martes, 24 de agosto de 2010

El 'Diccionario del diablo' de Ambrose Bierce

C

Calamidad, s. Recordatorio evidente e inconfundible de que las cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.

Camino, s. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado a donde es inútil ir.

Cangrejo, s. Pequeño crustáceo parecido a la langosta, aunque menos indigerible. En este animalito está admirablemente figurada y simbolizada la sabiduría humana; porque así como el cangrejo se mueve sólo hacia atrás, y sólo puede tener una mirada retrospectiva, no viendo otra cosa que los peligros ya pasados, así la sabiduría del hombre no le permite eludir las locuras que asedian su marcha, sino únicamente aprender su naturaleza con posterioridad.

Caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.

Cañón, s. Instrumento usado en la rectificación de las fronteras.

Cartesiano, adj. Relativo a Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre sentencia "Cogito, ergo sum", con la que pretende demostrar la realidad de la existencia humana. Esa máxima podría ser perfeccionada en la siguiente forma: "Cogito, cogito, ergo cogito sum" ("Pienso que pienso, luego pienso que existo"), con lo que se estaría más cerca de la verdad que ningún filósofo hasta ahora.

Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.

Centauro, s. Miembro de una raza de personas que existió antes que la división del trabajo alcanzara su grado actual de diferenciación, y que obedecían la primitiva máxima económica. "A cada hombre su propio caballo". El mejor fue Quirón, que unía la sabiduría y las virtudes del caballo a la rapidez del hombre.

Cerbero, s. El perro guardián del Hades, que custodiaba su entrada, no se sabe contra quién, puesto que todo el mundo, tarde o temprano, debía franquearla, y nadie deseaba forzarla. Es sabido que Cerbero tuvo tres cabezas, pero algunos poetas le atribuyeron hasta un centenar. El profesor Graybill, cuyo erudito y profundo conocimiento del griego da a su opinión un peso enorme, ha promediado todas esas cifras, llegando a la conclusión de que Cerbero tuvo veintisiete cabezas; juicio que sería decisivo si el profesor Graybill hubiera sabido: a) algo de perros y b) algo de aritmética.

Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión.

Comestible, adj. Dícese de lo que es bueno para comer, y fácil de digerir, como un gusano para un sapo, un sapo para una víbora, una víbora para un cerdo, un cerdo para un hombre, y un hombre para un gusano.

Cómplice, s. El que con pleno conocimiento de causa se asocia al crimen de otro; como un abogado que defiende a un criminal, sabiéndolo culpable. Este punto de vista no ha merecido hasta ahora la aprobación de los abogados, porque nadie les ofreció honorarios para que lo aprobaran.

Confort, s. Estado de ánimo producido por la contemplación de la desgracia ajena.

Congreso, s. Grupo de hombres que se reúnen para abrogar las leyes.

Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.

Convento, s. Lugar de retiro para las mujeres que desean tener tiempo libre para meditar sobre el vicio de la pereza.

Conversación, s. Feria donde se exhibe la mercancía mental menuda, y donde cada exhibidor está demasiado preocupado en arreglar sus artículos como para observar los del vecino.

Corporación, s. Ingenioso artificio para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.

Crítico, s. Persona que se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.

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