7
En mi experiencia,la poesía no deja de ser un divertimento. Empecé a leerla tras comenzar a escribirla. Fue tan placentero aquel ripioso primer texto, que me pareció urgente leer algunos cosillas de Lorca, Alberti y otros tales (no de Mileto) para mejorar mis cartas en el juego. Mus, dije. La suerte primera es que no hay que juntar físicamente a cuatro individuos para jugar, sólo uno sin miedo a la inactividad y al aislamiento.
8
¿Si he llorado al escribir? Claro. ¿Si he reído? Por supuesto. Y estos estados de ánimo no estaban necesariamente presentes en el arranque del ejercicio de la escritura.
9
Cuando un poeta descubre la realidad descrita en 8 refuerza el sentido lúdico propuesto en 7.
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