lunes, 20 de junio de 2011

Sonetos de Pedro Espinosa (y fin)

Pues son vuestros pinceles, Mohedano,
ministro del más vivo entendimiento,
almas que le dan vida al pensamiento,
y lenguas con que habla vuestra mano;

copiad, divino, un ángel a lo humano,
de aquella que se alegra en mi tormento,
porque tenga a quien dar del mal que siento
las quejas, que se lleva el aire vano.

Cuando el original me diere enojos,
quejaréme al retrato; que esto medra
quien trata amor con quien crueldades usa;

mas temo que quedéis, viendo sus ojos,
como quien vio a Campestre o vio a Medusa,
enamorado o convertido en piedra.

A nuestro amigo, músico malo

Dicen que Orfeo piedras, animales,
y aguas trajo con voces soberanas;
también, cantado tú, quitas mil canas,
y anoche en ti se vieron sus señales;

que un mojón te tiraron las canales
a la parroquia de las almorranas,
y sobre ti llovieron las ventanas
lo que ya fue alimento de orinales.

Diste a huir, y al fin de unas callejas
te sacaron las márgenes redondas
de tu capa dos perros, a maitines.

Cantando haces derretir las tejas,
tañendo llamas las saladas ondas,
huyendo te acompañan los mastines.

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