El agente: ¡Rápido, rápido! ¡Pasen,pasen!
(Se detiene una señorita delante del agente.)
La señorita: Yo no paso. Estoy aquí y me quedo aquí.
El agente: ¿Puede decirme por qué no quiere pasr?
La señorita: Si paso, ya no estoy aquí. Y yo evidentemente estoy aquí.
El agente: ¿Quiere decirme por qué está aquí?
La señorita: Estoy aquí porque este punto pasa por la línea más corta que va de mi pasado a mi futuro. ¿No cree usted que para llegar al futuro es necesario utilizar la línea más corta?
El agente: No creo ni en el pasado ni en el futuro, creo exclusivamente en el presente.
La señorita: Y esa es la razón por la que estoy aquí. Usted es mi presente.
El agente: No querrá usted decir que está aquí para casarse conmigo...
La señorita: Si es mi destino que usted sea mi presente, no hay modo de oponerse. ¿Es acaso usted casado?
El agente: No.
La señorita: Muy bien, entonces nos casaremos.
El agente: ¿Y si yo fuera casado?
La señorita: Entonces sería su amante. Es lógico y natural.
(Murmullos de la gente: "¿Qué pasa?¡Hasta cuándo vamos a estar aquí!". El agente, con los brazos extendidos, da paso en la dirección en que no pasa nadie. Se va acumulando cada vez más gente que protesta. El agente chista y sigue hablando.)
El agente: Pero usted ha detenido mi presente y entonces ya no tengo presente. Y además están todas estas personas que esperan pasar. Usted trastorna el porvenir de esta gente. Comprenda que hay personas que esperan pasar para realizar cosas muy importantes. Puede haber un escritor que necesita llegar, antes de que se fuguen sus ideas, para escribir el último capítulo de un libro definitivo, un libro que quizás revolucione la literatura. ¿Se da cuenta de su responsabilidad? Puede tratarse...(Como pensando.) digamos...de un político...que piensa en una ley que solucionará todos los problemas del país y quizás del mundo...
(Se acerca respetuosamente un ciudadano.)
Un ciudadano: Perdone usted que me entrometa: un político que piense no puede ser posible. Es contra las leyes naturales. Además, considere usted lo que sería el mundo si los políticos pensaran. Sería el caos. Usted tiene que comprender el peligro que significan las personas que piensan. Los políticos lo saben bien. Por esa razón se dedican a aniquilar sistemáticamente a todos los que simplemente son sospechosos de pensar. Y eso es una gran cosa para el país. La falta de pensamiento le da esa uniformidad, esa placidez que nos proporciona tanta seguridad...Perdone, no creo con esta aclaración haber alterado sus planes de matrimonio.
El agente: No quiero casarme, señor. Por favor, usted que parece tan sensato, ¿por qué no convence a esta señorita?
Un ciudadano: No,no...creo que esta señorita razona perfectamente y so lógica es inobjetable.
El agente: Pero también la mía es inobjetable: yo ho quiero casarme.
Un ciudadano: Usted se da cuenta de que ese no es un razonamiento lógico, simplemente es un empecinamiento absurdo. La gente dice: quiero, no quiero...¿Y qué es lo que quiere? Y, en verdad, si algo quiere, ¿realmente quiere esa cosa que afirma querer? No, señor agente, no es tan simple todo: esa irracionalidad con que la gente se conduce en la vida, eso es lo que trastorna todo. Yo le preguntaría: ¿usted sabe lo que realmente quiere?
El agente: Yo quiero una sola cosa: no quiero casarme.
Un ciudadano: ¿Lo ve usted? Usted quiere no querer. ¿Es eso normal? ¿No es totalmente absurdo? Querer no querer. ¡Si sólo mencionarlo resulta ridículo! Amigo, usted realmente no sabe lo que quiere.
Murmullos de la gente: ¿Por qué no dejan pasar?
El agente: ¡No griten! ¿No se dan cuenta de que tengo que casarme?
Un hombre: ¿Por qué no elige otro momento más oportuno para hacerlo?
El agente: ¿Y hay algún momento oportuno para casarse? ¡Cállese, no sabe lo que dice!
La señorita: Entonces, ¿decide casarse conmigo?
El agente: No.
La señorita: Bien; desde este momento no me separaré de usted.
El agente: ¡Esto es desesperante! (El agente mira a su alrededor desconcertado, como implorando ayuda. Se acerca un hombre del público y lo observa un instante con insistencia. El agente lo encara diciendo:) ¿Y usted, qué quiere?
Un hombre: Quiero hacerle una sola pregunta...una pregunta que puede aclararlo todo.
El agente: Hable.
Un hombre: Señor agente de polícía, ¿está usted seguro de que es un agente de policía?
Este divertimento de Aldo Pellegrini está recogido en su libro 'Teatro de la inestable realidad', publicado por la Editorial Argonauta en Buenos Aires en el año 2008.
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