendía la mañana.
Mas luz de primavera en ti dormía,
y luz en mí, de primavera humana.
El Parque del Oeste en guerra ardía.
¿Qué importaba la muerte en tu ventana?
Amor era el fusil que pretendía
quitarnos vida con la más lozana.
¿Quién en la primavera, di, se muere?
¿Quién bajo de esta luz se moriría?
La muerte no era nada dentro y fuera.
Decías: Moriré por quien me quiere.
Y yo: Por quien me quiere, repetía.
No hay muerte -ni aun muriendo- en primavera.
Venía de lo oscuro
Vencido el pecho de dolor cansado
unas plumas pedía donde hundirme;
unas plumas de sombra para abrirme
una fuente de noche en el costado.
Venía de condenas saturado
para nuevas condenas consumirme;
una espada pedí y un brazo firme
para cortar mi cuello atormentado.
Una espada pedía. Tú me la diste
en lumínicas rosas repujada:
de un arroyo de amor espada hiciste.
Mi cabeza rodó bajo tu espada
y sentí el alma en flor que descubriste
en tus plumas de luz ya reposada.
María, a nuestro lado, ¿qué rugía?
Luz de octubre encendía la mañana.
Mas luz de primavera en ti dormía,
y luz en mí, de primavera humana.
El Parque del Oeste en guerra ardía.
¿Qué importaba la muerte en tu ventana?
Amor era el fusil que pretendía
quitarnos vida con la más lozana.
¿Quién en la primavera, di, se muere?
¿Quién bajo de esta luz se moriría?
La muerte no era nada dentro y fuera.
Decías: Moriré por quien me quiere.
Y yo: Por quien me quiere, repetía.
No hay muerte -ni aun muriendo- en primavera.
Venía de lo oscuro
Vencido el pecho de dolor cansado
unas plumas pedía donde hundirme;
unas plumas de sombra para abrirme
una fuente de noche en el costado.
Venía de condenas saturado
para nuevas condenas consumirme;
una espada pedí y un brazo firme
para cortar mi cuello atormentado.
Una espada pedía. Tú me la diste
en lumínicas rosas repujada:
de un arroyo de amor espada hiciste.
Mi cabeza rodó bajo tu espada
y sentí el alma en flor que descubriste
en tus plumas de luz ya reposada.
miércoles, 20 de junio de 2012
Poemas de Ariadna García en 'Los jueves poéticos'
He llegado a los veinte años a mi patria
Odisea
La superficie líquida
parece desmentir los manuales
y los libros de historia, aquí no hay signos
del fuego que cruzaron las armadas
de distinta bandera, no arde el mar.
Una linterna rueda
hasta caer al mar y sumergirse.
La luz de la linterna va explorando
en su lento camino bajo el agua
la alteridad de tiempos que conviven
junto a bancos de peces y corales.
El débil foco apunta en su descenso
por el abismo negro de lo ignoto
al timón de un bajel, a una fragata
de la flota imperial; a una moneda
romana, a un casco godo, a un brazalete
egipcio... El mar contiene
en su gélida urna
lo pasado en continua permanencia.
En el silencio acuático se escucha,
lo mismo que un disparo, el estallido
de la oscura linterna. Los cristales
se pierden en un fondo
de tiempo sumergido.
___
La vida es como el jazz.
Improvisamos una partitura
y al cabo de un instante
varios músicos tratan
de armonizar sus notas con las nuestras,
de compartir el ritmo; y a la vez,
ser fieles a su propia melodía.
Yo disfruto tocando así contigo
y no me importa mucho
que el tema sea largo o sea corto,
tu instrumento de cuerda
o el mío de metal.
Lo que importa es que guste la canción,
que sea imprevisible.
Así nos conocimos.
La vida, como el jazz,
no puede reducirse a un pentagrama.
Odisea
La superficie líquida
parece desmentir los manuales
y los libros de historia, aquí no hay signos
del fuego que cruzaron las armadas
de distinta bandera, no arde el mar.
Una linterna rueda
hasta caer al mar y sumergirse.
La luz de la linterna va explorando
en su lento camino bajo el agua
la alteridad de tiempos que conviven
junto a bancos de peces y corales.
El débil foco apunta en su descenso
por el abismo negro de lo ignoto
al timón de un bajel, a una fragata
de la flota imperial; a una moneda
romana, a un casco godo, a un brazalete
egipcio... El mar contiene
en su gélida urna
lo pasado en continua permanencia.
En el silencio acuático se escucha,
lo mismo que un disparo, el estallido
de la oscura linterna. Los cristales
se pierden en un fondo
de tiempo sumergido.
___
La vida es como el jazz.
Improvisamos una partitura
y al cabo de un instante
varios músicos tratan
de armonizar sus notas con las nuestras,
de compartir el ritmo; y a la vez,
ser fieles a su propia melodía.
Yo disfruto tocando así contigo
y no me importa mucho
que el tema sea largo o sea corto,
tu instrumento de cuerda
o el mío de metal.
Lo que importa es que guste la canción,
que sea imprevisible.
Así nos conocimos.
La vida, como el jazz,
no puede reducirse a un pentagrama.
martes, 19 de junio de 2012
Javier Moreno acaba de publicar "Cadenas de búsqueda" (1)
Discursivo, prosaico, pero un magnífico libro de poesía. Las "Cadenas de búsqueda" que emplea Javier Moreno para construir este poemario no solo las introduce en su buscador de internet para observar los resultados e inspirarse en ellos (como hace con algunos precios), sino que son también las relaciones que con su acontecer cotidiano busca en el recuerdo, la inteligencia, el ensueño y el deseo.
Un libro brevísimo, de 55 páginas, que se lee de un tirón y que se relee de inmediato. Si no, prueba.
Te doy un extracto de 8 poemas, 8, por no excederme y que El Desvelo quede contento y no molesto de esta noticia. Ahora, estos 2:
PRÓLOGO
Hay ruido
demasiado ruido
El mundo
debería recogerse
en sí mismo
Guardar el silencio
del ave en su huevo
Y solo después
tras romper la cáscara
ante el micrófono
piar epifánico:
Probando
Probando...
