jueves, 19 de abril de 2012

Enrique Larreta (4), sonetos

MI GRECIA

Así, con esos ojos, esos ojos dormidos
y abiertos en el sueño vagabundo y el gesto
que han dejado en tu boca la muerte y el incesto
y el nocturno acechar de pasos presentidos.

Con esos como sierpes cabellos embebidos
en el sudor y el llanto del rostro descompuesto,
y ese ronco tambor salvaje y el funesto
presagio de tus perros que alargan sus aullidos.

Vértigo de los himnos. Órfica, predilecta
belleza, ni armoniosa, ni pura, ni perfecta.
¡Oh! sacro mal, divina fiebre con que el escoplo

remojaba las túnicas, ¡oh! sombra, tú resumes
la verídica Grecia, tú agregas en tu soplo,
al olor de la sangre, frenéticos perfumes.

ÁVILA

Un alma con el claustro desposada,
que aún oye al despertar clarín de almenas.
Orgullo de estandartes y serenas
beatitudes se enredan en la almohada.

Ya la vida repica su llamada
y en las sombras del ser vislumbres llenas
de impaciente ambición son otras venas
de postigos, en alba ensangrentada.

Pone fray Juan sus plantas en el suelo.
A pie descalzo y lumbre de candela
dice un nuevo cantar y, milagrosas,

se levantan en fuga paralela
santas paredes, torres poderosas.
Y es la ciudad en él piedra que vuela.

ESQUIVIAS [pueblo de la provincia de Toledo]

Osamenta de pueblo. Polvo y cal de los años.
Silencio de las pálidas y ensimismadas puertas.
Quijotescos fantasmas en las plazuelas muertas
de nubes que al pasar levantan los rebaños.

Allí contrajo nupcias. Allí en los aledaños
el tío de su esposa recibe las espuertas,
más o menos vacías, de imaginarias huertas.
Aquel de los bonetes y trajes tan extraños.

Entretanto, Miguel, burlando y en secreto,
va pergueñando trazas del regio hidalgo magro.
Caño de la demencia y elocuente esqueleto.

Así nace entre números de caseros cuadernos
y en sitio en que lo verde huele siempre a milagro,
una inmortal encina, con pájaros eternos.

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