BACANTE
La cabeza de pámpanos ceñida,
Desnuda, palpitante, voluptuosa,
Ostenta su blancura luminosa
En el sagrado pórtico extendida.
Ebria de ardiente juventud, la vida
Corre bajo su piel de tuberosa,
Y, erecto el seno mórbido, reposa
como la estatua del placer, caída.
La rebosante crátera de vino
Rueda a su flanco, un éxtasis divino
Brilla en su faz, con lúbrico embeleso;
Y, por sus labios entreabiertos, gira,
Cual fugitivo acorde de una lira,
La suspirante languidez de un beso.
VÉRTIGO
La púrpura de ocaso enrojecía
Las caladas ojivas del convento
Y, como canto funeral, el viento,
sobre las torres al pasar gemía.
Era un viviente mármol... Parecía
Latir su corazón. Sentí su aliento,
Y forjóse febril mi pensamiento
Que su labio de virgen me ofrecía.
Miré en torno: quietud. Crucé la nave
Del templo hundido en la penumbra grave,
y en un impulso de la mente loca,
Por misterioso vértigo arrastrado,
Me aproximé a la estatua fascinado
Y con lúbrico ardor besé su boca.
1 comentario:
Este es un soneto casi matemático, una ecuación con incógnitas... Perfecto.
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