IRRACIONAL
Suena el despertador, te giras y tu cuerpo desnudo
-las siete en punto-
traza una interrogante sobre las sábanas
Recuerdo la tarde de compras
Te gustó aquel anillo barato. Cada primavera compro
uno nuevo, dijiste
Como los árboles, como la naturaleza
te renuevas, imitas sus ciclos, pero sabes
los árboles también mueren
acierto a pensar con dolor
mientras desayuno
La fruta y los mendigos
maduran rápido
envueltos en periódico
Me asalta la idea
cuando veo a ese hombre tendido
en el portal
junto al cajero automático, tan pobre, apenas
a un par de metros
de tantísimo dinero
Una oposición -el cajero y el medigo-
sin posibilidad de síntesis
Es duro
muy duro
como acampar a las puertas del paraíso
y mirar día tras día
su esplendor inasequible
a través de una ranura
De camino, en el coche, he tropezado
una carroña en medio de la carertera y
alrededor de ella, un puñado de grajos
En el instituto he hablado de Tales
de la semejanza, de la hipotenusa del triángulo
de catetos la unidad, ese número incomprensible
para los pitagóricos -esos señores que no comían
habas, lo que no les cuento a mis alumnos es el porqué
porque las habas huelen a semen y eso les recordaba
al sexo, algo más irracional si cabe-
A la vuelta, donde había antes un cadáver
no quedaba nada, apenas un rastro de sangre y vísceras
Reconfortado, he pensado en la naturaleza
y en su perfecta ordenación
los grajos y yo
cumpliendo nuestro trabajo
Un par de sonetos de Quevedo, en esta ocasión no solo ve faltas en otros (que no sean de sangre noble, digo)
Enseña que, aunque tarde, es mejor reconocer el engaño de las pretensiones y retirarse a la granjería del campo
Cuando esperando está la sepultura
por semilla mi cuerpo fatigado,
doy mi sudor al reluciente arado
y sigo la robusta agricultura.
Disculpa tiene, Fabio, mi locura,
si me quieres creer escarmentado:
probé la pretensión con mi cuidado,
y hallo que es la tierra menos dura.
Recojo en fruto lo que aquí derramo,
y derramaba allá lo que cogía:
quien se fía de Dios sirve a buen amo.
Más quiero depender del sol y el día,
y de la agua, aunque tarde, si la llamo,
que de l'áulica infiel astrología.
A un juez mercadería
Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
Cuando esperando está la sepultura
por semilla mi cuerpo fatigado,
doy mi sudor al reluciente arado
y sigo la robusta agricultura.
Disculpa tiene, Fabio, mi locura,
si me quieres creer escarmentado:
probé la pretensión con mi cuidado,
y hallo que es la tierra menos dura.
Recojo en fruto lo que aquí derramo,
y derramaba allá lo que cogía:
quien se fía de Dios sirve a buen amo.
Más quiero depender del sol y el día,
y de la agua, aunque tarde, si la llamo,
que de l'áulica infiel astrología.
A un juez mercadería
Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
lunes, 18 de junio de 2012
'Campos de Castilla' (1) de Antonio Machado, 'Retrato' y 'Por tierras de España'
RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
POR TIERRAS DE ESPAÑA
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
POR TIERRAS DE ESPAÑA
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.
'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (28)
LA PALABRA Y LA CONVERSACIÓN
La palabra sirve para comunicar a nuestros semejantes que tenemos la suerte de no estar de acuerdo con ellos en nada.
El diálogo es un tipo de conversación en el que cada interlocutor habla por su cuenta con frases cortas, sin que lo que uno dice tenga nada que ver con lo que dice el otro. Dialogar no queire decir hablar uno después de otro sobre el mismo tema, sino simplemente hablar uno después del otro y así.
Hay que aprender a fingir que se escucha cuando los demás hablan, y a fingir que se habla cuando los demás escuchan; hablar de veras y escuchar de veras son dos síntomas alarmantes de falta de trato.
Los hombres que se limitan a escuchar a los otros y a asentir con un discreto entusiasmo a todo lo que oyen, suelen ser tenidos por hombres de conversación amena.
La única manera de acabar aprisa y satisfactoriamente una conversación es darle al otro la razón en seguida.
Las conversaciones pueden ser absurdas, pero ninguna lo es tanto como la del profesor de idiomas con sus discípulos cuando les enseña a sostener conversación.
Siempre que dos personas se juntan en un sitio cualquiera, aprovechan la ocasión para hablar. Cada uno de ellos siente el deseo irresistible de decirle al otro algo interesante; fracasa y deja hablar al otro. De aquí que las conversaciones ocasionales languidecen rápidamente.
Para la brillantez de la conversación, más importante que saber hablar es saber interrumpir a los que hablan.
Uno de los placeres de la conversación consiste en no dejar hablar a los otros.
Cuando hablamos y alguien nos dice "no", lo que añade después no suele tener nada que ver con lo que habíamos dicho nosotros.
Preguntar no es malo y, a veces, es el mejor camino para saber una cosa; pero preguntar lo que ya se sabe es una forma deliciosa y útil de entrar en conversación. No hace falta atender a la respuesta y se puede preparar con esmero lo que ha de decirse después.
La única ventaja de tener un solo órgano para hablar y para comer es que cuando comemos, por lo menos, no hablamos.
La única forma de conversación agradable es el monólogo, con tal que los demás se conformen a escucharnos y nos dejen hablar.
Comunicar nuestras cosas a los otros es naturaleza; atender a lo que los otros nos comunican es perder el tiempo; hacer como que se atiende, es educación.
La conversación sirve para dar a entender a los otros que no nos entenderemos jamás con ellos.
La palabra sirve para comunicar a nuestros semejantes que tenemos la suerte de no estar de acuerdo con ellos en nada.
El diálogo es un tipo de conversación en el que cada interlocutor habla por su cuenta con frases cortas, sin que lo que uno dice tenga nada que ver con lo que dice el otro. Dialogar no queire decir hablar uno después de otro sobre el mismo tema, sino simplemente hablar uno después del otro y así.
Hay que aprender a fingir que se escucha cuando los demás hablan, y a fingir que se habla cuando los demás escuchan; hablar de veras y escuchar de veras son dos síntomas alarmantes de falta de trato.
