La pereza (1870)
XVI
Si abres la ventana un poco,
entrará un rayo de luz
a ver lo que hacemos solos.
¡Cierra, por Dios, la ventana,
que en la oscuridad las horas
nos parecerán más largas!
XVII
¡Cuándo me veré, chiquita,
sin quehacer, para quererte
todas las horas del día!
XVIII
Vuelve esos ojitos
al cielo, morena;
quiero que el cielo, curioso de verlos,
a gusto los vea.
XIX
¡Con cuánto descaro
la luna nos mira;
por una nube daría ahora mismo
diez años de vida!
XX
Anoche soñando
decías bajito:
¡Cuánto me pesa tener que dejarte
al fin del camino!
XXI
¡Ay! Si se murieran todos...
¡qué a gusto nos quedaríamos
en el mundo tú y yo solos!
No sé si es amor o es odio;
¡pero no más por un día!
¡ay, si se murieran todos!
XXII
¡Contar los latidos
de mi corazón!
cuentas son esas que van a ponernos
tristes a los dos.
XXIII
Otro cantar, que yo quiero
ver cómo entornas los ojos
cuando te falta el aliento.
XXIV
Me llama holgazán tu madre;
¡como si el querer no fuera
una ocupación muy grande!
XXV
Si me robaste el sentido,
no hay razón para que vayas
diciendo que lo he perdido.
XXVI
Los cinco sentidos tengo
en ti puestos a la vez:
¡ay! ¡quién tuviera otros cinco
para ponerlos también!
XXVII
Es el mar tres veces
mayor que la tierra:
anda mareada, desde que lo sabe,
mi pobre morena.
XXVIII
Por más que lo veo,
yo no me acostumbro
a ver tan cerca, cada vez más cerca,
la pena del gusto.
XXIX
Yo no quiero que madrugues,
sino que al rayar el alba
abras tus ojos azules.
XXX
Con los ojos entornados
y los labios entreabiertos,
la vida me vas quitando.
Con los labios entreabiertos
y los ojos entornados,
la vida me vas volviendo.
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