Los compromisos no son otra cosa que una tregua innoble entre el deber de un hombre y el miedo de un cobarde.
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Los críticos decían que los principios comunistas eran inadecuados a la realidad y totalmente impracticables. Pero los críticos se olvidaban de que las comunidades religiosas son ejemplos vivos e irrefutables de que el principio comunista no es impracticable, su comunismo es absoluto. Unos se dedican a la enseñanza; otras son mendicantes; pero otras viven del trabajo del campo y de la industria. Y su vida es tan próspera que, por lo general, sólo fracasan cuando el poder político se encarga de disolverlas por la fuerza. ¿Qué secreto poseen las comunidades religiosas que se le ha escapado a los fundadores de colonias socialistas? Uno muy sencillo. Las comunidades religiosas se fundan en el supuesto de que los hombres son moralmente desiguales. Unos trabajadores, otros no, y es necesario ligarlos por el principio obligatorio para que todos colaboren a la obra común. El éxito de su sistema comunista se debe a que se funda en la disciplina y en la regla. Pero jamás se ha consolidado tipo alguno de sociedad que no se haya fundado en la disciplina y en la regla.
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