Los hombres que se limitan a escuchar a los otros y a asentir con un discreto entusiasmo a todo lo que oyen, suelen ser tenidos por hombres de conversación amena.
La única manera de acabar aprisa y satisfactoriamente una conversación es darle al otro la razón en seguida.
Las conversaciones pueden ser absurdas, pero ninguna lo es tanto como la del profesor de idiomas con sus discípulos cuando les enseña a sostener conversación.
Siempre que dos personas se juntan en un sitio cualquiera, aprovechan la ocasión para hablar. Cada uno de ellos siente el deseo irresistible de decirle al otro algo interesante; fracasa y deja hablar al otro. De aquí que las conversaciones ocasionales languidecen rápidamente.
Para la brillantez de la conversación, más importante que saber hablar es saber interrumpir a los que hablan.
Uno de los placeres de la conversación consiste en no dejar hablar a los otros.
Cuando hablamos y alguien nos dice "no", lo que añade después no suele tener nada que ver con lo que habíamos dicho nosotros.
Preguntar no es malo y, a veces, es el mejor camino para saber una cosa; pero preguntar lo que ya se sabe es una forma deliciosa y útil de entrar en conversación. No hace falta atender a la respuesta y se puede preparar con esmero lo que ha de decirse después.
La única ventaja de tener un solo órgano para hablar y para comer es que cuando comemos, por lo menos, no hablamos.
La única forma de conversación agradable es el monólogo, con tal que los demás se conformen a escucharnos y nos dejen hablar.
Comunicar nuestras cosas a los otros es naturaleza; atender a lo que los otros nos comunican es perder el tiempo; hacer como que se atiende, es educación.
La conversación sirve para dar a entender a los otros que no nos entenderemos jamás con ellos.
viernes, 15 de junio de 2012
En 'Versiones' de Rosario Castellanos St.-John Perse (2)
MARCAS
II
Arquitectura fronteriza. Trabajos mixtos de los puertos. Te suplicamos, Mar Mediadora, y a ti, Tierra de Abel.
Se llega a un acuerdo sobre las prestaciones, se intercambian las servidumbres. La tierra es una prestación personal, según el fallo de la piedra.
La mar laudable abría sus bloques de jaspe verde. Y el agua móvil lavaba las bases silenciosas.
Encuentra tu oro,poeta, para el anillo de esponsales y tus aleaciones para las campanas, en las avenidas del pilotaje.
Esta brisa de la mar a todos los puertos y la mar al final de todas las calles. Esta brisa y esta mar en nuestras máximas y en el nacimiento de nuestras leyes.
Regla dada acerca del más alto lujo: un cuerpo de mujer -¡nombre de oro!, y para la ciudad sin marfiles tu nombre de mujer, oh Patricia.
Porque nosotros tenemos todo en arrendamiento y es demasiado envolver la hora en las mallas amarillas de nuestras dársenas...
La mar, con sus espasmos de medusa, coduce, conduce a sus responsos de oro al través de grandes frases luminosas y grandes terrores de fuego verde.
Y el escudo está abierto aún a las dedicaciones del antepuerto mientras los hombres memoriosos juran por alguna bestia alada; pero el eslabón potente (en el aparejo de la punta de un dique, bajo el trofeo de pluma blanca) sueña, sueña entre la espuma, las más lejanas cacerías donde humean otros cuellos de potro.
II
Arquitectura fronteriza. Trabajos mixtos de los puertos. Te suplicamos, Mar Mediadora, y a ti, Tierra de Abel.
Se llega a un acuerdo sobre las prestaciones, se intercambian las servidumbres. La tierra es una prestación personal, según el fallo de la piedra.
La mar laudable abría sus bloques de jaspe verde. Y el agua móvil lavaba las bases silenciosas.
Encuentra tu oro,poeta, para el anillo de esponsales y tus aleaciones para las campanas, en las avenidas del pilotaje.
Esta brisa de la mar a todos los puertos y la mar al final de todas las calles. Esta brisa y esta mar en nuestras máximas y en el nacimiento de nuestras leyes.
Regla dada acerca del más alto lujo: un cuerpo de mujer -¡nombre de oro!, y para la ciudad sin marfiles tu nombre de mujer, oh Patricia.
Porque nosotros tenemos todo en arrendamiento y es demasiado envolver la hora en las mallas amarillas de nuestras dársenas...
La mar, con sus espasmos de medusa, coduce, conduce a sus responsos de oro al través de grandes frases luminosas y grandes terrores de fuego verde.
Y el escudo está abierto aún a las dedicaciones del antepuerto mientras los hombres memoriosos juran por alguna bestia alada; pero el eslabón potente (en el aparejo de la punta de un dique, bajo el trofeo de pluma blanca) sueña, sueña entre la espuma, las más lejanas cacerías donde humean otros cuellos de potro.
jueves, 14 de junio de 2012
'Rimas' de Bécquer (3, y fin)
LXXVII
Dices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.
LXXX
Una mujer me ha envenenado el alma
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo, de ninguna de las dos me quejo.
Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
envenena a su vez, ¿porqué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?
Dices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.
LXXX
Una mujer me ha envenenado el alma
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo, de ninguna de las dos me quejo.
Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
envenena a su vez, ¿porqué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?
Enrique Larreta (13, y fin), sonetos
LABRADORES
Siempre encorvado, siempre cavando en el misterio.
Color y olor del surco de sus manos. En los ojos
una llorosa lumbre. Memoria de los rojos
ocaso de las tapias de un viejo cementerio.
Hombre de los trabajos y los días. Tu serio
fervor, tus araduras, tu brega en los abrojos,
tu puño que a compás estalla en los abrojos
ásperos, tus hogueras de rústico sahumerio,
¿no es eso mismo, acaso, mi existencia? ¿Qué mucho
que yo no diera tu alma por las almas aquellas,
ni tus dichos severos por todo lo que escucho?
Glorias de labrantío. Cestas multicolores.
Tus amigos: la nube, la luna, las estrellas.
Menesteres parejos los nuestros. ¡Labradores!
EL HOMBRE
Ser flecha, y ser a un tiempo la mirada
que la sigue en los aires. Intelecto
que se busca en la fuente alucinada
del joven dios efímero y perfecto.
