lunes, 21 de junio de 2010

Javier Alvarado, un poema de su libro Carta natal al país de los locos

El mundo es un bastión que no comprendo, o una lóbrega razón de vivir como los bosques, como las noches donde la abuela martillaba su conciencia y planeaba como calmar
al día siguiente el hambre de su multiplicada familia,
esas raciones bíblicas del pan, de la tortilla, de la leche,
la pobreza no multiplica ni suma, va restando posibilidades de alimentarse o de vivir
o de cercarnos a un grumo de troncos podridos o de hongos que enaltecen
las descomposiciones de los cuerpos
-quiméricos y rosados-,
que alguna vez expusieron la belleza de los artistas o de las acrobacias
que van ejecutando las mariposas enardecidas como vacas añejas.

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