miércoles, 24 de junio de 2009

'Querida Quiela'

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Llevo unos días muy implicado en un poemario, querida Quiela:

Autopistas de humo, lo voy a nombrar. Y es la razón de que no te haya puesto unas líneas en todo este tiempo.

Quiero explorar esos caminos que parecen ser los más rectos y que no conducen a ninguna parte. ¡Optimista, eh!

Autopistas de humo. No sé, pensar en aquellas sendas que nos hemos marcado como un medio y que cuando las recorremos resultan en dejarnos donde antes, aunque habiendo perdido el tiempo y la esperanza.

Esas veredas que elegimos no porque nos interesan en sí mismas, sino por el lugar al que prometen guiarnos y que no existe.

Esa utopía de las grandes cosas en caminos ya señalizados y mil veces recorridos. ¡Cómo si extistiese una receta para la universal felicidad!

Realmente no sé si es de esto de lo que hablo, pero si es en lo que pienso al escribir. A mi no me resulta tan natural como a ti plasmar mi pensamiento en la poesía.

Casualmente esta mañana he vuelto a ver El verdugo, y José Luis, el personaje de Nino Manfredi, sabe bien lo que digo. Son las circunstancias las que nos eligen y no al revés. Esas autopistas no son un recorrido individual, y por eso nos une a los tantos que las tomamos en la infelicidad.

¡Ah!, no sé si me explico, querida Quiela. Te prometo tener las ideas bastante claras, pero no encuentro el modo de transmitirlas, y aún están muy verdes para ponerte aquí algunos de sus versos. En otra ocasión.

La verdad es que estas reflexiones me vienen bien, a ver si salgo del atasco en que me encuentro. Tengo la impresión de que no me quedan poemas. Y quieras que no, me preocupa. Si no hago versos, qué soy sin tu amor. La poesía es la brizna que asoma de la tierra.

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