¿Por qué llorar los años; o la nada
de la noche mortal? Causa y efecto,
todo es espíritu. No pierde cada
vida sino el fantasma de su aspecto.
¿Y qué más que ese instante de conciencia?
¿Ver alegre en sus ondas el terror
de las algas; las horas como peces?
¿Qué más que la casual fosforescencia
de aquella chispa azul; y aquel ardor
y aquel pensar y aquel amar, a veces?
YA LE FALTA MUY POCO
Ya le falta muy poco al peregrino
para dejar la mundanal posada.
Ha salido al balcón. La madrugada
clarea en la frescura del camino.
Llévese el diablo el canto, el naipe, el vino,
como también la moza enamorada.
Tú si que importas, libación dorada
de la luz natural y el aire fino.
Qué más diera morir si uno pudiera
llevarse algo de aquello. Qué más diera,
si el alma desde el cielo contemplara,
cuando se va de alondra y gira y sube,
la misma luz; dejara y no dejara
la brisa, el agua, el prado, el sol, la nube.
Siempre encorvado, siempre cavando en el misterio.
Color y olor del surco de sus manos. En los ojos
una llorosa lumbre. Memoria de los rojos
ocaso de las tapias de un viejo cementerio.
Hombre de los trabajos y los días. Tu serio
fervor, tus araduras, tu brega en los abrojos,
tu puño que a compás estalla en los abrojos
ásperos, tus hogueras de rústico sahumerio,
¿no es eso mismo, acaso, mi existencia? ¿Qué mucho
que yo no diera tu alma por las almas aquellas,
ni tus dichos severos por todo lo que escucho?
Glorias de labrantío. Cestas multicolores.
Tus amigos: la nube, la luna, las estrellas.
Menesteres parejos los nuestros. ¡Labradores!
EL HOMBRE
Ser flecha, y ser a un tiempo la mirada
que la sigue en los aires. Intelecto
que se busca en la fuente alucinada
del joven dios efímero y perfecto.
¿Por qué llorar los años; o la nada
de la noche mortal? Causa y efecto,
todo es espíritu. No pierde cada
vida sino el fantasma de su aspecto.
¿Y qué más que ese instante de conciencia?
¿Ver alegre en sus ondas el terror
de las algas; las horas como peces?
¿Qué más que la casual fosforescencia
de aquella chispa azul; y aquel ardor
y aquel pensar y aquel amar, a veces?
YA LE FALTA MUY POCO
Ya le falta muy poco al peregrino
para dejar la mundanal posada.
Ha salido al balcón. La madrugada
clarea en la frescura del camino.
Llévese el diablo el canto, el naipe, el vino,
como también la moza enamorada.
Tú si que importas, libación dorada
de la luz natural y el aire fino.
Qué más diera morir si uno pudiera
llevarse algo de aquello. Qué más diera,
si el alma desde el cielo contemplara,
cuando se va de alondra y gira y sube,
la misma luz; dejara y no dejara
la brisa, el agua, el prado, el sol, la nube.
miércoles, 13 de junio de 2012
Álvaro Tato y Carmen Jodra en 'Los jueves poéticos'
Duro poco (Álvaro Tato)
Nombres:
sombras de cuerpos
por la página blanca,
por la pared del sueño.
Cuerpos:
nombres de sombra.
Entre paredes blancas
late la tinta roja.
Cuerpos y nombres:
tiempo.
Amar, decir palabras
y después el silencio.
Páthei Máthos (Carmen Jodra)
Con errores y piedras
levanté una muralla
y ahora es más difícil que golpeen
las puertas de mi casa.
Si faltan mis amigos
sobrevivo sin ellos
y gracias a los dioses bondadosos
mis enemigos se han marchado lejos.
En un arca de plomo
guardo hebras doradas
que nadie va a quitarme si no quiero.
Yo mando en lo que encierra la muralla.
A pesar de las ruinas
de las leyes sagradas, y del odio,
que ensucian los rincones.
Así el dolor lo justifica todo.
Nombres:
sombras de cuerpos
por la página blanca,
por la pared del sueño.
Cuerpos:
nombres de sombra.
Entre paredes blancas
late la tinta roja.
Cuerpos y nombres:
tiempo.
Amar, decir palabras
y después el silencio.
Páthei Máthos (Carmen Jodra)
Con errores y piedras
levanté una muralla
y ahora es más difícil que golpeen
las puertas de mi casa.
Si faltan mis amigos
sobrevivo sin ellos
y gracias a los dioses bondadosos
mis enemigos se han marchado lejos.
En un arca de plomo
guardo hebras doradas
que nadie va a quitarme si no quiero.
Yo mando en lo que encierra la muralla.
A pesar de las ruinas
de las leyes sagradas, y del odio,
que ensucian los rincones.
Así el dolor lo justifica todo.
martes, 12 de junio de 2012
Presentación del nuevo poemario de María Sangüesa en el Ateneo de Madrid
ATENEO DE MADRID
Presentación del poemario Juegos de Sirena
de María Sangüesa
Miércoles 13 de junio, 19,30
Sala Nueva Estafeta, 2ª planta
Calle del Prado nº 21
Un poema de Emilio Pedro Gómez
Ese tímido faro
en su pequeña isla de rocas
echa a perder su afán
-temblor de luciérnaga apagada-
en el centro del día.
La blanquísima estela
de una barca motora
traza el camino recto
de máxima renuncia
al vuelo en libertad de las gaviotas :
sus direcciones insumisas al azul.
Estalla la palmera
su verdor en lo alto.
Al alentar del viento
saluda mansamente a todo:
el cielo embelesado por las olas
la cometa que hiere una medusa
silencios de velero
y voces de bañistas
la humildad de la arena
el altivo otear de Tamarit…
y esa barca varada sobre el césped
que pudieras ser tú.
en su pequeña isla de rocas
echa a perder su afán
-temblor de luciérnaga apagada-
en el centro del día.
La blanquísima estela
de una barca motora
traza el camino recto
de máxima renuncia
al vuelo en libertad de las gaviotas :
sus direcciones insumisas al azul.
Estalla la palmera
su verdor en lo alto.
