Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esa otra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Solicitud de su pensamiento enamorado y ausente
¿Qué buscas, porfiado pensamiento,
ministro sin piedad de mi locura,
invisible martirio, sombra obscura,
fatal persecución del sufrimiento?
Si del largo camino estás sediento,
mi vista bebe, su corriente apura;
si te promete albricias la hermosura
de Lisi, por mi fin, vuelve contento.
Yo muero, Lisi, preso y desterrado;
pero si fue mi muerte la partida,
de puro muerto estoy de mí olvidado.
Aquí para morir me falta vida,
allá para vivir sobró cuidado:
fantasma soy en penas detenida.
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