jueves, 17 de junio de 2010

'Sala para fumadores', poemario póstumo de Nicolás Valencia Redondo (8)

De todo, esto
En la clínica psiquiátrica
Nuestra Señora de la Paz
¿Hay algo que decir?
Me falta el aire pero fumo con ganas.
Vuelvo a casa.
De todo lo que ocurre, he vivido vuestra locura hoy,
la que desgarra.
Fuera juegan los muchachos sanos, felices. Nada.
No hay motivo para que gritéis,
¿qué importa que otros lo hagan?
Ellos son los que desean morir,
¿quién dijo que somos un destino de muerte?
Presente es el amor quebrado, roto.
Observo y siento vuestro grito silenciado,
a duras penas audible tras estas paredes viejas.
No hay motivo para llorar,
las historias tristes también me gustan.
Estamos juntos, ¿qué otra cosa se os ocurre?

Cuando aún tu corazón late
Son tan frágiles los muros que nos separan
que resulta difícil quebrarlos.
Tú estás siempre ahí, al otro lado de mi espacio.
Te conozco por el murmullo que oigo a cada instante
e identifico como restos de ti.
Porque tú ya no eres tú, sino
lo que queda de ti en todos nosotros.
De eso saben en el CAMF, en el Pozo,
en todos los talegos, allí donde se indica el margen.
Eres libre, por eso andas arrastrándote,
llevas a tu espalda la carga de vidas ajenas,
de todas las vidas.
La tuya propia ya no es tuya en sí y
es tan ligera que cabe en uno de mis bolsillos.
De eso saben mis desvelos.

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