lunes, 19 de diciembre de 2011

'Observaciones y máximas de Blas'(2), de Noel Clarasó, Máximas fundamentales

MÁXIMAS FUNDAMENTALES

Si los hombres hablaran solo cuando tienen algo que decir, dentro de diez generaciones se habría perdido el uso de la palabra.

Algo habrá de malo en la riqueza cuando a todo el mundo le da vergüenza confesar que la tiene.

El amor solo se puede demostrar haciendo el ridículo.

Todo el mundo se acuerda de su primer pitillo y nadie del segundo; y, sin embargo, eran iguales.

Nada se gana con hablar mal de los otros; a veces, ni ellos se enteran.

Todo el mal viene de decir que sí cuando los otros esperan que uno diga que sí.

La virtud es un bien que solo aprovecha a los que no la usan.

La palabra favorece al que la da mientras no la cumple; después solo favorece al que la recibió.

El hombre sensato dice que sí o dice que no, según los casos.

Hay quien duerme con la boca abierta; otros, con la boca cerrada. Pero lo más difícil es tener la boca cerrada cuando se está despierto.

Nadie puede cambiar su pasado, pero todo el mundo puede contarlo al revés.

La mujer de otro, si nos gusta, tiene una ventaja: que ya es de otro. Y si no nos gusta esta ventaja aparece mucho más clara.

El hombre nace inteligente y se va embotando a medida que crece; a los veinte años ya es vulgar y a los cuarenta ya es tonto de nacimiento.

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