miércoles, 12 de agosto de 2009

'Querida Quiela'

24

Es tan difícil el silencio, querida Quiela:

requiere gran tenacidad y constancia.

Me admira tu capacidad para olvidarme y hablarme sólo a través de otros. ¿Cómo puedes? ¿Tan poco significo para ti? ¿Tanto daño puede hacerte tratarme de nuevo? ¿Tan irrealizable te parece que pueda hablarte sin rencor y sin pedirte lo que sé que no me quieres dar? ¿No me tienes confianza, querida Quiela? ¿Me temes?

Me humilla tu distanciamiento, Quiela, y me hace sentir la criatura más ridícula sobre la Tierra.

Todo lo vivido antes, ahora me parece tremendamente vergonzante. Ya ves, como si no hubiera sido más que un darse a quien no lo merecía, querida Quiela, a quien no puede ni quiere entender esas formas mías de ternura y de pasión. A quien si no las llora se ríe de ellas. Eso siento.

Envejecemos, querida Quiela, y ya no queda futuro, ya no queda esperanza. Ya no queda nada por venir. Es mejor olvidar los sueños, las fantasías, los deliriros. Ya no queda tiempo para realizarlos, y no merece la pena vivir lo poco que nos queda con ese fruto agraz pegado al paladar, querida Quiela.

Prefiero viajar, viajar al pasado, querida Quiela, y esconderme en esos pocos recuerdos de felicidad que han hecho lo que somos. Lo prefiero, sí. Créeme que lo prefiero. Pero cuando veo que todas aquellas ilusiones y trabajos han conducido a esto, a esta soledad de puertas y paredes que pujan por caer, no sé si es el arrepentimiento el que me lacera, querida Quiela.

Otra vida me haría falta en la que no te eligiése, querida, para poder contrastar. Otra vida, digo, y no otro amor. No otro amor, querida Quiela. No existe otro amor. No conozco otra forma de amar. Y eso que intenté aprenderla de ti.

Y no me importaría perderme la poesía en esa otra vida, querida Quiela. Estoy dispuesto a perderla. Pero siempre y cuando no volviéses a elegirme. Renuncio a todo, querida Quiela, nada quiero, nada importa, nada vale, nada sacia, querida Quiela. Sólo tu distancia, sí, que me colma de rencor. Y no quiero vivir en el rencor.

Otra vida me haría falta en la que no hubiese argumentos para que te fijases en mí. Empecemos por la poesía, que tanto amaste. Empecemos por la poesía. Dejemos la poesía. Podría aprender a vivir sin ella. Sin esta necia necesidad de andar reelaborando lo que nunca se pudo decir y no se puede callar, aunque nadie lo oiga.

¿Por qué seré así, querida Quiela? ¿Por qué nada puede bastar? ¿Por qué todo ha de ser insuficente? Todo, querida Quiela. Todo, no basta; todo, no alcanza; todo, no llega. Todo es fruto agraz en el paladar. Todo es fruto podrido caído en la tierra.

Todo amor deshecho es tiempo perdido. Un camino sin retorno que nos cerró otros caminos.

Y nos hace peores, querida Quiela. Nos quema por dentro y nos destruye. Toda la ilusión primera se acaba convirtiendo en desazón, desesperanza, rencor. Rencor, querida Quiela. Rencor. Una pérdida irreparable del yo más infantil y más honesto. Del yo sin reparos ni angustias, querida Quiela.

Sólo durante el amor estamos limpios, querida Quiela. Sólo el amor nos salva. Pero después del amor…, cuando se quiebra el amor…

Y bueno, qué nada, qué quiero perder la poesía y te sigo escribiendo.

Ya es tarde, querida Quiela. Es tarde para olvidar. Es tarde para el futuro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

por qué no volviste a publicar? de vez en vez busco a Quiela en tus lineas (o me buco a mi... no sé)

Jesús Malia dijo...

Anónimo ser de sexo indefinido, gracias.
Si buscas a Quiela, insiste, la encontrarás. Sin embargo, si te buscas a ti, te perderás.
Y te aviso, a Quiela le queda poca vida nueva que ofrecer. Cada miércoles sigue saliendo en Poesía Abierta una carta más, pero ya quedan muy pocas. El 30 de diciembre, se termina. Esta agonía alcanza su fin en 4 capítulos.
Me dices que no publico (¡y que lo hice alguna vez!)y no sé a qué te refieres. Ahí están las antologías que me han recogido en el último año, aquí mi Quiela. Poesía Abierta me acerca cada mes a miles de lectores.
Un libro, que se hace querer más, tiene un camino más limitado. Aunque sí, lo quiero, los objetos sobreviven al amor. Pero el querido libro ni surge ni lo busco.
Bueno, que me enrollo. (Aunque te parezca un texto espontáneo este comentario lleva muchas correcciones.) Gracias. Decirte también que me gusta tu anonimato, la hora de la madrugada española en que escribes me proyecta buenas vibraciones. ¿O será que miras estas cosas desde América?
Bonita duda. Gracias por ella, también.

Anónimo dijo...

Soy bastante torpe. No puedo explicarlo, tendrías que verlo. Escuché hablar de Quiela en mi curso de literatura latinoamericana, hace ya bastantes años. No, no escribo, ni leo lo suficiente, era un curso obligatorio pero Quiela me atrapó al igual que algunas de tus letras. Insisto soy torpe, de manera que nunca sabrás qué es exactamente lo que quiero decir. Lástima lo de la muerte de Quiela, igual, la han matado tantas veces... Igual se le extrañará...