martes, 4 de mayo de 2010

Sobre Cántico y los sentidos en 'Al aire de tu vuelo' (3)

Los siguientes fragmentos:

TIEMPO PERDIDO EN LA ORILLA

Se ofrece, se extiende,
Cunde en torno el día
Tangible. De nuevo
Me ragala sillas.

No. Mejor a pie
Veré los colores
Del verano mío,
Que aun no me conoce.

Por de pronto, bajo
Mis manos vacías,
Un presentimiento
De azul se desliza,

Azul de otra infancia
Que tendrá unas nubes
Para perseguir
A muchos azules,

Posibles a veces
Dentro de una quinta
De amigos, muy cerca,
-¡También será mía!-

Con facilidades
Por arroyos, locos
De los regocijos
Que emergen de agosto,

Y sombras de dos
En dos, indistintas
Sobre las riberas
Que a un gris verde invitan.

ESFERA TERRESTRE

¿Ni el raptor de las ondas
Ni el amoroso náufrago
Te aliviarán, mar sabio
Que entre curvas te combas?

Incorruptibles curvas
Sobre el azul perfecto,
Que niega a los deseos
La aparición de espuma.

¡Forma del mediodía,
Qué universal! Las ondas
Refulgentes desdoblan
La luz en luz y brisa.

Y la brisa resbala
-Infante marinero,
Rumbo sí, mas no peso-
Entre un rigor de rayas

Que al mediodía ciñen
De exactitud. ¡Desierta
Refulgencia! La esfera,
Tan abstracta, se aflige.

EL PRÓLOGO

Otra vez el día
Trajinante debe
Pasar por el puente
Previo de la prisa,

Que entre tantos riscos
-¡Oh recta feliz!-
Conduce hasta el quid
Del propio equilibrio.

[…]

Mi secreto inhábil
Entre los relojes
Calla tan inmóvil
Que apenas si late.

LAS SOLEDADES INTERRUMPIDAS

Hay robles, hay nogales,
Olmos también, castaños.
Entre las muchas frondas
El tiempo aísla prados.

Troncos ya no. Son tablas.
Renacen las maderas.
…Y una pared, un porche.
Ya es un pueblo: se esfuerza.

Colorines. Reluce,
Desordenando el día
Más luminosamente,
La terca tentativa.

Casas, al fin, despuntan
Por entre unos verdores
Sujetos a un dibujo
Sumiso. Quiere el hombre.

Las calles-rectilíneas
Y tan silvestres- quedan
Acogiendo aquel ansia
De historia con su selva.

¡Oh codicia elegante!
El cristal de las lunas
No deja al maniquí
Perder su compostura.

Todo está concebido.
¡Cuidado! La persona
Se detiene en un borde,
Con los demás a solas.

Y se desgarra el tiempo…
Es el pitido súbito
De un tren que allí, tan próximo,
Precipita al futuro.

Fluyan, fluyan las horas:
Gran carretera. Van
Manando ya las fuentes
De la velocidad.

Los follajes divisan
A los atareados,
En su esfuerzo perdidos,
Oscuros bajo el árbol.

Un rumor. Son las hojas
Gratas, profusas, cómplices.
Los tejados contemplan
Tiernamente su bosque.

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