Al alentar del viento
saluda mansamente a todo:
el cielo embelesado por las olas
la cometa que hiere una medusa
silencios de velero
y voces de bañistas
la humildad de la arena
el altivo otear de Tamarit…
y esa barca varada sobre el césped
que pudieras ser tú.
Un par de sonetos de Quevedo
Desengaño de la exterior apariencia con el examen interior y verdadero
¿Miras este gigante corpulento
que con soberbia y gravedad camina?
Pues por de dentro es trapos y fajina,
y un ganapán le sirve de cimiento.
Con su alma vive y tiene movimiento,
y adonde quiere su grandeza inclina;
mas quien su aspecto rígido examina,
desprecia su figura y ornamento.
Tales son las grandezas aparentes
de la vana ilusión de los tiranos:
fantásticas escorias eminentes.
¿Veslos arder en púrpura, y sus manos
en diamantes y piedras diferentes?
Pues asco dentro son, tierra y gusanos.
Muestra la iniquidad que los poderosos usan con la heredad del pobre, si tienen codicia de ella hasta que se la toman en bajo precio
En la heredad del pobre, las espigas
más gruesas te parecen, más opacas,
y ni en tus trojes la codicia aplacas,
no pudiendo sufrir su mies las vigas.
Arrójanle tus ansias enemigas
con laso cuello en su quiñón tus vacas,
para que, hambrientas, las que entraron flacas
le saquen la cosecha en las barrigas.
¡Oh cuántos lloran robos dolorosos
de la envidia opulenta! ¡Oh cuántos males
ocasionan vecinos poderosos!
Hasta que, a intersección de injurias tales,
les expongan los dueños querellosos
aquella posesiones ya venales.
¿Miras este gigante corpulento
que con soberbia y gravedad camina?
Pues por de dentro es trapos y fajina,
y un ganapán le sirve de cimiento.
Con su alma vive y tiene movimiento,
y adonde quiere su grandeza inclina;
mas quien su aspecto rígido examina,
desprecia su figura y ornamento.
Tales son las grandezas aparentes
de la vana ilusión de los tiranos:
fantásticas escorias eminentes.
¿Veslos arder en púrpura, y sus manos
en diamantes y piedras diferentes?
Pues asco dentro son, tierra y gusanos.
Muestra la iniquidad que los poderosos usan con la heredad del pobre, si tienen codicia de ella hasta que se la toman en bajo precio
En la heredad del pobre, las espigas
más gruesas te parecen, más opacas,
y ni en tus trojes la codicia aplacas,
no pudiendo sufrir su mies las vigas.
Arrójanle tus ansias enemigas
con laso cuello en su quiñón tus vacas,
para que, hambrientas, las que entraron flacas
le saquen la cosecha en las barrigas.
¡Oh cuántos lloran robos dolorosos
de la envidia opulenta! ¡Oh cuántos males
ocasionan vecinos poderosos!
Hasta que, a intersección de injurias tales,
les expongan los dueños querellosos
aquella posesiones ya venales.
lunes, 11 de junio de 2012
Poemas de Antonio Machado en 'Galerías' (3, y fin)
¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?
CAMPO
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
___
Guitarra del mesón que hoy suenas jota,
mañana petenera,
según quién llega y tañe,
las empolvadas cuerdas.
Guitarra del mesón de los caminos
no fuiste nunca ni serás poeta.
Tú eres el alma que dice su armonía
solitaria las almas pasajeras...
Y siempre que te escuche el caminante
sueña con un aire de su tierra.
___
Eran ayer mis dolores
como gusanos de seda
que iban labrando capullos;
hoy son mariposas negras.
¡De cuántas flores amargas
he sacado blanca cera!
¡Oh tiempo en que mis pesares
trabajaban como abejas!
Hoy son como avenas locas,
o cizaña en sementera,
como tizón en espiga,
como carcoma en madera.
¡Oh tiempo en que mis dolores
tenían lágrimas buenas,
y eran como agua de noria
que va regando una huerta!
Hoy son agua de torrente
que arranca el limo a la tierra.
Dolores que ayer hicieron
de mi corazón colmena,
hoy tratan mi corazón
como a una muralla vieja:
quieren derribarlo, y pronto,
al golpe de la piqueta.
___
Y podrás conocerte, recordando
del pasado soñar los turbios lienzos,
en este día triste en que caminas
con los ojos abiertos.
De toda la memoria, sólo vale
el don preclaro de evocar los sueños.
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?
CAMPO
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
___
Guitarra del mesón que hoy suenas jota,
mañana petenera,
según quién llega y tañe,
las empolvadas cuerdas.
Guitarra del mesón de los caminos
no fuiste nunca ni serás poeta.
Tú eres el alma que dice su armonía
solitaria las almas pasajeras...
Y siempre que te escuche el caminante
sueña con un aire de su tierra.
___
Eran ayer mis dolores
como gusanos de seda
que iban labrando capullos;
hoy son mariposas negras.
¡De cuántas flores amargas
he sacado blanca cera!
¡Oh tiempo en que mis pesares
trabajaban como abejas!
Hoy son como avenas locas,
o cizaña en sementera,
como tizón en espiga,
como carcoma en madera.
¡Oh tiempo en que mis dolores
tenían lágrimas buenas,
y eran como agua de noria
que va regando una huerta!
Hoy son agua de torrente
que arranca el limo a la tierra.
Dolores que ayer hicieron
de mi corazón colmena,
hoy tratan mi corazón
como a una muralla vieja:
quieren derribarlo, y pronto,
al golpe de la piqueta.
___
Y podrás conocerte, recordando
del pasado soñar los turbios lienzos,
en este día triste en que caminas
con los ojos abiertos.
De toda la memoria, sólo vale
el don preclaro de evocar los sueños.
'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (27)
HUMOR (2, y fin)
La felicidad no se escribe con hache, y no se le puede quitar nada, aunque se reforme la ortografía.
El dinero no da la felicidad; el que tiene diez millones no por esto es más feliz que el que solo tiene nueve.
Si la luna aparece rodeada de un círculo turbio, es señal de lluvia; si el círculo es rojizo indica viento; si es blanco indica frío; si es verde indica que el que lo ha descubierto está mal de la vista.
