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¿Recordarás a Láora?, querida Quiela:
es un auténtico cielo. Parecemos un matrimonio de ancianos cortejándose en los parques. Me habla con tanta dulzura y franqueza, como si el mundo estuviera a punto de quebrar de nuevo. Y transmina tanta paz…
Me cuenta historias de sus novios y me los llora y me los ríe por igual. Necesita a alguien que la acompañe, porque, aunque parezca muy resuelta, es francamente frágil mi Láora.
Qué pena que no me encienda la sangre como tú, querida Quiela, a quien pude odiar tanto.
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