lunes, 16 de julio de 2012

'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (32)

MANERA DE SER DEL HOMBRE EN GENERAL (4, y fin)

Cuando hemos dicho una cosa mala de otra persona, lo peor que puede sucedernos es que nos demuestren que nos hemos equivocado.

Los hombres cultos, en teniendo una tontería enrevesada que les llene la boca, ya no quieren más.

Los que no se quieren se dejan de querer más a gusto de cerca que de lejos.

Nos parece generoso que los demás se aprovechen de nuestra vida; pero a todos nos duele que los demás de aprovechen de nuestra muerte.

El que ne la madurez se arrepiente de todo lo que hizo en la juventud es, en general, más interesante que el que se arrepiente de lo que no hizo.

El hombre hace bien lo que hace solo (aunque esta no sea una regla general), pero los conjuntos, si no se ensayan antes, salen mal. Por lo mismo, la vida social suele ser un continuo fracaso. Si toda reunión fuese cuidadosamente ensayada bajo las órdenes de un buen director, la vida social progresaría rápidamente.

Si estuviéramos seguros de la impunidad cometeríamos muchos pecados; y si estuviéramos seguros de no aparecer ridículos cometeríamos muchas buenas acciones.

El hombre es un ser absurdo; ha nacido para hacer reír a sus semejantes y se divierte molestándolos.

A los espíritus independientes les humilla mucho saber que sus reacciones ya estaban previstas en el orden universal de la creación.

Estoy viendo que la personalidad consiste en conducirse, en cada caso, de una manera distinta de los otros; o sea, que en eso de tener personalidad hay que estar muy atento siempre. Es muy cansado.

A todos nos molesta, a veces, ser tal como somos; pero nos consolamos pensando que peor sería ser como otro cualquiera.

Lo malo de mucha gente no es su falta de ideas, sino su exceso de confianza en las pocas que tienen.

Muchos son los que dicen levantando el índice: "En el mundo hay una sola verdad". Y después sueltan una majadería cualquiera. De la verdad y de la mentira se habla con demasiada ligereza y pocos se dan cuenta de los verdaderos placeres espirituales que proporciona el depurado culto de la verdad, si se sabe alternar con el depurado culto de la mentira.

Hay quien no se queja nunca, quien se queja algunas veces y quien se queja siempre. En general todos tienen la misma opinión de los actos ajenos y de la desapacibilidad de las cosas. Pero los primeros cultivan la hipocresía, aunque sea en honor de la belleza de la forma; los segundos no saben a qué carta quedarse, y los últimos cultivan la sinceridad. Lo mismo hacen los campesinos: aunque la tierra y el estiércol sean los mismos, unos cultivan cebollas, otros berzas y otros remolacha.

Si uno dice: "Hace dos noches que no duermo", los otros exclaman: "¡Ah!" Si uno dice: "He dormido veinticuatro horas seguidas", los otros exclaman: "¡Ah!" Si uno dice: "Duermo nueve horas todas las noches", los otros exclaman: "¡Ah!" La única manera para hacer que los otros cambien de vocal es decir: "Tribo sibau enteli plis quiró". Entonces los otros preguntan: "¿Qué?"

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