Quien mal anda, mal acaba; menos aquel famoso cojo que acabó curándose.
Cuando hay varios niños pequeños en una casa es conveniente que uno, por lo menos, llore muy fuerte y así no se oye a los otros cuando lloran todos a la vez.
No se sabe lo que dirían los perros si supieran hablar, pero uno se imagina perfectamente lo que dirían los hombres, si supieran ladrar: ¡Uap! ¡Uap!
Por mucho que te tires de los pelos no conseguirás levantarte del suelo.
En todas partes cuecen habas menos en ciertas tribus salavajes que se las comen crudas.
Las familias numerosas se distinguen de las otras en que disponen de más personajes para representar sus dramas.
La gente más insoportable es la que se empeña en sacarle punta a todo, menos a los lápices.
En el mundo, aparte de los locos, hay dos clases de personas; las que están mal de la cabeza y las que tienen un tornillo de menos.
La pesca con luz se hace de noche, porque de día hay demasiada luz.
En el fondo, y prescindiendo de la temperatura, ¿en qué se diferencia el frío del calor?
El único sistema seguro para evitar las aglomeraciones a la salida de los llenos es que todos esperen, para salir, a que los demás hayan salido.
La felicidad no se escribe con hache, y no se le puede quitar nada, aunque se reforme la ortografía.
El dinero no da la felicidad; el que tiene diez millones no por esto es más feliz que el que solo tiene nueve.
Si la luna aparece rodeada de un círculo turbio, es señal de lluvia; si el círculo es rojizo indica viento; si es blanco indica frío; si es verde indica que el que lo ha descubierto está mal de la vista.
Quien mal anda, mal acaba; menos aquel famoso cojo que acabó curándose.
Cuando hay varios niños pequeños en una casa es conveniente que uno, por lo menos, llore muy fuerte y así no se oye a los otros cuando lloran todos a la vez.
No se sabe lo que dirían los perros si supieran hablar, pero uno se imagina perfectamente lo que dirían los hombres, si supieran ladrar: ¡Uap! ¡Uap!
Por mucho que te tires de los pelos no conseguirás levantarte del suelo.
En todas partes cuecen habas menos en ciertas tribus salavajes que se las comen crudas.
Las familias numerosas se distinguen de las otras en que disponen de más personajes para representar sus dramas.
La gente más insoportable es la que se empeña en sacarle punta a todo, menos a los lápices.
En el mundo, aparte de los locos, hay dos clases de personas; las que están mal de la cabeza y las que tienen un tornillo de menos.
La pesca con luz se hace de noche, porque de día hay demasiada luz.
En el fondo, y prescindiendo de la temperatura, ¿en qué se diferencia el frío del calor?
El único sistema seguro para evitar las aglomeraciones a la salida de los llenos es que todos esperen, para salir, a que los demás hayan salido.
viernes, 8 de junio de 2012
En 'Versiones' de Rosario Castellanos St.-John Perse
MARCAS
I
Las altas ciudades se iluminan primero en su frente de mar y por las grandes construcciones pétreas se bañan en las sales de la extensión.
Los oficiales del puerto se sentaban como gente de frontera, conversaciones acerca del tránsito terrestre y el aguaje; labores de delimitación y reglamentos de éxodo.
Se esperaba a los plenipotenciarios de alta mar. ¡Ah, la alianza nos había sido, por fin, ofrecida! Y la multitud se dirigía a las avanzadas de los malecones en agua viva, abajo de las rampas ordinarias y hasta los puentes rocosos a ras de la mar y que son como la espada y el espolón de los grandes conceptos de piedra que se ven en los planos de un edificio.
¿Qué astro engañador de pico de cuervo había revuelto la cifra y cambiado los signos sobre la mesa de las aguas?
En las compuertas de los sacerdotes del comercio, como en las barcas averiadas del alquimista y del batanero, un cielo pálido diluía el olvido de los centenos de la tierra... Los pájaros blancos manchaban la arista de los grandes muros.
I
Las altas ciudades se iluminan primero en su frente de mar y por las grandes construcciones pétreas se bañan en las sales de la extensión.
Los oficiales del puerto se sentaban como gente de frontera, conversaciones acerca del tránsito terrestre y el aguaje; labores de delimitación y reglamentos de éxodo.
Se esperaba a los plenipotenciarios de alta mar. ¡Ah, la alianza nos había sido, por fin, ofrecida! Y la multitud se dirigía a las avanzadas de los malecones en agua viva, abajo de las rampas ordinarias y hasta los puentes rocosos a ras de la mar y que son como la espada y el espolón de los grandes conceptos de piedra que se ven en los planos de un edificio.
¿Qué astro engañador de pico de cuervo había revuelto la cifra y cambiado los signos sobre la mesa de las aguas?
En las compuertas de los sacerdotes del comercio, como en las barcas averiadas del alquimista y del batanero, un cielo pálido diluía el olvido de los centenos de la tierra... Los pájaros blancos manchaban la arista de los grandes muros.
jueves, 7 de junio de 2012
'Rimas' de Bécquer (2)
LXI
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿quién vendar a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?
LXXVI (estrofas finales)
Cansado del combate
en que luchando vivo,
alguna vez me acuerdo con envidia
de aquel rincón oscuro y escondido.
De aquella muda y pálida
mujer me acuerdo y digo:
"¡Oh, qué amor tan callado el de la muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!"
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿quién vendar a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?
LXXVI (estrofas finales)
Cansado del combate
en que luchando vivo,
alguna vez me acuerdo con envidia
de aquel rincón oscuro y escondido.
De aquella muda y pálida
mujer me acuerdo y digo:
"¡Oh, qué amor tan callado el de la muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!"
Enrique Larreta (12), sonetos
LUX
La que nunca sabré decir cuál era,
playa de mi niñez, fina, dorada.
Oigo mi propia oreja resoplada
por el viento. La ola mañanera.
Hasta el blanco horizonte, mar afuera,
loca danza de escamas. Nada, nada
más. ¿Por qué entonces tan apasionada
fascinación, por qué tan duradera?
