jueves, 31 de agosto de 2006

Diálogo de besugos

Era un buena mañana para ir a pescar, si señor. Se podría decir que era la
mejor que ha habido para ir a pescar.
Imaginense los titulares de los periódicos y al hombre del tiempo,
anunciando para mañana toda suerte de sucesos y fenómenos meteorológicos. Y
como colofón, la frase que cerraba los anuncios, "Y no se olviden mañana de
ir a pescar".
Habría sido aquel día como un Domingo, un día reservado para el descanso, y
al mismo tiempo, la obligación moral de ir a pescar.
Así lo vió él. Tenía planes para ese día. Mejor dicho, tenía los mismos
planes para todos los días. Reflexionar. Sí, porque esa era su principal
ocupación, en casa y en el trabajo. La Filosofía era aquello por lo que
reflexionaba, y aquello por lo que le pagaban, en la Universidad.
Pero aquel día, aquel día era Domingo de pesca, aquel día amaneció como un
cartel de coto privado. En sus dominios, aquel día invitaba a pescar. Y eso
fué lo que decidió hacer.
Todo estaba preparado. La caña, el sitio, el agua, incluso los peces,
concretamente besugos. Pero su ocupación principal no le dejaba descansar.
Este hombre no sabía lo que era un Domingo de pesca. Como cual estudiante,
que se embarcaba como vigía en un ballenero, todos los peces pasaban sin
probar bocado de su carnaza. Sencillamente, el filosofo no la había tirado.
Tras pasar un rato, y como por efecto de un brusco despertar, (sería el
ruido del chapoteo en el agua, o su propia conciencia), se decidió a tirar.
Y hete aquí, (como dice Julian marias, ¿Que significa hete aquí?), que se le
acercó una de las posibles presas, un besugo de buen tamaño y apariencia.
Estuvo a punto el besugo, el novato de la mañana, de picar, cuando
interrumpió el filosofo:
- "¡Che!, Un momento. Antes de nada, me gustaría saber algo. Estoy
investigando sobre el lenguaje. Pertenezco al grupo a favor del Giro
Lingüistico. Te daré la oportunidad de hablar. Te concedo el don de la
reflexión. Anda, y piensa por un momento qué es lo mejor que podrías decir,
si esta fuese tu única oportunidad."
El besugo no mostró interés, tampoco hizo gesto de extrañeza, tan sólo se
limitó a mantener el mismo rostro que le era propio. Pero contestó, en un
perfecto lenguaje humano y comprensible.
Contestó:- "¡Glub!".

-"¡Cómo!, ¿Eso es lo único que se te ocurre?, ¿Pero te das cuenta,
insensato?. Miles de años de evolución despreciados por un glub. ¡No hay
nada en un glub!. No me dices nada con ese glub. Puedes reflexionar, pero
tan sólo me vienes con tu glub. A ver, responde.
Esta vez, el besugo se animó. Gesticuló su rostro mostrando una amplia
sonrisa. Una sonrisa que llevaba consigo cierta inteligencia. Parecía que el
besugo se burlaba del filosofo.
-"¿Por qué habría de decir algo distinto?"- respondió. -"Le he respondido
con un claro y muy humano glub. A fin de cuentas, me he limitado a decirle
lo mismo que he dicho siempre, pero en un lenguaje humano. Me he esforzado
para que me entendiera, y que hace usted, criticarme. Eso no es justo.
¿Es usted capaz de explicarme lo que hace siempre, en mi lenguaje?".
El filósofo se mostró sorprendido. Le había respondido un besugo. Pero
además, la respuesta parecía, a todas luces, lógica y coherente. Se quedó
así todo el día. El besugo ya no estaba, pero el filosofo sí, y se había
quedado allí con las reflexiones. Le habían picado un par de peces, pero no
pudo pescarlos. Las reflexiones eran más importantes.
Al final decidió que aquel día no era un buen día para pescar. Al menos no
para pescar lo que el quería. Y encima le había reprochado un besugo.


Enviado por Francisco Estudillo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdónenme, pero me atreveré a comentarme algo a mi mismo. Por pura vanidad.
Aun a riesgo de resultar algo prematuro, precoz, diría yo, tengo la perentoria necesidad y olbigación moral de corregirme. Doble vanidad.
Será esto que hemos inventado los humanos, llamado conciencia, para parecer mejores.
El caso es que en esto que pretende ser un cuento, he escrito "(como dice Julian marias, ¿Que significa hete aquí?)".
El comentario lo he sacado de los artículos de Juan José Millás, en El Pais. És de él, y no del filosofo Marias.
Bueno, queda dicho.

Éste no es un cuento cualquiera. Este no tiene moraleja. No es un aviso para filosofos navegantes, ni para besugos atrevidos y contestones.

Gracias a la magnificencia y generosidad de D. Jesus Malia, que el profeta lo tenga en su gloria, a la derecha del Señor.

Jesús Malia dijo...

Gracias, ¡oh loado y amado amigo!, por hacer a mi blog el regalo de tu primera creación.
En cuánto al hete aquí, intentaré iluminarte: aquí que te hayo, aquí que te encuentro, hete aquí.