jueves, 16 de febrero de 2012

En poesía abierta seguimos de actualidad, sonetos de Quevedo

A la soberbia, con el ejemplo de la estatua de Nabuco, muestra que estando derecha fue peligrosa, y vuelta de arriba abajo segura

Es la soberbia artífice engañoso;        
da su fábrica pompa, y no provecho:        
ve, Nabuco, la estatua que te ha hecho;        
advierte el edificio cauteloso.        

Hizo la frente del metal precioso;
armó de plata y bronce cuello y pecho;        
y por trocar con el cimiento el techo,        
los pies labró de barro temeroso.        

No alcanzó el oro a ver desde la altura        
la guija, que rompió con ligereza
el polvo en quien fundó rica locura.        

El que pusiere el barro en la cabeza        
y a los pies del metal la lumbre pura,        
tendrá, si no hermosura, fortaleza.

Retrato al Demonio, parafraseando en el rigor que cabe en el soneto las palabras de Job, con que le retrata, cap. II Ecce Behemoth

¿No ves a Behemoth, cuyas costillas        
son láminas finísimas de acero,        
cuya boca al Jordán presume entero        
con un sorbo enjugar fondo y orillas?        

¿Por dientes no le ves blandir cuchillas,
morder hambriento y quebrantar guerrero;        
que tiene por garganta y tragadero        
del infierno las puertas amarillas?        

¿No ves arder la tierra que pasea,        
y que, como a caduco, tiene en menos
el abismo que en torno le rodea?        

Sus fuerzas sobre todos son venenos:        
él es el rey que contra Dios pelea,        
rey de los hijos de soberbia llenos.

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