lunes, 28 de abril de 2008

'¡Por fin llueve!'. un texto de Manuel Herrera

Parecía que el dios de la lluvia se había olvidado para siempre de nosotros; seres minúsculos perdidos sobre la tierra reseca respirando polvo, escarabajos negros buscando la imposible humedad debajo de las piedras.

El repiqueteo de las gotas sobre el tejadillo de aluminio se acompasa con los latidos de mi corazón y lo despereza, ablanda y derrite como la inconsciente cerrazón de un niño ante las caricias amorosas de su madre.

El agua desprende, mansamente, el polvo de los geranios y dan un color nuevo a sus forecillas azules, rojas y gualdas que embellecen la ventana desde la que contemplo la vida.

La salamanquesa, maravillosa en su fealdad, que pasa los veranos con nosotros se asoma, recelosa, con su hijito por debajo de los tiestos para ver que pasa.

La pareja de langostas, que inviernan en la barandilla de la terraza desde hace años, se marcharon al principio de este verano inclemente...¡qué pena!



Las cuerdas más sensibles de mi alma, antes tensas y metálicas, se han ido convirtiendo por la fuerza de la vida en hilos de luz, en los cabellos suaves del hada de nuestros sueños, en los brotes de pelo que reclaman crecer en la cabeza del recién nacido...



Manuel Herrera

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