lunes, 21 de febrero de 2011

Sonetos de Gutierre de Cetina

Entre osar y temer, entre esperanza
y un triste recelar desesperado,
entre gozo y dolor, entre un cuidado
y un cierto no sé qué de confianza,

entre aquel bien que un amador alcanza
mientras espera gozar lo deseado,
y entre aquel mal que siente un desdichado
que teme de fortuna en la bonanza,

Vandalio, enamorado y temeroso,
está entre un cierto sí y un no más cierto,
no suceda a su bien fortuna aviesa,

cuando dijo: «¡Dolor fiero, rabioso!,
hoy triunfas de mi vida hoy seré muerto
si Amarílida falta a su promesa.»

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Con aquel poco espíritu cansado
que queda al que el vivir le va dejando,
en brazos de Amarílida llorando
Vandalio, de salud desconfiado:

«No me duele el morir desesperado
-dijo-, pues con mi mal se va acabando,
mas duéleme que parto y no sé cuándo.
Señora, ¿habrás dolor de mi cuidado?»

La ninfa que con lágrimas el pecho
del mísero pastor todo bañaba:
«Sin premio no será tu amor», decía.

Mas él, puesto en el paso más estrecho,
mucho más que el morir, pena le daba
no poder ya gozar del bien que oía.

Este último, ¿no te parece un chiste?

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