¿Por qué siempre la cítara fluvial
de incendiada frescura, resonando
solo para los ojos, en seguida
me exalta? Será, en mí, la original
la primera, del sol, delicia, cuando
besó el temblor del agua sorprendida.
LA SOMBRA
Con una gran dulzura de cosa de otra vida,
como un tul, como un velo, menos aún que un velo,
como el ser y el no ser del olor de un pañuelo
en la memoria triste de alguna despedida.
Como una tenebrosa blancura presentida,
puerta que se abre sola, pasos de terciopelo,
así llega la sombra y así llega el consuelo
de la suave y terrible mano desconocida.
¿Quién eres? Te apareces siempre que duda y sufre
mi pensamiento, o cuando tu lámpara de azufre
puede llevarme al mundo de las más extremadas
visiones. ¿No serás una de esas mujeres
que bajaban los párpados y se fueron calladas?
¿O acaso aquella misma que yo pienso? ¿Quién eres?
RIACHUELO DE LOS NAVÍOS
Siempre busco esta misma ribera. Busco enfrente
el hospital de barcos. Rojos, apuntalados
barcos, barcos en seco, barcos descascarados,
que pinta con pintura de llamas el poniente.
Llora el espacio, llora la bruma, llora ausente
la música del viento sobre estos mutilados
fantasmas. ¡Oh los propios fantasmas humillados!
¡Oh tiempos marineros! Se piensa en el doliente
desgaste de la vida y en la vejez del alma.
Pero pasan entonces imágenes de exvotos
que colgaron los náufragos. La datilera palma
de aquellos archipiélagos ardientes y remotos,
es acaso mejor soñada así en la calma
de las velas dormidas y los obenques rotos.
La que nunca sabré decir cuál era,
playa de mi niñez, fina, dorada.
Oigo mi propia oreja resoplada
por el viento. La ola mañanera.
Hasta el blanco horizonte, mar afuera,
loca danza de escamas. Nada, nada
más. ¿Por qué entonces tan apasionada
fascinación, por qué tan duradera?
¿Por qué siempre la cítara fluvial
de incendiada frescura, resonando
solo para los ojos, en seguida
me exalta? Será, en mí, la original
la primera, del sol, delicia, cuando
besó el temblor del agua sorprendida.
LA SOMBRA
Con una gran dulzura de cosa de otra vida,
como un tul, como un velo, menos aún que un velo,
como el ser y el no ser del olor de un pañuelo
en la memoria triste de alguna despedida.
Como una tenebrosa blancura presentida,
puerta que se abre sola, pasos de terciopelo,
así llega la sombra y así llega el consuelo
de la suave y terrible mano desconocida.
¿Quién eres? Te apareces siempre que duda y sufre
mi pensamiento, o cuando tu lámpara de azufre
puede llevarme al mundo de las más extremadas
visiones. ¿No serás una de esas mujeres
que bajaban los párpados y se fueron calladas?
¿O acaso aquella misma que yo pienso? ¿Quién eres?
RIACHUELO DE LOS NAVÍOS
Siempre busco esta misma ribera. Busco enfrente
el hospital de barcos. Rojos, apuntalados
barcos, barcos en seco, barcos descascarados,
que pinta con pintura de llamas el poniente.
Llora el espacio, llora la bruma, llora ausente
la música del viento sobre estos mutilados
fantasmas. ¡Oh los propios fantasmas humillados!
¡Oh tiempos marineros! Se piensa en el doliente
desgaste de la vida y en la vejez del alma.
Pero pasan entonces imágenes de exvotos
que colgaron los náufragos. La datilera palma
de aquellos archipiélagos ardientes y remotos,
es acaso mejor soñada así en la calma
de las velas dormidas y los obenques rotos.
miércoles, 6 de junio de 2012
Versos de Ángel Guinda en 'Espectral' (3, y fin)
¡Si me dejo la vida en la palabra, la palabra me devolverá a la vida! Si bajáis la palabra a las cloacas, buscad el oro en ellas, evitad que las ratas la devoren. Cada mirada sea una presencia, cada presencia una aparición, y cada paso me acerque a lo desconocido. Las palabras acuden a mi tránsito desengachadamente nuevas, ágiles, me libran del exilio que es vivir.
El paraguas de Londres es la lluvia, su representación es un reloj. Quien vive espera interminablemente. Quien vive encuentra y, cuando encuentra, busca.
No eran pasos procesionales retumbando en las calles. Ni tambores de viento. No eran pasos de lluvia a plomo sobre los geranios. Eran mis pasos lo que yo escuchaba, los pasos de mi espíritu en busca de una salida más allá del cuerpo, más allá de este tiempo y este espacio vacíos de vacío. ¡Trance! Dentro de mí camina un fugitivo. Sus pasos hollan sangre del fondo de mis ojos, azotan mis meninges, pasan de largo por mi pensamiento.
¿Quién me dicta en la noche agitada? ¡Qué flujo de confín abierto repta por nuestra lava! ¡Transfusión! No sueltes, coartada, este hilo de llama, esta alucinación, oh serpiente que haces del lecho una cometa. ¡Quién pudiera tomar distancia de las cosas, verlas como son, despojadas de realidad -esa mentira-, saberlas agua de agua, fuego de fuego, soledad de sola soledad, amor de amar a ciegas, ciego ver sin mirar, escuchar sin haber oído, tocar sin tacto, rendidos de abandono al impulso, al conjuro, tal como nos escribe este poema! ¿Qué mundos nos trajeron a este mundo? ¿Qué otras vidas antes nos mataron?
Por más que las palabras sean semillas cargadas con el silencio de los mundos, debo escribir con algo más que con palabras. Escribir con verdad, con riesgo, para algo, para alguien. Escribir con tierra, llamas de noche e hielo, alas, zarpazos, nubes, ríos, montañas, mar. Escribir con la exaltada eclosión de la sorpresa. Con matrices, rituales, reliquias, tabúes, aliento, vísceras. Escribir como un disparo, como un disparate, como un bombardeo. Con vida, risa, tos, cristal, acuarela, hormigón, multitud, aislamiento. A cuestas con el dolor, con la alegría a cuestas, con la cuna a cuestas, con la soga en el cuello, con el patíbulo a cuestas, el ataúd a cuestas.
