FOTOGRAFÌA CON SOL DE FONDO
Ahora que vuelvan tu madre y tu hermana
de asolearse bajo la hierba
veremos los recuerdos de las cosas últimas;
las albahacas apareadas y ordenadas en esa maestranza
de los niños que huyen del sol,
la iglesia con su pórtico mudo
como acechando a los angelillos o demonios
que se acurrucan como aves de rocío
entre las raíces de los ciruelos.
Y navegaremos la noche como un conjuro
como una valva de miedo que se hunde
en aquel charco pateado por nuestros zapatos,
con la lluvia que se anuncia
sin pedir majestad a los reinos rescatados,
a las fábulas terrestres en los ojillos de los conejos,
a los predicadores de puerta en puerta
que nos dejan una salvación incuestionable
y portamos bajo el brazo una chácara cargada con guijarros
y la liebre que acechamos silba en el monte
buscando esa madriguera ecuestre de las frutas,
el huerto olvidado que se pierde
en las manos de ese labrador que dulcificas y sueñas
con metamorfosis de gotas o lenguaje
o ranas desveladas en las alcantarillas
por donde se escurren los racimos de nuestras pieles
o el hábito de papel de los poemas
o el fantasma de algún patriarca
que cuida los rebaños y las puertas.
UNA ABUELA Y UN NIETO RETORNAN DE LA NIEBLA
Se ha ido la luz
y cortan las tinieblas del lenguaje,
el parque solo es asediado
por amantes terrestres
y pájaros de petrificada espuma;
forasteros como reses
deambulan en el corral de los comensales.
La abuela espera en la casa
con los panes abiertos y la leche
de la acostumbrada vaca.
Aquel niño va con su linterna
a recorrer las huellas de su yo
el primo enfermo solo deduce
la luna de su maldad
y aquel niño sigue caminando
por siglos y siglos de velas apagadas.
Pero aún así la abuela espera
y abuela y nieto
son rimas pastorales que retornan de la niebla.
De “No me cubre de edad la primavera”.
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