martes, 14 de junio de 2011

Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (2)

Prólogo del autor

He escrito estos versos en el estilo sencillo y espontáneo de las canciones populares, las cuales he intentado imitar.
Si me he separado algunas veces del carácter peculiar de este género de poesías, no lo puedo atribuir más que a mi predilección por ciertas canciones alemanas, entre ellas las de Enrique Heine, que en realidad tienen alguna semejanza con los cantares españoles.
Al principio de esta colección he puesto unos cuantos cantares del pueblo, de los muchos que tengo recogidos, para estar seguro al menos de que hay algo bueno en este libro.
En cuanto a mis pobres versos, si algún día oigo salir uno solo de ellos de entre un corrillo de alegres muchachas, acompañado por los tristes tonos de una guitarra, daré por cumplida toda mi ambición de gloria y habré escuchado el mejor juicio crítico de mis humildes composiciones.


Cantares del pueblo

I
Yo tengo una lima sorda,
que me lima el corazón:
suspirando me anochece,
llorando me sale el sol.

II
Yo conocí un castillito
más alto que las estrellas;
luego le he visto caer
hasta el rape de la tierra.

III
Te tengo comparadita
con las piedras de la calle,
que las pisa todo el mundo
y no se quejan de nadie.

IV
A ninguna en este mundo
he querido más que a ti;
el que tú no lo conozcas
ese es mi mayor sentir.

V
Mientras más caricias me haces
más en confusión me pones,
porque tus caricias son
vísperas de tus traiciones.

VI
Todo lo vence el querer,
todo lo alcanza el dinero,
todo acaba con la muerte,
todo llega con el tiempo.

VII
Corre, ve y dile a tu madre
que no hable mal de mí,
que pérdidas y ganancias
todas caerán sobre ti.

VIII
Si en la calle me encontrares
y no te pudiera hablar,
háblale a mi sombra, que ella
por mí te contestará.

IX
Causa de mi perdición,
quiero apartarme de ti:
la mujer que quiere a dos
no puede tener buen fin.

X
Hice yo un hoyo en la tierra
y enterré mis pensamientos;
por no descubrirme a nadie
tormentos le di a mi cuerpo.

XI
Yo tengo comparadita
la mujer con el caballo,
si no tiene buen jinete
no se la quita el resabio.

XII
Se encontraron y se hablaron,
y dijo el tiempo al querer:
esa soberbia que tienes
yo te la castigaré.

XIII
Vengo yo a verte y me dicen
que he perdido la vergüenza;
no considera ninguno
la pasión que a mí me ciega.

XIV
Los mocitos de mi barrio
dicen que no soy valiente;
contéstales tú, morena,
que me he atrevido a quererte.

XV
Yo me he puesto en oración
por ver si Dios me revela
si este querer tuyo y mío
es fingido o es de veras.

XVI
Aquel que tiene dinero
todo el mundo le quería,
y en llegándole a faltar
no le dan los buenos días.

XVII
Caballo que se desboca
dime, ¿qué remedio tiene?
El tirarle de las riendas,
que él se parará si quiere.

XVIII
Siempre me echabas achaques
para no salirme a hablar;
lo que es tiempo, te sobraba;
te faltaba voluntad.

XIX
Mi cama son duras piedras,
mi cabecera un ladrillo,
y a las paredes me agarro
creyendo que estoy contigo.

XX
En el querer no hay venganza,
y te has vengado* de mí;
si no hay castigo en la tierra
del cielo te ha de venir.

*en el original: venerado, pero no parece

Para que no queden dudas, insistiré en que estos 'Cantares del pueblo' son de autoría anónima. Augusto Ferrán los recoge a modo de ejemplo, como fuente de la que fluye su verso y para no eludir comparaciones con su obra al comienzo de la misma.

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