¡La jungla es un circo con el sol por tocado y las nubes por olas! ¡El león o rugido de los pasos tajados! La selva o la llamada del exceso: el exceso de luz, de colores, de agua; el exceso de fronda, trinos, chillidos de macacos; el exceso de hambre, la multitud madera. Por los ríos bajan, como cadáveres, troncos que serán engullidos por la especulación de los aserraderos. La vida en Camerún es un alma furtiva, a la caza y captura de animales salvajes para sobrevivir: ratas de cañaveral, gorilas, chimpancés, elefantes, antílopes, puercoespines. Las larvas de los escarabajos tienen sabor a gamba. ¡En el cielo, en la tierra, en el fondo del fondo, el templo es un teatro y el teatro es un templo!
He visto caer los medianiles entre el aquí y el allá, entre el ahora y el antes, entre el antes y el después. Todo se quedará en su sitio cuando me vaya. ¿Todo en nada de mí? ¡Mi nada en todo!
Espectral, de Ángel Guinda, está publicado en Papeles de Trasmoz de la editorial Olifante.
El paraguas de Londres es la lluvia, su representación es un reloj. Quien vive espera interminablemente. Quien vive encuentra y, cuando encuentra, busca.
No eran pasos procesionales retumbando en las calles. Ni tambores de viento. No eran pasos de lluvia a plomo sobre los geranios. Eran mis pasos lo que yo escuchaba, los pasos de mi espíritu en busca de una salida más allá del cuerpo, más allá de este tiempo y este espacio vacíos de vacío. ¡Trance! Dentro de mí camina un fugitivo. Sus pasos hollan sangre del fondo de mis ojos, azotan mis meninges, pasan de largo por mi pensamiento.
¿Quién me dicta en la noche agitada? ¡Qué flujo de confín abierto repta por nuestra lava! ¡Transfusión! No sueltes, coartada, este hilo de llama, esta alucinación, oh serpiente que haces del lecho una cometa. ¡Quién pudiera tomar distancia de las cosas, verlas como son, despojadas de realidad -esa mentira-, saberlas agua de agua, fuego de fuego, soledad de sola soledad, amor de amar a ciegas, ciego ver sin mirar, escuchar sin haber oído, tocar sin tacto, rendidos de abandono al impulso, al conjuro, tal como nos escribe este poema! ¿Qué mundos nos trajeron a este mundo? ¿Qué otras vidas antes nos mataron?
Por más que las palabras sean semillas cargadas con el silencio de los mundos, debo escribir con algo más que con palabras. Escribir con verdad, con riesgo, para algo, para alguien. Escribir con tierra, llamas de noche e hielo, alas, zarpazos, nubes, ríos, montañas, mar. Escribir con la exaltada eclosión de la sorpresa. Con matrices, rituales, reliquias, tabúes, aliento, vísceras. Escribir como un disparo, como un disparate, como un bombardeo. Con vida, risa, tos, cristal, acuarela, hormigón, multitud, aislamiento. A cuestas con el dolor, con la alegría a cuestas, con la cuna a cuestas, con la soga en el cuello, con el patíbulo a cuestas, el ataúd a cuestas.
¡La jungla es un circo con el sol por tocado y las nubes por olas! ¡El león o rugido de los pasos tajados! La selva o la llamada del exceso: el exceso de luz, de colores, de agua; el exceso de fronda, trinos, chillidos de macacos; el exceso de hambre, la multitud madera. Por los ríos bajan, como cadáveres, troncos que serán engullidos por la especulación de los aserraderos. La vida en Camerún es un alma furtiva, a la caza y captura de animales salvajes para sobrevivir: ratas de cañaveral, gorilas, chimpancés, elefantes, antílopes, puercoespines. Las larvas de los escarabajos tienen sabor a gamba. ¡En el cielo, en la tierra, en el fondo del fondo, el templo es un teatro y el teatro es un templo!
He visto caer los medianiles entre el aquí y el allá, entre el ahora y el antes, entre el antes y el después. Todo se quedará en su sitio cuando me vaya. ¿Todo en nada de mí? ¡Mi nada en todo!
Espectral, de Ángel Guinda, está publicado en Papeles de Trasmoz de la editorial Olifante.
martes, 5 de junio de 2012
Un par de sonetos de Quevedo
Es amenaza a la soberbia y consuelo a la humildad del estado
¿Puedes tú ser mayor? ¿Puede tu vuelo
remontarte a más alta y rica cumbre,
ni a más hermosa y clara excelsa lumbre
que la que ves arder por todo el cielo?
¿Puede mi desnudez y mi desvelo,
y el llanto que a mis ojos es costumbre,
bajarme más que al cardo y la legumbre,
que son desmedro al más inútil suelo?
Pues todo el oro fijo y el errante,
que sombras de la noche nos destierra
y son vistas del orbe centelleante,
todo el pueblo de luz que el zafir cierra,
eterno al parecer, siempre constante,
tiene donde caer; mas no la tierra.
___
A un ignorante muy derecho, severo y misterioso de figura (suprimimos los cuartetos)
No tiene por fructífera el villano
la espiga que con uso se endereza,
sino la corva, a quien derriba el grano.
Hacia la tierra inclina tu entereza,
porque lo erguido se promete vano,
y que está sin meollo la cabeza.
¿Puedes tú ser mayor? ¿Puede tu vuelo
remontarte a más alta y rica cumbre,
ni a más hermosa y clara excelsa lumbre
que la que ves arder por todo el cielo?
¿Puede mi desnudez y mi desvelo,
y el llanto que a mis ojos es costumbre,
bajarme más que al cardo y la legumbre,
que son desmedro al más inútil suelo?
Pues todo el oro fijo y el errante,
que sombras de la noche nos destierra
y son vistas del orbe centelleante,
todo el pueblo de luz que el zafir cierra,
eterno al parecer, siempre constante,
tiene donde caer; mas no la tierra.
___
A un ignorante muy derecho, severo y misterioso de figura (suprimimos los cuartetos)
No tiene por fructífera el villano
la espiga que con uso se endereza,
sino la corva, a quien derriba el grano.
Hacia la tierra inclina tu entereza,
porque lo erguido se promete vano,
y que está sin meollo la cabeza.