ELECTRA
¡Oh el más dulce cuidado de la casa
paterna! ¡Oh mi llorada esperanza!,
¡semilla salvadora! En tu valor
confía y recupera de tu padre
el palacio. ¡Oh dulce rostro que
es para mí, al tiempo, cuatro cosas!
Que es fuerza que te invoque como a padre,
que en ti fije el afecto de una madre,
—que nos es, con razón, tan odiosa—
y el de la hermana, cruelmente inmolada.
Y eres mi hermano fiel, que aquí ha llegado
y mi propio respeto trae consigo.
Ahora, que la fuerza, y el derecho,
y Zeus omnipotente nos ayuden.
[...]
ORESTES
Como un dardo penetra en mis oídos
lo que has dicho;¡Oh Zeus, oh Zeus! Envía
desde abajo un tardío
castigo contra la mano osada y asesina.
¡Incluso en una madre ha de cumplirse!
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