S O N E T O
Domina la pesada nube, base de basalto y de lavas, lo mismo que los ecos esclavos, por una hocina sin virtud.
Y en el sepulcral naufragio (bien lo sabes, espuma, pero allí te derramas), suprema y única entre los restos, derribas el mástil sin velas;
Todo lo que se sumerge en una perdicián divina, en el vano abismo abierto,
Y en el blanco cabello pendiente, sumerge ansioso el muslo infantil de una sirena.
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